Desde los espacios liberales se le ha llamado a Juntos por el Cambio “kirchnerismo de buenos modales”, pero para ser honestos, no todos en la coalición son tan kirchneristas ni otros cuentan con modales agradables. Sin embargo, al espacio de Horacio Rodríguez Larreta, el término le entra como anillo al dedo. Se muestran ante la opinión pública como los más dialoguistas, respetuosos y amables de la política argentina, mientras que en la realidad operan políticamente con las peores prácticas. A veces, peor que el mismo peronismo.
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En un video grabado la semana pasada, que trascendió esta mañana, se vio a la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich, arremeter contra Felipe Miguel, jefe de Gabinete porteño y mano derecha de Larreta. “No me crucés más por la tele, porque la próxima te rompo la cara. Conmigo no se jode. Te lo aviso”, le dijo la precandidata a presidente, que está lista para competir con su jefe político e intendente municipal.
En la grabación, obtenida por un video celular el día de la presentación del último libro de Mauricio Macri, se ve a Miguel abrazándola desde atrás y saludándola afectivamente, cuando la presidente del PRO lo increpa con la dura advertencia.
Ante las preguntas de la prensa, sobre la inusual reacción de la dirigente política, ella fue muy clara. En su opinión, no debe pedirle disculpas al funcionario del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y explica el porqué: “Se paseó por los canales de televisión diciendo que soy funcional al kirchnerismo y ahora viene a abrazarme y saludarme como si nada hubiera pasado. Hay que terminar con la hipocresía en la política”. Con lógica indignación, Bullrich recordó que ha sido la dirigente de Juntos por el Cambio que más claramente se enfrentó al oficialismo, mientras que el espacio de Larreta no puede decir lo mismo.
En otros campos también se notan las diferencias entre la exministra macrista y el intendente de CABA, quien ante los resultados de las elecciones de Brasil, que tuvieron a Luiz Inácio Lula da Silva con el ganador de la jornada, optó por felicitar al izquierdista.
No obstante, Bullrich midió milimétricamente sus acciones y se quedó en silencio frente al resultado electoral en Brasil. Su reacción fue oportuna, considerando que Lula fue fotografiado con un material alusivo a Cristina Fernández de Kirchner. Para ella, esto es una clara maniobra que evidencia “injerencia en la política interna” y es motivo suficiente para marcar distancias:
“Si los que han tenido el triunfo en Brasil se partidizan inmediatamente y el presidente electo Lula se pone una gorra CFK 2023 tomando partido al segundo de haber ganado tengo que retraer mi posición de Estado a una posición partidista de defensa de los intereses de mi votante, del votante de Juntos por el Cambio”, dijo.
El ataque frontal del larretismo, diciendo que los opositores que no están en su línea son “funcionales” a Cristina Fernández de Kirchner, es una de las muletillas más usuales de ellos. Han utilizado esa tesis carente de fundamento para desacreditar históricamente todas las ofertas electorales que les puedan quitar algún voto del segmento que ellos consideran “cautivo”.
Patricia Bullrich nunca ha caído en esta actitud. En el marco de las últimas elecciones legislativas, Javier Milei dijo que ella es la “única” dirigente política que jamás le mintió y le fue de frente. Por su parte, José Luis Espert le reconoció que ella fue la única que tuvo voluntad honesta de sumar a su frente liberal a la primaria de JxC en provincia de Buenos Aires, opción boicoteada por los radicales y el espacio de Elisa Carrió.
Sin embargo, Bullrich hasta este momento fue socia de este espacio político, con el que ahora finalmente parece que va a confrontar. No son pocos los que fantasean con un divorcio entre “halcones” y “palomas”, para que la ciudadanía tenga un frente competitivo de centro derecha para las próximas elecciones.