A pesar del 48 % de los votos y la diferencia de 5 puntos sobre Jair Bolsonaro, y con el apoyo de los dos candidatos que sumaron un 7 %, Lula no está tranquilo. Todos los manuales parecen decirle que tiene la segunda vuelta asegurada, pero la política es tan compleja que en realidad no es así. ¿Será por el apoyo de los gobernadores y legisladores electos al actual presidente? ¿Por la campaña que está haciendo el gobernador de Mina Gerais, distrito fundamental para ganar la elección? Sea como sea, el exmandatario y candidato por el PT está nervioso. Reconoció que el final es abierto, por lo que hasta podría perder la elección.
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“Está muy reñida”, dijo Luiz Inácio Lula da Silva a unos periodistas en campaña en Río de Janeiro a nueve días del balotaje. Aunque dijo que “se reduce” el número de votantes a los que tienen que “convencer”, el candidato de la izquierda reconoció el final abierto. “Estamos luchando por el voto de abstención”, manifestó.
Para ilusión de los partidarios del actual mandatario, las encuestas comienzan a mostrar un escenario similar al ocurrido antes de su victoria en las elecciones pasadas. Luego de un largo período donde el PT era la fuerza que supuestamente ganaba cómoda la elección, los números comienzan a igualarse llegando a la fecha de los comicios.
Por primera vez en el año, algunas consultoras ya aseguran que la elección está empatada. Un ejemplo de esto es el relevamiento de Exame/Ideia, que asegura que Lula y Bolsonaro están al día de hoy con un empate técnico. Datafolha, que suele darle una amplia ventaja al frente izquierdista, tuvo que reconocer en sus últimas publicaciones que Bolsonaro está achicando la distancia.
Además de los indecisos y de los que no fueron a votar, Lula está tratando de conseguir algunos votos en el gran público evangélico. Sin embargo, la desesperación lo ha llevado a la contradicción total con sus archivos de toda la vida. Recientemente, y a contramano de su posición histórica, el candidato del PT señaló que la vida “es sagrada” y “obra de las manos del creador”. “Personalmente estoy en contra del aborto”, aseguró. Estas manifestaciones, que parecen ser manotazos de ahogado, pueden ser indicio del nerviosismo del expresidente, que considera que la elección no está asegurada.