Alberto Fernández parece vivir en una realidad paralela. Aunque su espacio político se derrumba en las encuestas y se mata puertas adentro con el kirchnerismo duro, él sueña con la reelección. En medio de un nuevo salto cambiario y todas las problemáticas del Poder Ejecutivo en Buenos Aires, el mandatario viaja a Jujuy para visitar a la delincuente condenada Milagro Sala. Pero la cereza del postre de la insólita jornada de este miércoles fue su justificación sobre la raíz del problema económico nacional. En su opinión, el gran inconveniente actual de la economía argentina “crece mucho”.
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“El problema que tenemos es que la economía crece mucho. En ese contexto hay un escenario en que la inflación nos complica”, manifestó Fernández en una entrevista con el canal oficialista C5N. El presidente aprovechó para recordar que el mundo vive una problemática inflacionaria, pero no dice que su país registra en un mes lo que los demás acumulan casi en un año.
A su vez, Fernández defendió a su ministro de Economía, Martín Guzmán, señalando que Argentina tiene problemas “estructurales” que su funcionario no puede resolver en los dos años que lleva en gestión. Nuevamente, el presidente argentino apela a sus medias verdades, que por ende son medias mentiras también.
Claro que su ministro heredó una problemática estructural, pero lo cierto es que no ha hecho otra cosa que mantener el sistema quebrado, responsable de los daños en cuestión: déficit fiscal, emisión monetaria, sustitución de importaciones, controles de precios y la improvisación permanente que genera esta implementación del enfoque de “la frazada corta”. Donde se intenta “tapar un agujero”, otro desajuste vuela por los aires.
“¿Qué le puedo recriminar a Guzmán? Sería injusto. Echarle la culpa de la inflación sería casi una crueldad”, aseguró Fernández. Lo cierto es que él no le puede recriminar nada. Sí lo pueden hacer los argentinos, por el hecho de aceptar ser ministro de un frente delirante, que debate su programa económico entre “Guatemala” y “Guatepeor”. Que el ala kirchnerista proponga delirios más radicales no lo indulta de su responsabilidad por ejecutar un programa fallido.
Como Alfonsín, denuncia un “golpe de mercado”
El expresidente radical, que inauguró el proceso democrático de 1983, tuvo que dejar el poder de forma anticipada en medio de un colapso hiperinflacionario total. Raúl Alfonsín, lejos de hacerse cargo de su fracasado modelo estatista y dirigista, le puso la banda presidencial de manera anticipada a Carlos Menem denunciando un golpe. Un “golpe de mercado”, para ser precisos. No fracasó su gestión, lo voltearon, era su tesis.
Alberto Fernández, a pesar de pertenecer al peronismo, siempre tuvo un respeto reverencial por la figura del exmandatario. Lamentablemente, para todos los argentinos, parece querer imitarlo en su modelo económico. Mientras la inflación sigue sin control y el dólar sigue escalando a una velocidad mucho mayor de la esperada, el presidente actual apela a los fantasmas que denunciaba su predecesor radical.
“Seguramente que es así”, le dijo al periodista oficialista, que le consultaba sobre la posibilidad que “el mercado” esté complotando contra la política económica. “Pero sabemos con que bueyes aramos”, resaltó.