El expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica está preocupado por la situación argentina. Su amigo Frente de Todos está quebrado, Alberto Fernández y Cristina Kirchner no se dirigen la palabra y el oficialismo se hunde cada vez más en las encuestas. Aunque puede pasar cualquier cosa, lo más improbable en el menú es que el peronismo siga gobernando la Argentina a partir de 2023.
“Yo no puedo dar ningún consejo, lo único que puedo decir es que, frente al embate de la derecha, tienen que encontrar los términos medios más o menos para poder acordar”, aseguró el referente del Frente Amplio de Uruguay, en diálogo con una radio de Buenos Aires.
Mujica planteó una analogía entre el Frente de Todos y su coalición, argumentando que, con acuerdos, se puede gobernar con una cohesión suficiente, como para tener una administración sin grandes sobresaltos: “Pertenezco a un frente amplio con 20 y pico de organizaciones que tienen 50 años”, resaltó. Sin embargo, más allá de los matices de su organización política, Mujica debería reconocer que su gobierno no hundió al Uruguay en la locura irracional que el kirchnerismo somete a la Argentina todos los días.
Uno puede sentirse más satisfecho con el desempeño de Luis Lacalle Pou y el impulso que el actual mandatario pretende darle a Uruguay. La obsesión del presidente con el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, la estabilidad y el ambiente favorable a la inversión (que ya hizo que se radiquen cientos de empresarios argentinos del otro lado del río) es incuestionable y significan un claro avance con relación al Frente Amplio. Pero también es cierto que la gestión izquierdista de Mujica no hizo ninguna de las locuras de sus amigos a nivel regional.
Excesivas cargas impositivas, inflaciones delirantes, control de precios y cambios, así como flagrantes violaciones a la propiedad privada, son parte del plan de gobierno de la coalición de izquierda en Argentina, que poco en común tiene con lo que hizo Mujica en su país. Muchos de los altos funcionarios del Frente de Todos, en especial dentro del ala kirchnerista, parecen tener la misma agenda que el “Pepe” cuando empuñaba las armas en nombre de la revolución socialista.
Mientras que en Argentina se amenazaba con la reforma constitucional en el anterior proceso kirchnerista, un video de Mujica viralizaba del otro lado del Río de la Plata. En el corto de un minuto y medio, el “Pepe” decía que era socialista “pero no bobo” y reconocía que, si ahogaba con impuestos a los empresarios, no tendría “para repartir”. Ese sentido común, que tiene cualquier socialdemócrata del mundo civilizado, no impera en el segmento del Frente de Todos que cuenta con los votos.
Antes de manifestar su preocupación por el inevitable desastre de sus amigos, Mujica debería comprender que el kirchnerismo se suicida con sus propios programas, arrastrando al desastre al resto de los argentinos. Esas recetas que él, desde su “socialismo no bobo”, se negó a implementar en su propio gobierno.