“He tomado la decisión de no continuar a cargo de la presidencia del Bloque de Diputados del Frente de Todos. Esta decisión nace de no compartir la estrategia utilizada y mucho menos los resultados obtenidos en la negociación con el Fondo Monetario Internacional, llevada adelante exclusivamente por el gabinete económico y el grupo negociador que responde y cuenta con la absoluta confianza del Presidente de la Nación, a quien nunca dejé de decirle mi visión para no llegar a este resultado”, con estas palabras escritas en una carta pública, Máximo Kirchner abandonó ayer la presidencia del bloque del oficialismo en la Cámara de Diputados.
Para quien piense que el sacudón terminó con la renuncia del hijo de Cristina Fernández de Kirchner, dueña del mayor capital político del frente peronista gobernante, solamente tiene que mirar las declaraciones de los referentes más cercanos a la vicepresidente. Parece que desde el kirchnerismo no habrá tregua para el golpeado albertismo, que no pudo disfrutar más de unas horas el “logro” del principio de acuerdo con el Fondo. Fernanda Vallejos, la exlegisladora que había insultado al presidente en unos audios de WhatsApp que fueron difundidos públicamente, ahora afirmó que el oficialismo ya no tiene casi ninguna posibilidad de retener el poder en Argentina después del 2023.
“Si antes de firmar el acuerdo, con el FMI en la nuca, ya perdimos históricamente en el 2021, la derrota en el 2023 con este acuerdo está con altísima probabilidad asegurada”. La representante del kirchnerismo duro también señaló que el ajuste ya está en marcha, y “el que diga lo contrario está mintiendo”. Como era de esperar, abrió además un signo de pregunta con respecto al voto K en el parlamento, necesario para aprobar el acuerdo. “No tengo dudas. Muchos diputados no comparten el contenido del acuerdo”, aseguró.
Como si fuera poco, el presidente, aturdido por el desaire del kirchnerismo que anticipamos en desde PanAm Post, por estas horas tiene que hacerse cargo de un incómodo regalito que le dejó Cristina: la marcha contra la Corte Suprema de Justicia. Anoche, ante la necesidad de mostrar la cara, mientras que los analistas decían por todos los canales que la coalición gobernante tenía un “vacío de poder”, Alberto tuvo que justificar la manifestación, que muchos denominan como “golpista”. Este evento bochornoso, no hará otra cosa que alejar todavía más a los votantes moderados que apoyaron al fallido Frente de Todos en 2019. Esto ya se ve en las encuestas desde hace varios meses. Ni bien comenzó el año, un 60% de los argentinos ya había dicho que repudiaba la gestión de la coalición peronista actual.
Aunque la implosión del oficialismo se lleve todos los titulares, lo importante tendría que escapar a la coyuntura. Esto debería ser el programa de gobierno de la oposición, para proponer al país el año próximo. Allí deberían estar puestas las energías. Todo pareciera indicar que, en lugar de atacar al oficialismo, lo más inteligente sería ver como se terminan de liquidar entre ellos. Lamentablemente, la historia argentina mostró que, a pesar de las calamidades peronistas, que terminan fundiendo a proyectos casi hegemónicos, el antiperonismo, con todo servido en bandeja, tiene serios problemas para estar a la altura de las circunstancias.