El economista y empresario argentino Gustavo Lazzari reabrió la discusión sobre los contenidos paraestatales del kirchnerismo en la televisión pública. En el programa de Viviana Canosa, “Lacha” se dirigió a los padres de los chicos que tienen acceso a esos programas y les recomendó, abiertamente, que los alejen de los mensajes adoctrinadores de la maquinaria comunicacional K. Incluso les dijo que si las maestras les dan tareas vinculadas con estas programaciones, directamente se dirijan a la escuela para pedir un cambio en los deberes. “Ponen a Marx como un abuelo bueno”, señaló el referente liberal. Es por ello, que repasamos la visión del canal Paka-Paka respecto a Adam Smith y Karl Marx, donde claramente queda en evidencia lo que señaló Lazzari en televisión.
El capítulo en el que el personaje infantil Zamba conoció al autor del Capital y del Manifiesto Comunista se tituló “La asombrosa vida de Karl Marx”. En el episodio, además del aspecto bonachón de la caricatura en cuestión, se humaniza a Marx. Se cuenta una historia de vida de un padre, de una madre que amaba mucho a sus hijos y sus aventuras rebeldes en los años de estudiante. Como era de esperar, el Marx intelectual, además de edulcorado, se presenta bastante distorsionado.
Lo único más o menos real es que el autor reconoció en el capitalismo un poderoso motor de desarrollo, pero en el dibujito animado, el personaje histórico se limita a reivindicar ciertos derechos sociales. Al mostrar a los obreros trabajando de sol a sol, el Marx de Paka Paka aparece como un hombre preocupado por las condiciones laborales. En lo concreto, parecería más un social demócrata de la época que el responsable del comunismo.
Adam Smith, que se muestra en un reluciente y radiante tren de la revolución industrial, no se observa tan humanizado. A diferencia de Marx, que apenas se le percibe un acento alemán, el autor de La riqueza de las naciones, no cuenta con historia personal y evidencia todos los clichés y prejuicios que un argentino le encuentra en un inglés. La pollera es el único toque escocés que tiene el personaje.
El intercambio entre Smith y Zamba termina cuando el niño le pregunta por los chicos tristes en la ciudad de Londres de hace 300 años. El autor se excusa diciendo “sorry”, dejando en evidencia que no tiene respuestas para las desigualdades generadas por el capitalismo. Como “yapa” el episodio en cuestión confronta a un obrero con el dueño de una fábrica en los clásicos roles de explotado y explotador.
Como señaló Lazzari, la maquinaria adoctrinadora del kirchnerismo tiene un único discurso y lo fomenta en todos los lugares donde el aparato del Estado se hace presente. Incluso en los canales de contenido infantil, en los cuales los dibujos animados de Karl Marx y Adam Smith fomentan la desinformación desde la más temprana edad.