Ante el desastre inflacionario constante, los argentinos ya están acostumbrados a buscar alternativas de reserva de valor originales, en los marcos reiterados de controles de cambio. Uno de los recuerdos de la última hiperinflación, que todavía guardamos los que vivimos el desastre alfonsinista, es el “ahorro en alimentos no perecederos”. Tener en stock latas de atún o conservas podía resultar en la Argentina de finales de los ochenta una buena idea (e inversión). No sólo de un mes a otro, sino de una semana para la siguiente. Ahora parece que el mejor negocio pasa por la góndola del vino.
Ante el derrumbe actual del peso, un estudio confirmó algo que no debería llamarnos la atención: el ahorro (y la inversión) en vino es más que conveniente que otras alternativas. El dato actual es que el desastre generado por el kirchnerismo hizo que, no solamente el stockeo en botellas sea eficiente contra la inflación que licúa el ahorro en el colchón, sino que también lo sea en materia de inversión, si comparamos con el resultado de un plazo fijo en el banco.
El Instituto de Estudios de Consumo Masivo hizo un relevamiento obtenido de mercadería escaneada proveniente de 1333 puntos de todo el país. Allí se tomaron como referencia grandes cadenas de supermercados, almacenes de cercanía y los clásicos “chinos” de barrio. De los 250 productos analizados, el vino argentino, que sobrevivió a la crisis de la pandemia, tuvo incrementos de entre un 60 y un 120 %.
Los datos fueron recolectados entre el 1 y el 14 de junio del año pasado y del vigente, y el resultado de la investigación fue contundente: ni el dólar ni las tasas de interés de los plazos fijos en los bancos ofrecieron ganancias equivalentes. “El estudio tomó el segmento constituido por los productos de primeras marcas que más se venden, es decir, que tienen una presencia promedio periódica permanente en la casa de los argentinos”, señaló Miguel Calvete, titular del instituto.
Variedades como el tempranillo o el rosado incrementaron sus precios en un 95 %, mientras que el clásico malbec lo hizo en un 61 % promedio. El fernet, los aperitivos y la cerveza también registraron aumentos de precios considerables. Pero, a pesar que la inflación va más rápido que los aumentos de sueldos, los bodegueros argentinos confirmaron que han mantenido casi la misma demanda, a diferencia de otros rubros.
“Según el simulador de plazos fijos en pesos del Banco de la Nación Argentina, quienes decidan invertir $10000 durante todo un año, recibirán una ganancia de $3700 al cabo de ese período, obteniendo un total de $13700, a una tasa nominal anual del 37 %. En cambio, quienes decidan utilizar esos mismos $10000 para stockearse con los productos mencionados anteriormente, podrían obtener una ganancia o evitar una pérdida del poder adquisitivo, que va desde los $6100, hasta los $12000, con tasas nominales anuales que parten del 61 % hasta los 120 puntos porcentuales”, aseguró el informe.
Da lo mismo si es reserva o un vino joven, sigue siendo mejor opción que el peso
Aunque exista la creencia generalizada que el vino se pone mejor con el tiempo, esto depende del caso. Mejor dicho, del vino. Una versión de guarda tiene un proceso de producción diferente a uno más “joven”. Para los vinos gran reserva se utilizan pocas de las mejores uvas (a menos frutos en la planta, mejor concentración), diferentes cuidados en la fermentación y barricas especiales, con un proceso concreto de oxigenación. No cualquier vino se pone mejor después de diez o veinte años de estiba en la botella. Sino está diseñado para la guarda, indefectiblemente se arruina.
Un varietal joven, que también puede ser un excelente vino, tiene otro proceso y está limitado a un consumo, si bien no necesariamente inmediato, acotado a dos o tres años. Pero la situación económica argentina hace que no solamente un vino de guarda le gane a la inflación y a la tasa de interés. Hasta las versiones de menos vida útil en botella sigue siendo negocio a la hora de pensar inversiones de mediano plazo. Si alguien tiene alguna duda, que espere a los resultados de un nuevo proyecto de ley del kirchnerismo, que saldrá con el apoyo de Juntos por el Cambio, y que gravará con el impuesto sobre los Bienes Personales a los plazos fijos.
Mejor, como dice la canción, tomarse un vino y olvidarse.