No es la primera vez que un terremoto sanjuanino se siente hasta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El de ayer lunes pudo haber sido el primero en época de teléfonos con cámaras, internet y videítos viralizados de las lámparas que se sacuden en los techos, pero los mayores se acuerdan de uno más intenso incluso. Los que no vivíamos entonces contamos con el recuerdo de los que sí estaban en 1944.
La historia de mi abuela en casa giraba alrededor del susto por un placard que se movió, al que se le cayeron las perchas con la ropa. Ya no está más el mueble, ya que puse ahí una cava de vino, pero ese rincón del living siempre me recuerda a la historia del “terremoto de San Juan que se sintió en Buenos Aires”. Pero más allá de los cuentos particulares de las familias porteñas sobre el sacudón que tuvo lugar en cada casa, aquel episodio tiene una historia común que terminó afectando a todos los argentinos: el inicio del romance entre Juan Domingo Perón y Eva Duarte.
La fecha fue parecida. El 15 de enero de aquel año, a las nueve menos diez de la noche, el terremoto que tuvo más de 10 kilómetros de profundidad nos dejó un desastre. Destruyó la mayor parte de la provincia y dejó un saldo de aproximadamente 9000 muertos. El número exacto es un misterio, ya que muchas víctimas no fueron nunca encontradas.
El funcionario del Gobierno militar en Buenos Aires que se propuso para liderar la campaña pública de la reconstrucción sanjuanina fue el Secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón. Todavía no existía el peronismo, pero estaba a punto de nacer. El hombre era viudo, ya que su primera esposa, Aurelia Tizón, había fallecido prematuramente en 1938.
En una reunión previa a un gran acto vinculado a la recaudación de fondos por la tragedia en el Luna Park, el militar compartió un encuentro con una de las actrices convocadas: la joven Eva Duarte, de 24 años de edad. El locutor de la jornada fue Roberto Galán, a quien la que pasaría a la historia como “Evita” le pidió el micrófono para decir una poesía.
“Eva entró en mi vida como el destino. Fue un trágico terremoto que sacudió la provincia de San Juan, en la cordillera, y destruyó casi enteramente la ciudad, el que me hizo encontrar mi mujer. En aquella época yo era ministro de Trabajo y Asistencia Social. La tragedia de San Juan era una calamidad nacional. Para socorrer a la población movilicé al país entero; llamé a hombres y mujeres a fin de que todos tendiesen la mano a aquella pobre gente de aquella provincia remota. Entre los tantos que en aquellos días pasaron por mi despacho, había una joven dama de aspecto frágil, pero de voz resuelta, con los cabellos rubios y largos cayéndoles a la espalda, los ojos encendidos como por la fiebre. Dijo llamarse Eva Duarte, ser una actriz de teatro y de la radio y querer concurrir, a toda costa, a la obra de socorro para la infeliz población de San Juan”, señaló Perón sobre aquel suceso.
Al mes ya vivían juntos y el resto es historia.