Hace poco, Argentina vivió su 17 de octubre, Día de la Lealtad Peronista. A las 48 horas, un fallo de la justicia de Buenos Aires (que trascendió recién hoy en la mañana) invoca la necesidad de recurrir al santo patrono justicialista, que data de aquel mítico primer día de la lealtad. Desde 1946 el peronismo celebra su “San Perón” cada 18 del presente y, a partir de este año, hay un nuevo motivo para rezarle al “santo” argentino.
Si tenés que cobrar una deuda en dólares, mejor préndele una vela al milagroso General de la Justicia Social, porque vas a necesitar ayuda de los cielos.
La multiplicidad de los tipos de cambio ya está haciendo estragos en los contratos, en los compromisos, las deudas y ya aparecen las primeras repercusiones judiciales que sentarán complicados precedentes para lo que viene. Para la tarde del lunes, comprar un dólar en la calle ya sale 190 pesos. Pero también existe un valor ficticio de 78, que no sirve más para estafar a los exportadores pesificados y para confundir con presupuestos nacionales simbólicos e inútiles.
Luego de un proceso judicial, la Cámara en lo Comercial de la capital dictaminó que el saldo pendiente de la compra de un inmueble adquirida mediante remate podría ser cancelado en devaluados pesos argentinos “conforme al tipo de cambio oficial”.
En la subasta, el comprador había abonado el equivalente al 30 % del total, y ante la intimación de abonar el resto en los dólares acordados, se argumentó la imposibilidad de adquirir la moneda extranjera “en virtud de la normativa cambiaria del Banco Central”.
Tengamos en claro que, en Argentina, como en el resto del mundo, los dólares no faltan. Están, pero hay que pagar por ellos. Y ante el derrumbe de la moneda falsificada por el Gobierno argentino, lógicamente, todos los días se necesitan más pesos para adquirir un verde.
Si no se termina urgente con el absurdo control de cambios, y se mantiene esta problemática del dólar “blue” y del “oficial” se licuarán deudas impunemente, se derrumbarán mercados como el inmobiliario y se terminará de espantar cualquier posibilidad de osada inversión.
Hoy, lo único que suena a un buen negocio en Argentina (para los que no adquieren divisas de favor del Gobierno), es venir de vacaciones, traer dólares de afuera, venderlos en el mercado negro y pasar unas vacaciones como un rey comiendo la mejor carne y tomando unos vinos increíbles a precios accesibles. Claro que no son inversiones a largo plazo, ya que no queda más que el recuerdo. Para el fatídico Buenos Aires de hoy no es poca cosa igual.
Cristina salió de la cueva para decir una estupidez
El silencio de la exmandataria y actual vicepresidente ya empezaba a ser ensordecedor. En medio del colapso cambiario, CFK publicó una carta en sus redes sociales con motivo del aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner y se refirió a la cuestión del dólar. Al respecto, dijo que esta problemática es “la más grave que enfrenta” el país y llamó a un absurdo “pacto social” entre todos los sectores para terminar con la situación de una economía “bimonetaria”.
“Es que la Argentina es el único país con una economía bimonetaria: se utiliza el peso argentino que el país emite para las transacciones cotidianas y el dólar estadounidense que el país —obviamente— no emite, como moneda de ahorro y para determinadas transacciones como las que tienen lugar en el mercado inmobiliario. ¿Alguien puede pensar seriamente que la economía de un país pueda funcionar con normalidad de esa manera?”, señaló.
Lo que debería preguntarse la jefa del Frente de Todos es qué país puede funcionar con dirigentes políticos que no reconocen la problemática de vivir con déficit fiscal e imprimen dinero sin restricciones, pensando que la relación entre la inflación y la emisión monetaria es un “mito neoliberal”.
Mañana… 27 de octubre.
A diez años sin él y a uno del triunfo electoral: sentimientos y certezas.https://t.co/vzo5Vziiw5— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) October 26, 2020
El recuerdo de Duhalde
Con el fallo judicial que avala la pesificación de una deuda en dólares, los argentinos recordaron automáticamente al expresidente Eduardo Duhalde y su discurso fallido al asumir la transición de 2002. Con la convertibilidad que acababa de volar en pedazos, y con los depósitos confiscados, el dirigente peronista les prometía a los ahorristas que los que habían depositado dólares iban a recibir dólares. No hay que recordar que pasó.
Era tan evidente como lo de estas horas, con otro Gobierno justicialista al mando. Alberto Fernández asegura que no piensa devaluar, ya que eso sería incrementar la pobreza.
Alguien debería avisarle al presidente que la devaluación es un hecho y ya se reflejó en el tipo de cambio real. Lo único que conseguirá dilatando la aceptación de la realidad y la presentación de un plan económico es un nuevo “Rodrigazo” como en 1975.