El presidente argentino paga por estas horas muy caro el precio de querer jugar con dios y con el diablo por demasiado tiempo. El voto necesario en las Naciones Unidas respaldando los informes de Michelle Bachelet contra las evidentes violaciones a los derechos humanos en Venezuela puso al mandatario entre la espada y la pared. Fernández debería haber tenido en cuenta el día que asumió que esto podía pasar en cualquier momento.
Hay que reconocer que Alberto no la tiene fácil dentro del Frente de Todos, donde conviven el chavismo kirchnerista y la derecha peronista. Pero lo cierto es que nadie lo obligó a aceptar la propuesta de Cristina Fernández para acceder a la Presidencia dentro del marco de una alianza que podía ganar una elección, pero que no puede formular un plan de gobierno.
La tragedia venezolana fue el punto más incómodo para el jefe de Estado, que desde la campaña presidencial viene surfeando entre las más diversas opiniones sobre el tema dentro de su frente político. Cuando le ponen un micrófono a Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, el legislador habla de «dictadura», «persecución» y «violación a los Derechos Humanos». Pero cuando el que habla en nombre del Gobierno es el embajador ante la Organización de los Estados Americanos, Carlos Raimundi, resulta que en el paraíso bolivariano está todo bien, y el único problema que hay es la injerencia colonialista norteamericana. Esta bipolaridad peronista no es nueva en Argentina. El problema es que, como se dio en el marco de un gobierno en ejercicio, todo terminó muy mal e incluso a los tiros.
El voto en las Naciones Unidas enojó mucho al chavismo venezolano y a sus representantes argentinos. Ayer, la que iba a ser embajadora en Rusia, Alicia Castro, pegó el portazo del Gobierno. La que en su momento fue íntima amiga de Hugo Chávez publicó una extensa carta y aseguró que no puede ser parte de la política internacional de este Gobierno.
URGENTE‼️ @AliciaCastroAR se va del Gobierno con una contundente carta de renuncia indeclinable. "Hoy quiero presentar mi renuncia como embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores". Nota en desarrollo en https://t.co/v4Bmny78mY pic.twitter.com/emPhUuBZjX
— Cynthia García (@cyngarciaradio) October 7, 2020
Las repercusiones llegaron hasta Caracas y en una transmisión televisiva Mario Silva, constituyente del Partido Socialista Unido, arremetió contra el presidente argentino. En algo hay que darle la razón al dirigente chavista: la ambigüedad de Fernández es una vergüenza.
Con la predecible lectura superficial del tema, el vocero de Maduro aseguró que Alberto «engañó» a Cristina Kirchner y al pueblo argentino. Probablemente al único que engañó Fernández es a él mismo por pensar que iba a poder mantener por más tiempo esta posición ambivalente. Las contradicciones del Frente de Todos no podían llegar a buen puerto y las necesidades de buenos términos con Washington en el marco de la deuda no le daban mucho margen al presidente argentino.
Hoy los chavistas lo insultan y lo obligan a recostarse en el ala conservadora del peronismo. Pero por lo que hasta ahora ha mostrado, Fernández ni aprovechará esta oportunidad para corregir el rumbo. El poco carácter que ha demostrado hasta el momento da a entender que pretenderá reparar el diálogo con Caracas con explicaciones telefónicas que hasta puede que ni Maduro acepte. La crisis que atraviesa hoy el presidente argentino era predecible. Tan predecible como el final caótico de un Gobierno que ya no tiene ninguna posibilidad de llegar a buen término.