El caso del exdiplomático mexicano Andrés Roemer ha venido copando los diarios desde 2021, cuando fue denunciado por presunto abuso sexual. Las querellantes fueron, supuestamente, 61 mujeres que hablaron de sus encuentros con el intelectual y lo expusieron en las redes sociales. Sin embargo, solo cuatro de estos señalamientos fueron judicializados. Los demás quedaron para lapidar tanto su reputación que terminó huyendo a Israel, dónde fue detenido en octubre.
Sobre este caso hay mucha tela que cortar por la incrongruencia que se ha hallado en algunas acusaciones a las que tuvo acceso Valentina Ortiz, quien es una de las investigadoras del caso. Ella, en entrevista con PanAm Post, aclaró una serie de dudas en torno a la causa de Roemer. En primera instancia, habla sobre un modus operandi que se ha detectado en investigaciones de esta naturaleza, cuyo paso a paso encaja con una guía que enumera los métodos para hacer caer a un hombre poderoso, según relata la obra.
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Se trata del método DAMN (Destroy A Man Now en inglés o cómo destruir un hombre ahora), de la autora Angela Confidential —nombre que es un pesudónimo—, el cual repasa en cuatro capítulos las maneras de difamar a un hombre para romperlo moralmente, así como también a su círculo social. Justo lo que ocurre con Roemer.
En este manual referido por Ortiz, se relatan tácticas nocivas para ir detrás de un hombre y destruir su espíritu y finanzas hasta la médula. Tal como su autora lo señala, estos métodos están dirigidos a dañar a un hombre, si es correcto o no, no es un terreno que se quiera transitar en la obra. Sin embargo, sí aclara que el daño lo hace a todos los frentes. Primero, se va en contra de la reputación, pues en opinión de Angela Confidental, lo más fácil en estos días es hacer alegaciones (afirmaciones sin pruebas de algo ilegal) y, a pesar de que en un tribunal de justicia un hombre es inocente hasta demostrarse lo contrario, en el tribunal de opinión ocurre que eres culpable hasta que pruebes ser inocente.
A esto le sigue la propagación, por medio de las plataformas, de cualquier aseveración. Es que las denuncias atraen atención y la violencia vende. Por lo tanto, un grueso considerable de la población estará dispuestos a ver anunciantes que interrumpan lo que te esté leyendo, tan solo para continuar con el hilo de la historia, mientras que los medios de comunicación masivos se manejen con vocabulario de denuncias y acusaciones. En tal sentido, como indica Confidential “una acusación no necesita pruebas, porque mediante la manipulación mediática se convierte en su propia prueba”.
Esta práctica, que denunció Valentina Ortiz en PanAm Post, termina por mancillar la figura del hombre ante la sociedad. En su opinión, “los hombres hoy en día han sido despojados de cualquier tipo de empatía básica, mínima, humana. Los hombres no son considerados a ojos de la sociedad, a ojos de la cultura, como ciudadanos de pleno derecho, por lo menos en lo que respecta al plano de lo social”.
Es por esta razón que ella se ha abocado a investigar estos casos en países de habla hispana. Por ello, agrega que “hoy nos toca ser a nosotras quienes los defendamos a ellos (los hombres), en un contexto donde unicamente cuando hablamos las mujeres es cuando se empieza a dar un mínimo de relevancia, un mínimo de importancia a las problemáticas que sufren los hombres”.
Asimismo, Ortiz recalcó que “el hecho de que existan sistemáticamente tantas falsas denuncias, le está arrebatando sistemáticamente recursos apoyos y contención a las mujeres que verdaderamente están sufriendo este flagelo. Además, se empieza a sembrar la duda de su credibilidad. Cuando aligeramos el peso de lo que supone una dnuncia por un abusso sexual o por maltrato a la pareja existe mayor peligro para obviarlas”.
Ahora la inocencia del hombre está en peligro, gracias al manual de denuncias falsas que apunta en su contra, por lo cual Valentina Ortiz explica que la mejor forma de proteger a las víctimas reales es no asignar recursos a casos falsos. Ya que además deslegitiman la voz de las verdaderas desprotegidas. Y la justicia, en lugar de abogar por ellas, pierde tiempo y dinero en casos políticos e ideológicos.