Italia fue uno de los países que más sufrió al inicio de la pandemia del coronavirus y, como consecuencia, padeció algunas de las peores restricciones. Entre ellas figuró que más de 4000 profesionales de la salud perdieron su empleo por no estar vacunados contra el virus. Sin embargo, esta exclusión llega a su fin con la nueva primera ministra, Giorgia Meloni, quien restituyó a sus labores al personal que no quiso inyectarse. Esta se calificó como la medida más preponderante para iniciar su gestión.
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Por medio de un decreto, la primera ministra adelantó dos meses el fin de la vacunación obligatoria para el personal sanitario, cuya fecha había quedado pautada para el 31 de diciembre. Bajo la justificación que hay “escasez de personal médico”, reincorporó a los previamente destituidos que han decidido no se inoculados con la dosis de las vacunas.
Según el ministro de Salud elegido por Meloni, Tor Vergata Orazio Schillaci, los médicos pueden volver a trabajar debido a que el cuadro epidemiológico ha cambiado. “Tenemos carencia de sanitarios, porque ha habido una programación equivocada en los últimos 10 años. Cada vez hay más médicos extracomunitarios y personal al que se paga por horas. La reincorporación de estos médicos sirve para luchar contra la carencia de personal”.
Al ser las primeras medidas que toma el gobierno, muestra el compromiso de Meloni y su gabinete de enfrentar al “establishment” y romper con el sistema imperante hasta el momento. Meloni reprochó que el abordaje de la pandemia era “demasiado ideológico”. Denunció que “se limitaron las libertades fundamentales de las personas y las actividades económicas”. Ahora que está en el poder, Meloni pone en marcha lo que reclamó mientras lideraba la oposición: el fin de la obligación de vacunación. ha tardado en ser criticada. El líder de la actual oposición, Enrico Letta, secretario general del Partido Democrático, reclamó que “la primera medida del Gobierno ha sido premiar a los antivacunas”.
Lo mismo reportó El País de España, al aseverar que Meloni le hizo un guiño a los “antivacunas”. No obstante, el ministro de Salud ha dejado en claro que “la importancia de las vacunas ha sido muy importante. Agradezco también a los médicos que se han prodigado contra la covid, pagándolo también con la vida”.
Junto a la primera ministra, aclararon que si bien la vacuna no será obligatoria, la mascarilla sí. Aunque inicialmente proponían la remoción de la mascarilla, fueron asesorados por expertos que era mejor conservar este requisito cuando se trate de los tapabocas.
La lucha contra la obligatoriedad de la vacuna ha sido labor del partido de Meloni por meses. No obstante, no han faltado detractores que le acusan que ser cómplice de lo que se ha denominado por algunas facciones como la “tiranía sanitaria”.
Si bien es cierto que al principio de la pandemia se mostró favorable a la obligatoridedad de la vacuna, alineada con la política de la Unión Europea, una vez que se estabilizó el manejo de la pandemia, su partido, Fratelli d’Italia, tomó las calles en protesta contra la vacuna obligatoria. Sobre todo contra el “green pass”, el pase sanitario para circular libremente.