El régimen talibán, que asumió el poder de facto en Afganistán tras la caótica retirada de tropas estadounidenses a mediados de 2021, se mantiene en total aislamiento como consecuencia del extremismo islámico que ha impuesto en el país y que se evidencia con el veto a las mujeres en escuelas y universidades, la ilegalización de los partidos políticos, la represión a las protestas, el restablecimiento de las ejecuciones públicas y la prohibición de promover cualquier religión distinta al islam. Aparte de haber participado en junio del año pasado en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, Rusia, son escasos los espacios donde tiene cabida. Sin embargo, China parece tener toda la disposición a abrirles las puertas de la comunidad internacional a los talibanes. Así lo demostró el régimen comunista en el III Foro de la Nueva Ruta de la Seda, celebrado la semana pasada en Pekín.
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Haji Nooruddin Azizi, ministro interino de Comercio de los talibanes, encabezó la delegación que asistió a la cumbre de más alto nivel a la que la administración talibán había sido invitada. La Nueva Ruta de la Seda es una iniciativa presentada hace diez años por el régimen chino en Kazajistán, con la que busca afianzar su influencia internacional mediante la construcción de puertos, vías férreas o aeropuertos. Si bien China no ha reconocido formalmente el gobierno de los talibanes, el mes pasado se convirtió en el primer país en designar nuevo embajador en Afganistán.
Además de la aversión por la presencia estadounidense en la región, a China y el Afganistán controlado por los talibanes los une una estrecha frontera. Los acercamientos entre Pekín y Kabul son cada vez más notorios. El pasado mes de septiembre se conoció que el régimen talibán estaba trabajando en la extensión de una red de cámaras de vigilancia por las principales ciudades del país y que China exploraba una participación en este proyecto con la empresa tecnológica Huawei. Este anuncio activó las alarmas de activistas defensores de derechos humanos ante la posibilidad de un incremento en la persecución y opresión a las mujeres. Y es que China tampoco se destaca por el resto a la libertad de expresión y las libertades individuales.
Analistas entrevistados por el China Morning Post sugieren que el régimen chino tiene “intereses” en elevar el perfil de los talibanes en la comunidad internacional por varias razones que benefician a Pekín tanto en el ámbito político como económico y diplomático.
Interés político: neutralizar a los uigur
Raffaello Pantucci, investigador principal de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de Singapur, dijo al mencionado medio asiático que China necesita que Afganistán se mantenga relativamente estable, dado que militantes de la minoría musulmana uigur, sometida a trabajo forzado en la provincia de Xinjiang, usan territorio afgano cercano a la frontera con China como base desde la cual atacar al gigante asiático. Y es que según el régimen de Xi Jinping, existen grupos separatistas que operan en esa zona, incluido el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, con sede en Afganistán, cuyo objetivo es establecer un Estado islámico independiente en Xinjiang y Asia Central. “Esta cuestión sigue siendo una prioridad y, desde la perspectiva de China, una forma de lograr que las autoridades locales ayuden a abordarla es ganándosela con amistad e inversión”.
Interés económico: extraer litio afgano
China siempre tiene intereses económicos. De eso no hay duda. Richard Ghiasy, investigador principal del Centro Leiden Asia de la Universidad de Leiden, con sede en los Países Bajos, recordó al China Morning Post que “China es la fábrica número uno del mundo, y Afganistán es uno de los principales depositarios de materias primas del mundo”, siendo el litio uno de estas. Entonces, el régimen de Pekín podría involucrarse en la extracción de materias primas en Afganistán a cambio de ayudar a aumentar el grave déficit de infraestructura crítica en el país. Este experto considera que China “podría desempeñar un papel tremendo en la economía de Afganistán”, pero para eso necesita ayudar al régimen afgano a salir del aislamiento global. La Nueva Ruta de la Sede es la principal herramienta de seducción de China y ya parece estar surtiendo efecto en los talibanes. Haji Nooruddin Azizi dijo después del evento en Pekín que esperan unirse formalmente a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda.
Interés diplomático: ser una “potencia responsable e inclusiva”
Para China, ayudar a Afganistán le sirve para posicionarse ante el mundo como una “gran potencia responsable e inclusiva”, ya que confía en que incorporando a los talibanes a foros internacionales de este nivel el régimen que gobierna Kabul “vuelva al buen camino” y así resolver la crisis humanitaria que allí se vive, estima Jiayi Zhou, investigador del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo. “China está brindando a Afganistán y a los talibanes oportunidades y plataformas para intercambios con la comunidad internacional. Porque China cree que esto ayudará a promover cambios en los talibanes y hará que se desarrollen en una dirección más moderada”.