Los representantes del régimen talibán arribarán a Rusia ataviados con sus mejores shalwar kameez —traje tradicional de túnica y pantalón— para participar en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF), entre el 15 y 18 de junio, reveló Reporterly en Twitter.
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El gobierno de Vladímir Putin recibirá al grupo extremista Islámico que tomó el poder en Afganistán en agosto del año pasado, luego del caótico retiro de tropas de Estados Unidos. Allí hablarán de cooperación logística, energía verde, ética digital, comercio electrónico trasnacional, patriotismo de consumidores y su nueva marca “made in Russia”.
Russian Media reported that #Taliban’s charge d'affaires Jamal Nasir Garhwal will also participate in St. Petersburg International Economic Forum (SPIEF).
This forum will be held from June 15 till June 18. pic.twitter.com/EXbLLbu5I2— Reporterly (@Reporterlyaf) June 7, 2022
Una alianza en crisis
Putin recibe a los talibanes porque los necesita. El grupo fundamentalista tiene interés en comprar petróleo y gas a Rusia. De concretarse este negocio se oxigenarían las arcas de Moscú, que hoy enfrenta sanciones impuestas por la guerra que mantiene desde hace más de tres meses en Ucrania.
Kabul capitaliza a favor la coyuntura. Por ello, puja por retomar el proyecto del gasoducto TAPI, ideado para transportar gas a través de Turkmenistán, Afganistán, Pakistán y la India, mediante un oleoducto de 1814 kilómetros. La construcción comenzó en diciembre de 2015, pero el tramo que atravesaría al territorio afgano está inconcluso.
Putin tiene pocas opciones para resistirse, aún más cuando las proyecciones de su economía son trágicas. La caída de su Producto Interior Bruto (PIB) alcanzará 30 % este año, mientras la inflación rondaría entre el 18 % y el 20 %. Productos importados como teléfonos móviles comenzaron a escasear en el mercado ante la suspensión de las exportaciones de Xiaomi y Lenovo hacia Rusia.
Asimismo, según datos de El País, Taiwán, el mayor exportador de microchips del mundo, vetó el envío a Rusia de los que superen los 25 megahercios. La aerolínea Kamchatka también redujo sus vuelos por no poder arreglar sus Cessna y RhZD, mientras que la compañía ferroviaria rusa, suspendió varios trenes de alta velocidad después de que su fabricante, Siemens, cancelara su mantenimiento. Ni Boeing ni Airbus están despachando piezas.
Relaciones peligrosas
El régimen talibán también parece claro en sus intereses con Rusia. Dos días después de tomar el poder en Kabul se reunieron con el embajador ruso en Afganistán, Dmitry Zhirno. En su momento este funcionario dijo que no había visto evidencia de represalias o violencia.
En abril, Putin les entregó la embajada afgana en Moscú y aceptó a Yamal Gharwal como representante diplomático del movimiento fundamentalista. Desde entonces, Said Tayeb Jawad, representante del gobierno del expresidente exiliado, Ashraf Ghani quedó relegado.
Gharwal es afín a Putin. Asegura que las sanciones impuestas contra Rusia no afectan los planes de desarrollar cooperación económica con el Kremlin. «No notamos cambio alguno. Estamos cooperando como antes y lo seguiremos haciendo».
Sin embargo, Kabul tiene poco para ofrecer. El país vive una escasez aguda de efectivo ante las restricciones para administrar los bancos y pagar salarios, por el congelamiento de las reservas del banco central afgano. Su economía es precaria. Mientras tanto, el desempleo y los precios de los alimentos aumentan.
De hecho, para Naciones Unidas, el 97 % de los afganos está en riesgo de pobreza extrema. El jefe de la Delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja, Eloi Fillion, muestra a través de su Twitter las ventas de enseres domésticos en Kabul para sobrevivir, “ganar dinero y poner comida en la mesa”.
Rusia avanza con estas relaciones en un laberinto sin retroceso. Permitió al régimen talibán adherirse al «Formato Moscovita» —reuniones que desde 2017 encabezan Rusia, Estados Unidos, Pakistán, China, Irán e India— para exigir que Washington y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) asuman la reconstrucción del país. Ahora, solo queda seguir con la incertidumbre de todo ello lo vuelva presa del Daesh, y termine siendo parte del proyecto del califato. Su catástrofe sería inevitable.
In #Kabul, I still see more people selling their household items in order to earn money and put food on the table
The deepening economic crisis drives millions of Afghans into poverty
We can’t contain such a crisis without the full mobilization of the international community pic.twitter.com/lBCNC07gxo
— Eloi Fillion (@EFillionICRC) June 6, 2022