La cuenta se pierde. Los resultados también. Desde que Hugo Chávez convocó –con crucifijo en mano– al primer “diálogo” con la oposición luego de su breve salida del poder hace exactamente 21 años, ha habido por lo menos una veintena de encuentros infructuosos en los que la única novedad ha sido el cambio de locación. De Caracas pasaron a Santo Domingo (República Dominicana), luego a la isla de Martinica, después se mudaron a Ciudad de México y ahora le toca el turno a Bogotá.
Será a finales de abril cuando se instale en la capital colombiana la nueva mesa de diálogos entre el chavismo y la mal llamada oposición venezolana. En esta oportunidad se plantea un encuentro “a nivel de cancilleres”, asumiendo además Estados Unidos un papel de mediador con la eventual presencia del secretario de Estado, Antony Blinken, según asegura haber conocido de primera mano la emisora colombiana Blu Radio.
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Las partes aún no han confirmado oficialmente su participación. En dado caso, le correspondería viajar a Bogotá a Yvan Gil, actual canciller del régimen venezolano. Pero salta la duda sobre quién representaría a la otra parte, considerando que el gobierno interino de Juan Guaidó cesó sus funciones el año pasado. Durante su vigencia, hizo las veces de canciller el exdiputado Julio Borges, quien, por cierto, estableció su residencia en la capital colombiana luego de salir de Venezuela debido a la persecución de la dictadura. Sin embargo, cabe recordar que desde el primer encuentro en México, a mediados de agosto de 2021, la representación del extinto interinato aceptó la degradación de su tratamiento a “plataforma unitaria” de la oposición, lo que marcaba el fin del gobierno de Guaidó, que en la práctica no llegó a tener poder interno.
El favor devuelto de Petro
Ahora, luego de tres viajes a Caracas y otro encuentro en la frontera, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, le devolvió el favor a Nicolás Maduro, que puso la capital venezolana como sede de la primera ronda de negociaciones con la narcoguerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
El 28 de marzo, a los pocos días de haber regresado de Venezuela, el mandatario colombiano anunció en su cuenta de Twitter que convocará a “una conferencia internacional con el objetivo de construir la hoja de ruta que permita el dialogo político efectivo de la sociedad y el gobierno venezolano”. De acuerdo con la información de Blu Radio, esto se estaría concretando a menos de un mes del anuncio y faltando estratégicamente un año para las elecciones presidenciales en Venezuela, proceso para el cual la oposición ya anunció su participación con un candidato único que será elegido en las primarias del próximo 22 de octubre.
La mediación de EEUU y la UE
Otro aspecto que destaca el medio colombino es el hecho de que en la nueva mesa de diálogos entre el chavismo y la oposición venezolana que se llevará a cabo en Bogotá no estará presente Noruega como país mediador, sino Estados Unidos, muy probablemente con su secretario de Estado, Antony Blinken, y delegados de la Unión Europea “del más alto nivel”, al menos para respaldar las conversaciones iniciales.
Si bien, en toería, la mediación de Washington podría interpretarse como un acto de mayor presión contra la dictadura venezolana, en la práctica podría terminar ocurriendo lo contrario. No es un secreto que desde la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, el gobierno demócrata ha venido flexibilizando algunas sanciones impuestas contra el régimen venezolano por la Administración de Donald Trump, permitiendo la reanudación de operaciones en el país de petroleras como la estadounidense Chevron, la española Repsol y la italiana Eni. Además, el 1 de octubre del año pasado Biden ordenó liberar a Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, los sobrinos de Cilia Flores, la esposa de Nicolás Maduro, los cuales se encontraban presos desde hace siete años en EE. UU. por delitos de narcotráfico, a cambio de cinco directivos de Citgo de nacionalidad estadounidense que estaban encarcelados en Venezuela.