El restablecimiento de relaciones entre Colombia y Venezuela tiene un trasfondo más político que económico. El propio mandatario colombiano, Gustavo Petro, dijo al cumplirse un mes de la reapertura de la frontera que “la economía sigue pasando por la trocha”, reconociendo así la falta de resultados en materia comercial. Sin embargo, no dudo en viajar a Caracas para reunirse con Nicolás Maduro, donde sellaron una alianza que ya empieza a cosechar frutos para los intereses políticos de ambos con una misma excusa: el diálogo. Por un lado, este lunes se instaló en la capital venezolana la mesa de diálogo entre el Gobierno colombiano y la narcoguerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Y por el otro, Petro fue el encargado de anunciar este miércoles la reanudación de los diálogos entre el régimen de Maduro y la oposición venezolana desde el viernes.
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De esta manera, Petro y Maduro buscan lavarse mutuamente la cara con sendos procesos de diálogos que –tal como la experiencia en ambos casos ha demostrado– no resuelven los conflictos que padecen ambas naciones. En el caso colombiano, el Acuerdo de Paz con las FARC conseguido en 2016 tras un proceso de diálogo en La Habana y un inédito desacato a la voluntad popular solo se tradujo en mayor impunidad. En el caso venezolano, los intentos de diálogo entre el chavismo y la oposición solo le han servido al régimen para ganar tiempo y prolongar su permanencia en el poder con la complicidad de actores políticos que se dicen opositores pero solo buscan mantener el status quo.
La impunidad de los acuerdos de paz con las narcoguerrillas
Con Cuba, Noruega y Venezuela como veedores internacionales –este último además como sede– se iniciaron el lunes las conversaciones entre el Gobierno de Petro y el ELN. El alto comisionado para la paz, Danilo Rueda, aseguró que desde el Ejecutivo colombiano perciben que “hay disposición” por parte del grupo narcoguerrillero que ha sembrado el terror tanto en Colombia como en territorio venezolano.
Fueron 23 personas, incluido el atacante, las que murieron en el atentado cometido por el ELN en enero de 2019 en la Escuela de Cadetes General Santander, de Bogotá. Además, Violeta Arango, procesada por el atentado en el centro comercial Andino de la capital colombiana, en el que murieron tres personas, fue puesta en libertad e incorporada a esta mesa de diálogo en calidad de gestora de paz. Una decisión que ha generado un gran repudio por la impunidad que se asoma, lo cual ha negado Danilo Rueda, argumentando que ella sigue siendo investigada por la justicia colombiana.
Pero la experiencia con el proceso de paz anterior no muestra resultados alentadores. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) solo se fragmentaron en dos facciones: una que se incorporó a la política consiguiendo curules en el Congreso sin haber reparado a las víctimas y otra que volvió a las armas bajo el eufemismo de “disidencias” que siguen secuestrando, asesinando y reclutando menores en medio de una guerra entre distintos grupos por el control de territorio. Y es que nada más en el primer fin de semana de 2022 se contaron más de 30 muertos en un par de enfrentamientos entre las FARC y el ELN, uno de ellos en el estado venezolano de Monagas, a unos 900 kilómetros de la frontera, lo que confirmaba la presencia de la guerrilla colombiana en el país. A propósitos de los diálogos iniciados en Caracas, la oposición venezolana dirigida por Juan Guaidó aprovechó este martes para poner sobre la mesa el tema que es un secreto a voces, exigiendo la salida de Venezuela de la guerrilla del ELN.
Se reanuda el diálogo entre el chavismo y la oposición
Pero esta oposición que muestra su desacuerdo con el proceso de diálogo que beneficia a Petro, se sentará nuevamente en una mesa de diálogo que servirá para mostrar el supuesto talante democrático de Maduro. Fue precisamente el mandatario colombiano el encargado de anunciar que “este 25 y 26 de noviembre se reinician los diálogos entre el gobierno de Maduro y la oposición venezolana”.
Este 25 y 26 de Noviembre se reinician los dialogos entre el gobierno de Maduro y la oposición venezolana.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) November 23, 2022
Gustavo Petro participó hace unas semanas en unas conversaciones previas que se llevaron a cabo en París, en el marco del Foro Mundial de Paz, en el que también estuvieron sus homólogos de Argentina, Alberto Fernández, y de Francia, Emmanuel Macron; así como el representante de la delegación opositora, Gerardo Blyde, y el jefe de la delegación del chavismo, Jorge Rodríguez. Luego de ese encuentro Petro dijo que sería clave para revitalizar la mesa de diálogos de cara a las elecciones presidenciales que corresponden realizarse en 2024. Dos días después de iniciados los diálogos entre el Gobierno colombiano y el ELN en Caracas, Petro anuncia el diálogo entre el chavismo y la oposición venezolana.
Este nuevo acercamiento que se había iniciado en agosto de 2021 en México fue suspendido de manera unilateral por el régimen en protesta por la extradición de Álex Saab a Estados Unidos, señalado por este país como testaferro de Maduro y solicitado por delitos relacionados con lavado de dinero. Pero la lista de diálogos infructuosos e intentos de negociación entre la oposición y el chavismo es larga. De aquella primera mesa en la que participaron como mediadores el entonces secretario general de la OEA, César Gaviria, y el expresidente estadounidense, Jimmy Carter, pocos se acuerdan. Tampoco se pueden olvidar los encuentros en los que fungieron como veedores la Iglesia y el expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. El resultado siempre ha sido el mismo: la liberación de algunos presos políticos que no tardan en ser sustituidos por otros y la celebración de elecciones sin garantías que le permiten a la dictadura prolongar su permanencia en el poder a cambio de ceder pequeñas parcelas a algunos opositores, al tiempo que proyecta al mundo una aparente normalidad democrática.