La escasa dinámica ideológica como rectora de la política colombiana llevó a Enrique Gómez a recuperar el año pasado la personería jurídica del Movimiento Salvación Nacional para participar en las elecciones presidenciales en las que resultó electo el izquierdista Gustavo Petro. Más allá del resultado electoral, él buscaba rescatar los principios de derecha conservadora del partido fundado tres décadas atrás por su tío, Álvaro Gómez Hurtado, cuyo asesinato en 1995 en el que aparecen como sospechosos miembros de la clase política, narcotraficantes y hasta el gobierno de turno, aún deja más preguntas que respuestas.
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Enrique Gómez Martínez lleva la política en la sangre. Su padre, Enrique Gómez Hurtado, fue senador de la República. Y su abuelo, Laureano Gómez, fue presidente del país entre 1950 y 1951, cargo que cedió por problemas de salud y que al intentar retomarlo en 1953 fue depuesto mediante un golpe de Estado por el general Gustavo Rojas Pinilla. Recuperar el sentido ideológico de la política colombiana es su norte, sobre todo ante las candidaturas sin definición conceptual que permitieron el arribo del exguerrillero del M-19 al poder y la posición utilitaria de los partidos que se suponían de oposición y terminaron formando gobierno con Petro.
Desastre económico a alta velocidad
En tres meses de la actual administración ya advierte sobre la debacle económica que avanza a mayor velocidad que en otros países de la región gobernados por la izquierda, pues le preocupa que se está aplicando la misma fórmula. “Vamos a hacer la película del desastre venezolano y el desastre argentino pero no en cinco años o en seis años sino posiblemente en meses”.
A pesar de las correcciones que ha tenido que asumir el Ejecutivo con algunas modificaciones al proyecto de reforma tributaria y en cuanto a la política de exploración y explotación petrolera, considera que “Petro no tiene reversa” porque se debe a su colectivo de “creyentes radicales”. Lo califica como “un marxista que no puede hacer sino lo que cree”.
¿Vendrá una constituyente?
En lo político, le preocupa la solidez de las instituciones, pues considera al Congreso “un mercado persa” donde “se vende el voto”. Sostiene que la institucionalidad es “muy débil” y está “comprada, sobornada”. Teme incluso que esta debilidad permita el avance hacia un sistema autoritario. “Yo creo que la institucionalidad en Colombia y la posibilidad de mantener un transcurso democrático está bajo un peligro todavía mayor al que terminó materializándose en Venezuela o Cuba”. Por ello estima conveniente no subestimar a Petro ni permitirle ganar tiempo dándole votos de confianza estériles. Destaca que la democracia se defiende desde el primer día. “O le quitamos la máscara a este gobierno o vamos a quedar entre las dictaduras”.
Gómez no descarta que en los planes de Gustavo Petro esté avanzar hacia un cambio de la Constitución para desmontar el sistema político, pues alerta que para lograr la “paz total” se está cediendo ante las condiciones que pone el Ejército de Liberación Nacional (ELN). “El grupo guerrillero tiene tres condiciones: desmontar la fuerza pública, diálogos regionales vinculantes y asamblea nacional constituyente. Los tres requisitos ya se los otorgaron”.
Primera Línea, “mucho peor” que los colectivos chavistas
Rescata el hecho de que la oposición se ha manifestado masivamente en las calles y advierte sobre el uso de grupos de choque por parte del gobierno, tal como lo ha hecho el chavismo en Venezuela para contrarrestar las marchas opositoras con contramarchas oficialistas, pero llegando a superar en peligrosidad a los llamados colectivos al servicio del régimen venezolano. “La ‘Primera Línea’ es mucho peor y Petro está dispuesto a usarla”, añade.
Con la llegada de la extrema izquierda al poder en Colombia quedaba solo Brasil como país influyente cuyo mapa no se había pintado de rojo. Por ello, Enrique Gómez lamenta que “la capacidad del votante latinoamericano de equivocarse y optar por la opción populista es infinita”. Ante la segunda vuelta en Brasil de este 30 de octubre, lanza una advertencia: “Estamos ad portas de que Brasil vuelva a quedar en manos de un viejo, decrépito, corrupto que presidió un esquema de corrupción que se hizo famoso en el mundo por ser el mayor esquema de corrupción público-privado de la historia”. Considera un alivio que el Congreso pueda ser un contrapeso en un eventual gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, pero advierte que esa debilidad política lo volvería más radical.