La desaceleración económica de China pone en peligro a la industria vitivinícola de Chile. Intentar ocultarlo es inútil cuando la exportación de vinos chilenos hacia Pekín cae a mínimos (alrededor de 47 % en volumen) sin ninguna esperanza a corto plazo para los Chardonnay, Sauvignon Blanc, Cabernet Sauvignon y Merlot que salen desde las bodegas de la región Maule, O’Higgins y Metropolitana al gigante asiático.
La contracción está recogida en las últimas estadísticas de la organización Vinos de Chile, donde China pasó de ser el primer comprador al cuarto, empujando a Chile a cerrar el primer semestre de 2023 con “inéditas bajas” en la exportación de vinos, tras negociar 20 millones de cajas y 584 millones de dólares, cifras que representan 24 % menos en volumen y valor frente al mismo período del año pasado.
El golpe es severo. Equivale al periodo más desafiante para la industria chilena, considerando que en el caso de los vinos embotellados la caída general alcanza 34,8 % en volumen y 26,3 % en valor, respecto al mismo mes del año anterior.
Contracción multifactorial
La situación es “fuerte”, “compleja”; “podría mantenerse por un tiempo”, proyectan los empresarios en declaraciones reseñadas por El Mercurio. De momento, cada uno está intentando hacer lo que puede y cree que es mejor. Sin embargo, la situación es crítica para Renan Cancino, viticultor y propietario de Bodegas El Viejo Almacén de Sauzal. Confiesa que “ya partieron los abandonos de viñas hacía alternativas más rentables, lo que podría producir una estabilización, por ahí podrían ir regulándose los volúmenes, pero la verdad, no sé si vamos a resistir esta crisis. Estamos tratando de sobrevivir”.
Si bien Chile quedó en sexto lugar como productor de vino y en el cuarto lugar como exportador, al ser superado por Italia, España y Francia, su producción representa el 4,8 % mundial. Mantener las posiciones luce cuesta arriba frente a las tasas de interés, la presión inflacionaria y el aumento de la logística asociada a la exportación de los vinos chilenos. Ya estos factores castigan la comercialización del vino argentino.
Sobre el punto, el gerente comercial de la Vinoteca –que representa a diversas viñas nacionales e internacionales a lo largo del país– Pablo Awad, añade que existe un sobrestock en los almacenes de los clientes del país que dificulta el pacto de nuevos envíos.
Dura competencia
Ese retraso para mover los inventarios repercute en las bodegas porque los vinos se diseñan de determinada manera para estimar su durabilidad y momento óptimo para el consumo. Todos los vinos finos necesitan un tiempo de estiba en botella antes de ser descorchados, por lo que las bodegas suelen retenerlos por un periodo determinado (en lugares con las condiciones necesarias) antes de despacharlos. Ahora, no todos los vinos se ponen mejores con el tiempo.
El común denominador de todos es que tienen un determinado momento donde están ideales, que antes de eso no brindaban todo lo que podían dar, y que luego de ese periodo óptimo también comienzan a perder sus cualidades. Claro que los vinos jóvenes tienen un ciclo, los de gama media otro y los de alta gama o gran reserva –que son los responsables de este mito generalizado– uno diferente y más largo.
En tal sentido, vender apremia, pero la competencia internacional es otra variable que amenaza a los vinos chilenos en el comercio exterior. “Aparecen muchos productores pequeños de diversos países: Francia, España, Italia que están distribuidos por el mercado del mundo y más cerca”, indica Cancino mientras reconoce que para Chile “es mucho más caro llegar que para ellos. Llegamos con valores más caros, y quedan también más caros en la góndola, lo que dificulta la competencia”.
Reputación estrecha
La reputación incide. Hay que estar claros. El mercado responde no sólo a la calidad sino al reconocimiento de las marcas. Al respecto, Chile tiene una acotada, así quedó en evidencia en el ranking internacional “Best of the Best” del medio Robb Report, que selecciona anualmente las experiencias y productos catalogados como un claro referente en materia de lujo, herencia y excelencia a nivel global.
Este año, en su versión N°35, publicó el listado “The 17 Best Wines of the Year” (los 17 mejores vinos del año), de acuerdo con su clasificación de 17 categorías, y solo la cosecha 2020 del Cabernet Sauvignon ícono de Viña Don Melchor, ingresó en la prestigiosa lista, resultando galardonado como Best of the Best: Chilean Wines.
El uso juicioso del roble que propició sabores de mora, higo, regaliz, chocolate negro y pétalos de rosa envueltos en taninos pulidos le abrieron el camino en la medición mundial que con dos siglos de producción aún le cuesta sobresalir.