“El mundo es una familia”, promueve la India para la reunión del G20 que comenzará en el país este 9 de septiembre y cerrará al día siguiente. Sin embargo, este slogan con perspectiva global que intenta unir a sus miembros “como una Tierra” para proteger al planeta “como una familia” que se apoya mutuamente en la búsqueda del crecimiento con “un futuro” interconectado, no convenció a los presidentes de China y Rusia para aterrizar en Nueva Delhi. Se trata de un desaire diplomático.
La ausencia de Xi Jinping y Vladímir Putin en la cumbre del G20 tiene varias lecturas. En el caso del líder del régimen comunista chino, representa un mensaje tácito para el bloque, considerando que desde 2008 ocupó fielmente su silla. El vacío que ahora llenará su primer ministro Li Qiang, demuestra, aparentemente, la incomodidad y hasta desagrado de Xi con el actual sistema de gobernanza mundial dominado por la influencia estadounidense.
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Otras versiones sobre su falta a la cita del G20 apuntan a posibles problemas de salud de Xi, conflictos internos en la nación asiática o simplemente un plantón al país anfitrión como consecuencia del deterioro de sus relaciones por la disputa fronteriza que detonó un enfrentamiento armado en junio de 2020 en el valle del río Galwan, que dejó al menos 20 soldados indios y cuatro chinos muertos. Si bien ambos países suman 14 reuniones, no hay ningún avance significativo sobre la zona conocida como la Línea de Control Real (LAC, por sus siglas en inglés).
Xi con otras prioridades
¿Actúa Xi con estrategia? Es muy probable, cuando su prioridad ahora apunta a los foros multilaterales que encajan con su visión sobre el orden del poder en el mundo que promueve, por ejemplo, la cumbre de los BRICS –bloque conformado por las economías emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que juntas representan 41 % de la población mundial, 31,5 % del producto interno bruto (PIB) mundial y 16 % del comercio mundial–, así como el Foro de la Franja y la Ruta –una asociación geoestratégica chino-rusa– que congregará a más de 90 países antes de finalizar 2023.
“Puede haber un elemento de desaire deliberado a la India, pero también podría ser una declaración de que hay diferentes estructuras de gobernanza que Xi Jinping considera importantes, y el G20 puede no ser una de ellas”, dijo George Magnus, economista y asociado en el Centro de China de la Universidad de Oxford a CNN.
Una agenda de cuidado
También habría que considerar que la agenda del G20 en Nueva Delhi incluye discusiones sobre el cambio climático, el desarrollo económico y la carga de la deuda en los países de renta baja, así como la inflación impulsada por la guerra de Rusia en Ucrania. Si hay consenso en alguno de los temas o en todos, al final emitirán una declaración oficial conjunta.
Xi esquivó esa posibilidad. No queda duda. El mandatario comunista cuida sus relaciones con Moscú desde el inicio de la guerra contra Ucrania. Además, entre sus cuentas diplomáticas debe prevalecer un desencanto con las formas del G20, considerando, por ejemplo, que Argentina no es una economía emergente ni está entre las 20 mayores, pero se mantiene como miembro –según críticos- porque el exministro de Economía, Domingo Cavallo, estudió en Harvard con Larry Summers, secretario del Tesoro de Estados Unidos entre 1999 y 2001.
Sin un proceso de inclusión definido, China administra sus apariciones, pero quizá pague un precio por ello cuando el G20 es el foro que reúne a las principales economías avanzadas y emergentes del mundo, que representan el 80 % del PIB mundial.
De hecho, China organizó su primera cumbre del G20 en 2016 y agotó sus recursos para mostrar su creciente influencia en la escena mundial. ¿Cambiaron sus intereses? Sí. Xi Jinping está enfocado en tres líneas de acción globales: la Iniciativa de Seguridad Global (que establece una nueva forma de seguridad sin alianzas), la Iniciativa de Desarrollo Global (que implica financiar el crecimiento económico) y la Iniciativa de Civilización Global (que impone un sistema de valores definido por el Estado que no está sujeto a los límites de los valores universales).
Rusia con voz a medias
India intenta disimular el impacto de la ausencia de China, e incluso, la de Rusia. Su ministro de Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, sostiene que “en diferentes momentos del G20 ha habido algunos presidentes o primeros ministros que, por cualquier motivo, han optado por no asistir. Pero ese país y su posición la refleja quien sea el representante en esa ocasión”.
Al canciller ruso, Serguéi Lavrov, le tocará ese papel como líder de la delegación del Kremlin que aterrizará en la India. Su jefe, Vladímir Putin, no podrá viajar a este país porque desde marzo pesa una orden de detención en su contra por parte de la Corte Penal Internacional por acusaciones de crímenes de guerra vinculadas con la deportación ilegal de niños ucranianos.
Lavrov no la tendrá fácil cuando los líderes del G20 que comienzan a desembarcar en Nueva Delhi declaran su firme apoyo a Ucrania y tienen en agenda una discusión sobre el conflicto, pese a que la India intenta contener los temas que fragmentan el consenso. ¿Cómo terminará la reunión? Con tensión. Como en todas “las familias”. Aunque en esta, las diferencias pueden ser mayores y la ausencia de Xi Jinping y Vladímir Putin así lo evidencia.