El resultado de la visita del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a China, entre el 12 y el 15 de abril, deja claro el tono de lo que será la política exterior de su gobierno. Este fue el cuarto viaje internacional de Lula desde que fue electo, y de regreso a su país realiza una parada en los Emiratos Árabes Unidos para completar una quinta visita oficial. Ya había visitado Argentina, Uruguay y Estados Unidos. De todos los viajes realizados, este es el más significativo: China ha sido el principal socio comercial de Brasil desde 2009 y en este 2023 se conmemoran los 50 años del inicio de relaciones comerciales entre ambos. La primera negociación entre los dos países ocurrió en 1973, a tan solo un año después de haberse establecido las relaciones diplomáticas Brasil-China. Y en este encuentro pasado, tanto Lula da Silva como Xi Jinping, celebraron la reciente reelección de ambos para ejercer el poder por tercera vez en sus países.
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En una entrevista ofrecida a la China Media Group (CMG), el mandatario elogió la capacidad de los chinos –refiriéndose al Partido Comunista de China (PCCh)– de establecer un modelo de desarrollo que mantuvo su concepción ideológica y la concepción de organización partidista –sistema de partido único–, lo que según él, los llevó a dar un salto cualitativo extraordinario.
Por todo esto sugiere humildad ante China, aprender de su “madurez política y económica”. El mandatario brasileño destacó que China no tiene una política de colonialismo y guerra, a diferencia de los grandes occidentales, sino que aparece en el escenario mundial hablando de paz y desarrollo, lo que cataloga como “una política saludable” para todos. Afirmó que China tiene una visión del mundo igual a la suya en particular: uno “más humanista, más justo, fraterno, solidario, sin guerra y con más empleo”.
La Comunidad de Gestión Comunista de la Humanidad
El excanciller de Brasil, Ernesto Araújo, afirmó en una entrevista con Jornal NTD que esta visita de Lula “coloca a Brasil en la órbita económica y geoestratégica de China” como parte de un engranaje montado por el PCCh para establecer un nuevo orden mundial a donde coincide en este momento con Rusia.
Destaca que no existe una dualidad en cuanto a la política exterior de Lula, como dicen algunos analistas, es decir, que la política de Itamaraty es “equilibrada” porque trata a todos los factores internacionales por igual. En este sentido resalta que para agradar a los actores occidentales participa con ellos en el discurso climático, de la agenda de género y la narrativa de la acción afirmativa, mientras que los temas importantes como la política económica, el comercio, las decisiones geoestratégicas, la cooperación militar y tecnológica son tratados con los actores del bloque de los autoritarismos.
A su parecer, BRICS dejó de ser un foro de coordinación y encuentros para ser un bloque económico geoestratégico. Aseguró que los países BRICS “no tienen mucho en común en términos de valores y visión del mundo con países totalitarios como China y Rusia”. En su gestión como canciller intentó mantener un nivel de cooperación en algunos casos muy concretos, pero por considerarse parte de un gobierno democrático, no tuvo la intención de dar estatus de “alianza estratégica” a la relación con los regímenes de estos países.
Según Araújo, esta visión “post-americana” del gobierno de Lula no se trata simplemente de un viraje económico, sino que desplaza la visión de un mundo ordenado en torno a la libertad por una visión del mundo de sociedades controladas, por lo tanto BRICS es un instrumento para llevar adelante lo que el PCCh llama de “Comunidad de Gestión Común de la Humanidad”, que según su análisis se puede denominar eso como la “Comunidad de Gestión Comunista de la Humanidad”, porque se basará no en algo universal sino en aquello en lo que está basado China.
En este punto vale la pena recordar la tensa rueda de prensa ocurrida el pasado 14 de abril en Pekín, entre la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, y su par chino, Qin Gang.
Según el representante chino, no hay estándares universales para la protección de los derechos humanos: cada país tiene sus propias circunstancias y China ha escogido un sistema que se ajusta a las suyas con una democracia que “realmente funciona”. La representante alemana, alarmada, destacó la existencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el derecho internacional.
En todo caso, al excanciller de Brasil le preocupa un nuevo orden mundial con mayor control social, censura y menos libertades. Posteriormente en su Twitter, destacó lo que fue la construcción de una relación con EE. UU. entre 2019-2021, fundamentada en una visión totalmente contrapuesta a la que hoy expone Itamaraty.
Com os EUA, em 2019-2021, estávamos criando uma aliança com um grande país livre que nos ajudava a promover a liberdade e combater o crime organizado e a corrupção, dentro do projeto nacional de transformar o Brasil numa verdadeira democracia com economia de mercado próspera.
— Ernesto Araújo (@ernestofaraujo) April 15, 2023
Visita del canciller de Rusia a Hispanoamérica
Sobre las relaciones con Hispanoamérica, el canciller de Rusia, Sergéi Lavrov, dijo que la perspectiva de las relaciones de Rusia con esta región coincide con la visión de acabar con el dominio global de los Estados Unidos estableciendo otros polos de poder, en lo que llaman el “mundo multipolar”. Esto es, poner fin a lo que ellos llaman el “orden global unipolar neocolonialista”.
Refuerza la idea de la “vieja política occidental injerencista” en los asuntos internos de los países a través de “operaciones ideológicamente motivadas” para derrocar gobiernos incomodos. En este punto coloca como víctimas a Cuba, Venezuela, Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia y Siria.
Lavrov comunica esto en un artículo de opinión publicado en un diario en Brasil y otro en México el pasado 13 de abril. Allí aprovecha para recordar que el objetivo de la operación militar en Ucrania es “proteger a la población rusa y ruso-parlante contra la exterminación en la tierra que sus antepasados habitaron por siglos, así como neutralizar las amenazas militares a la seguridad de Rusia en nuestra frontera occidental”.
Agradeció a sus socios hispanoamericanos por no haberse sumado a las sanciones anti rusas. Además, afirmó que la cooperación con ellos “se basa en un enfoque desideologizado y pragmático y no se dirige contra nadie”, abogando por el “fortalecimiento de la cooperación rusa-latinoamericana sobre la base del apoyo mutuo, la solidaridad y la consideración de los intereses de cada uno”. Por todo esto, confirma que la delegación rusa visitará Brasil, Venezuela, Cuba y Nicaragua en la segunda quincena de abril. Vale destacar que específicamente estos países son a los que ya habían dado el estatus de “asociaciones multifacéticas de beneficio mutuo” en el Concepto de la Política Exterior de la Federación de Rusia, aprobado por decreto del presidente Vladímir Putin el pasado 31 de marzo.
Rusia quiere la ampliación de la zona de exención mutua de visados, que ahora abarca 27 Estados de Latinoamérica y el Caribe, y por otra parte, estudia acuerdos de reconocimiento mutuo de diplomas universitarios también a gran escala, políticas que no existen entre los países hispanos con los europeos o norteamericanos.
Esta agenda podría servir de preparativo para una visita oficial de Vladímir Putin a la región, recordando que la Corte Penal Internacional emitió una orden de captura en su contra por crímenes de guerra. Y por otra parte, Xi Jinping fue oficialmente invitado a Brasil para conmemorar los 50 años de relaciones comerciales. Con todo esto, Brasil se incorpora sin dudas en el bloque que encabeza China con Rusia e Irán, en el que Arabia Saudita se encuentra ahora bastante cerca. Brasil llega al juego como el gran articulador de Hispanoamérica donde podría acelerar la incorporación de México, Colombia y Argentina en una operación donde Venezuela tiene un rol privilegiado por su influencia en el Caribe sin dejar por fuera a Cuba y Nicaragua. Brasil alinea a la región hacia la paz rusa en Ucrania y el reconocimiento de la política de una sola China.
En cuanto a EE. UU., podemos evaluar tres escenarios respecto al aumento de la influencia chino-rusa en el continente americano: la Administración de Joe Biden ha sido lo suficientemente débil en su relación con los demás países hispanos; o sus intereses se encuentran más lejos de sus fronteras; o simplemente todo lo han permitido a propósito con otros fines. En 2024 se elige un nuevo presidente y por ahora Donald Trump parece ser el candidato con más oportunidad para disputarle el poder a los demócratas, el cual ha dicho que si llega a ganar garantizaría que no ocurra una Tercera Guerra Mundial y sería determinante en el fin de la guerra en Ucrania.