Irán y el régimen de Nicolás Maduro evaden las sanciones de Estados Unidos. La prueba más reciente es el aterrizaje en Venezuela de un avión de carga de Teherán propiedad de Qeshm Fars Air, una empresa sobre la que pesan restricciones por facilitar el envío de armas a Siria.
Según el sitio web especializado ConflictsW, la aeronave de matrícula EP-FAB —vinculada además con la Guardia Revolucionaria de Irán— arribó a la Base Aérea El Libertador, a medio camino entre las ciudades de Palo Negro y Maracay.
El vuelo que inició en Teherán incluyó una parada técnica en Mauritania, país ubicado en el noroeste de África. Posteriormente, la aeronave se dirigió a suelo venezolano, pese a las sanciones vigentes sobre esta compañía desde enero de 2019 por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, debido a la “entrega de material letal” de la empresa a Siria en “apoyo militar” al dictador sirio Bashar al-Assad.
Landing at El Libertador Airbase (BAEL) in Maracay. #Iran #Venezuela https://t.co/Ld7bTfl9HE pic.twitter.com/83aD2mG2g9
— CNW (@ConflictsW) June 21, 2021
Uno más en el registro
De este modo, se extiende la lista de vuelos entre ambas naciones que ya asciende a más de una docena, al considerar los realizados por la compañía iraní Mahan Air, que se designó para abastecer de materiales a las refinerías de Venezuela.
La llegada del avión iraní coincide con el festejo de Maduro por la victoria de Ebrahim Raisi en las urnas electorales que lo colocan como presidente de Irán. Este clérigo y jefe del Poder Judicial en la nación árabe fue electo en un proceso comicial marcado por la abstención de casi 52 % de los votantes iraníes.
Sin embargo, para la dictadura venezolana esto se mostró como un evento con un “desarrollo impecable, democrático y participativo”. A través de su cuenta en Twitter vociferó que seguirán “unidos”.
Expreso mis felicitaciones al pueblo iraní y a Seyed Ebrahim Raisi, nuevo Presidente electo de la República Islámica de Irán. Seguiremos unidos, trabajando por la Paz y el fortalecimiento de nuestros lazos de cooperación y hermandad. pic.twitter.com/oU7z1UakTi
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) June 19, 2021
La Cancillería también obvió el pasado del clérigo iraní. Por lo tanto, azuzó el saludo con un comunicado en la misma red social. Allí califican a Raisi como un “fiel representante de una brillante generación que creció y se forjó con la revolución islámica, que garantiza que Irán seguirá siendo libre y soberana a pesar de las adversidades impuestas seguirá creciendo poderosamente”.
La retórica abundó, porque el “apoyo incondicional” se mantendría para “enfrentar las batallas por la justicia social, la dignidad y la soberanía”. En la misma misiva reconocieron a Hasán Rohaní por la “íntegra conducción de su pueblo en los últimos años, consolidando la independencia, el progreso y el proyecto de la revolución islámica en la sociedad iraní”.
Esto es un claro indicio de cómo podrían desarrollarse las relaciones entre Irán y Venezuela en los próximos cuatro años. Maduro se ha empeñado en consolidar lazos con Hasán Rohaní durante su estancia en el poder. Ahora, sería conveniente para ambos regímenes seguir con relaciones de este calibre, porque de este modo el dictador venezolano tiene un aliado que incomoda a Estados Unidos en un territorio estratégico.
Muestras como el aterrizaje de aeronaves involucradas en sanciones o la llegada de barcos con combustible a costas venezolanas (como ya se ha hecho en repetidas ocasiones) buscan solo una cosa: dar una imagen de cierre de filas que se sostenga entre estos países, a pesar del cambio de mando, frente a las políticas estadounidenses.
Buscando garantías
Las tácticas del chavismo no son espontáneas y, al parecer, han dado resultado. En esta ocasión, sin dejar cabos sueltos y asegurando una sucesión a favor, el régimen de Nicolás Maduro dejó a un lado que de los 59 millones de iraníes convocados a las urnas, solo acudieron el 48,8 %, el dato más bajo de todas las presidenciales celebradas desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979.
Hay razones para la evasión. Una de ellas es que Raisi figura en la lista negra de responsables iraníes sancionados por Washington por “complicidad en graves violaciones de los derechos humanos”. La misma lista donde está Maduro.
Ambos comparten acusaciones en su contra por supuestos crímenes de lesa humanidad. A Raisi se le acusa de participar en el asesinato, la desaparición forzada y la tortura a disidentes políticos durante su rol en la llamada “comisión de la muerte” durante finales de la década de los 80.
La denuncia de Amnistía Internacional lo relaciona con un programa de ejecuciones extrajudiciales contra opositores políticos en las cárceles de Evin y Gohardasht, cerca de Teherán, en 1988, cuando Raisi fungía como fiscal adjunto de la capital iraní.
Por mar
Estados Unidos tiene sus radares activos frente a la “creciente influencia iraní” en Venezuela. El almirante Craig Faller, jefe del comando del Hemisferio Sur, la considera “alarmante y preocupante”, porque incluye la presencia de élite de las Fuerzas Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.
Ese es la posición desde el año pasado de la Casa Blanca. Por ello, el Pentágono vigila dos buques iraníes, cuyo destino final sería Venezuela confirmó John Kirby, portavoz del ente.
Según medios estadounidenses, una de las embarcaciones que navega hacia el sur a lo largo de la costa este de África es el buque Makran, considerado el más grande fabricado en Irán y que cuenta con una plataforma para transportar hasta siete helicópteros. La señal: los lazos tienden a endurecerse.