
A los ojos de los jóvenes votantes y de los socialistas de todos los credos, Bernie Sanders es un superhéroe que defiende con pasión su visión de una utopía socialista en Estados Unidos. Con Dinamarca como brillante ejemplo, defiende la idea de que Estados Unidos debería inspirarse en los logros de países como Suecia y Noruega, especialmente cuando se trata de “beneficiar a la clase trabajadora.”
Durante los debates presidenciales de 2016, declaró enfáticamente: “Deberíamos mirar a países como Dinamarca, como Suecia y Noruega, y aprender de lo que han logrado para sus trabajadores”, continuando con el sentimiento hasta el día de hoy.
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El sistema sanitario nórdico se ha asociado a menudo con el socialismo, pero un examen más detallado revela que no se ajusta a la definición de socialismo. Merriam-Webster define el socialismo como un sistema económico igualitario en el que los medios de producción son propiedad colectiva del Estado o de la sociedad. Sin embargo, los modelos económicos de los países nórdicos incorporan elementos públicos y privados.
Aunque los países nórdicos proporcionan asistencia sanitaria financiada con fondos públicos, también ofrecen a sus ciudadanos la posibilidad de contratar seguros privados. Este seguro privado permite a los ciudadanos evitar las largas esperas y acceder a una asistencia de mayor calidad. En Suecia, más de 643.000 personas están cubiertas únicamente por grupos de seguros privados.
Del mismo modo, en Dinamarca, el programa de seguro complementario privado, Sygeforsikring Danmark, cubre a más del 14% de la población danesa, y el 42% tiene al menos alguna cobertura proporcionada por el sector privado.
Cabe destacar que empresas privadas de asistencia sanitaria, como Aleris, tienen una presencia significativa en los países nórdicos, lo que indica el crecimiento del sector privado en la región. Con siete empresas privadas en Dinamarca y catorce más en Noruega, Aleris opera en numerosos países escandinavos, con más de 4.500 empleados y casi mil millones de dólares de ingresos anuales.
Para que quede claro, todas estas opciones de asistencia sanitaria privada mencionadas anteriormente se eliminarían con Medicare para todos. La propuesta conduciría así a una intervención gubernamental aún mayor en la sanidad, incluso más que en las naciones que los socialistas democráticos alaban.
Los principales políticos de los países nórdicos también han hecho hincapié en sus estructuras económicas orientadas al mercado, destacando la mezcla de elementos públicos y privados dentro de sus sistemas sanitarios.
Mientras Bernie Sanders y sus partidarios elogiaban a Dinamarca por sus políticas socialistas igualitarias, el primer ministro danés, Lars Løkke Rasmussen, afirmaba con firmeza que su país es, de hecho, una economía de mercado (aunque con una importante regulación gubernamental de la economía, muy parecida a la de Estados Unidos).
El clásico contrapunto a la medicina socializada es el evidente aumento de los tiempos de espera, pero muchos progresistas señalan los sistemas nórdicos como prueba de que pueden ser gestionados eficazmente por el Estado. Pero, ¿qué dicen los propios escandinavos?
En 2009, pocos años después del apogeo de los estados del bienestar en los países nórdicos, sorprendentemente pocos daneses aprobaban los tiempos de espera en sus naciones. Casi el 50% de los daneses encuestados consideraban que los tiempos de espera eran injustos.
Los encuestados también señalaron que una de las principales razones para elegir la sanidad privada era la reducción del tiempo de espera o, en otras palabras, la disminución del riesgo de morir en una lista de espera autorizada por el gobierno.
Esto resulta especialmente chocante, ya que el gobierno danés promulgó un proyecto de ley que limitaba los tiempos de espera a un mes dos años antes de que se completara la encuesta.
¿Será que el Estado es incapaz de asignar eficazmente los recursos, incluso cuando se trata de asistencia sanitaria? Parece que el problema del cálculo económico se aplica a todos los sectores, incluida la sanidad.
Las ineficiencias de la medicina socializada sueca también son evidentes. Incluso después de garantizar que los suecos no esperarían más de 90 días para recibir atención médica, más del 46% de los residentes del condado sueco de Jämtland siguieron esperando más. La espera para una operación de próstata que podría salvar vidas era más del doble de la media mundial en algunos condados suecos, con 271 días de espera.
Para combatir estas ineficiencias, la asistencia médica privada sueca se ha convertido en un negocio en auge. Cada vez más hospitales son adquiridos y gestionados por grupos de capital privado. La entrada de estos grupos de capital privado en el mercado sanitario ha permitido aumentar la competencia y mejorar el servicio para todos los suecos. El mercado sueco de capital privado se ha convertido en el segundo mayor de toda Europa, con un valor de casi 8.000 millones de dólares, gracias a esta privatización.
Estas observaciones ponen de relieve que los sistemas sanitarios nórdicos funcionan dentro de un marco de economía de mercado, a pesar de la considerable participación del gobierno y de muchos monopolios sancionados por éste.
Es evidente que la medicina socializada tiene numerosos efectos secundarios, muchos de ellos muy desagradables. Los países nórdicos son conscientes de ello, pero parece que sus admiradores estadounidenses no.
Este artículo fue publicado originalmente en FEE
Ulyana Kubini es una empresaria y activista política ucraniana-estadounidense.