Londres, 4 may (EFE).- A dos días de la coronación de Carlos III y Camila, las banderas británicas ya revisten las calles y comercios de Londres, los retratos del nuevo monarca dominan los escaparates y los más devotos ya han plantado sus tiendas de campaña en The Mall, la avenida que va del Palacio de Buckingham hasta la plaza de Trafalgar.
Ahora flanqueado por banderas Union Jack y de países de la Commonwealth, este emblemático paseo de pavimento rosado es una de las posiciones más codiciadas para aquellos que quieran admirar a los reyes, puesto que por allí iniciarán su trayecto hacia la Abadía de Westminster (ida y vuelta), obligando a las masas a agolparse en dos escuetos kilómetros en lugar de los ocho de Isabel II en 1953.
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Entre los fanáticos de la realeza que ya han marcado su puesto está Grace Gothard, quien quiso ser testigo del ensayo del desfile de la coronación en plena madrugada del miércoles, liderado por Carlos III y el príncipe Guillermo junto con las tropas y otros miembros de la Familia Real británica.
“Decidimos dormir una siesta en el césped, ¡qué frío!”, exclamó Gothard ante el micrófono de EFE, mientras describía la espera en plena noche en el parque de St James. “Más tarde tuvimos el ensayo, así que nos levantamos y los vimos. Fue muy bonito. El carruaje es precioso”, apuntó, delante de unos retratos de Carlos y Camila de tamaño real.
Al lado, Lucy Edwards acaba de instalar su tienda para dar “todo el apoyo” a Carlos III, convencida de que “lo hará lo mejor que pueda”, a pesar de tener “mucho peso sobre sus hombros para estar a la altura de su madre”.
Edwards, cuidadora de ancianos en Bristol, no se ha perdido ningún evento real desde la boda del príncipe Guillermo y Catalina, y ha aprovechado que ya ha terminado sus turnos nocturnos en el trabajo para acampar hasta finales de la semana.
“Vi a gente que ya venía en The Mall para prepararse, así que quiero estar aquí para empaparme del ambiente. No puedo quedarme sentada en casa sabiendo que podría estar aquí”, cuenta a EFE, contenta de estar con sus amigas, con las que ya acampó durante el Jubileo de Platino de Isabel II el pasado junio.
Equipadas con toallitas, comida, sacos de dormir y unos baños públicos a pocos metros donde asearse, Edwards pronostica una estancia “no tan básica como acampar en la montaña” aunque “tampoco tan agradable como un hotel”.
Son muchos los turistas que se paran para preguntarles por qué dedican su tiempo libre a dormir en medio del ajetreo de las vallas de seguridad, algo que Edwards no duda en achacar a la falta de referencias culturales.
“En el resto del mundo puede que no tengan eventos como este y, obviamente, no entiendan la enormidad de esto –arguye–. Creo que hasta que no se vea el evento del sábado, no se puede imaginar lo grandioso que será”.
Murales y marquesinas
La recta final de los preparativos va más allá del epicentro de la Abadía de Westminster, donde se celebrará la coronación ante 2.200 invitados –6.000 menos que en la de Isabel II–.
Ya no queda rincón en la capital donde no se haga referencia a la cita, ya sea porque en el menú se promociona la quiche especial de coronación (de espinacas, habas y estragón) o porque en el supermercado hay unas galletas de mantequilla para la ocasión.
Delante del popular centro comercial John Lewis, los viajeros que esperan al autobús no tienen más remedio que hacerlo bajo una marquesina con corona gigante, mientras los escaparates lucen retratos y vajillas dedicados al nuevo monarca.
También recuerda el evento un mercado de Covent Garden engalanado, un rey Carlos III hecho con 73.412 piezas de Lego en la emblemática tienda de juguetes Hamleys o fachadas como la del Hotel Dorchester, al lado de Hyde Park, que ha recreado la decoración original que diseñó hace 70 años Oliver Messel para la coronación de Isabel II.
El ambiente festivo se extiende hasta las afueras de la capital, como en el distrito de Hounslow (oeste), donde el joven artista indio Yash Patel, subido a una grúa, pinta un gran retrato del rey en una pared.
“La razón por la que celebramos y hacemos este mural es que el rey es el jefe de la Commonwealth, aquí todos somos de un país de la Commonwealth“, señala a EFE Jignesh Patel, coautor del mural y también de la India.
A los pies de la grúa, otros vecinos armados con pinceles dan color a las 54 banderas que, desde la parte inferior del mural, reflejan uno de los retos que afronta Carlos III en su nuevo reinado: el de mantener unida la Mancomunidad de Naciones y, a su vez, combatir el legado de esclavitud y colonialismo sobre el que se sustenta.