Caracas, 30 dic (EFE).- Haciéndose llamar presidente, como si le fuera la vida en ello, Juan Guaidó perdió el tiempo y la brújula en Venezuela, donde antaño fue un líder legítimo que movía masas. Aunque hace tiempo sonaban las trompetas del apocalipsis, el opositor hizo oídos sordos hasta que un tsunami político lo empujó al ostracismo.
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El “presidente encargado” que encabezaba un “Gobierno interino” se quedó sin título y sin instancia, vencido por la fuerza de 72 votos -contra 23- que acordaron poner fin a la cruzada que emprendió en enero de 2019, cuando desafió la legitimidad de Nicolás Maduro como mandatario y se juramentó como jefe del Ejecutivo, aclamado por potencias extranjeras.
Cuatro años después, ese apoyo internacional y el respaldo popular de millones de venezolanos que ensalzaron su epopeya quedó reducido a cenizas.
1.- Legitimidad
Guaidó reclamó para sí el poder, alegando la ilegitimidad de Maduro como mandatario y terminó reinterpretando, con una particular lectura, la Constitución para extender su “presidencia interina” por cuatro años, si bien el artículo que sustentó su autoproclamación le daba 30 días para convocar a elecciones.
Casi 1.500 días después, no hubo nunca un llamado a las urnas, lo que significa que el mandato de la Carta Magna, una vez más, fue incumplido, algo a lo que el exdiputado parece restar importancia, pese a ser la piedra angular de su “presidencia”.
2.- Hastío
El opositor prometió acabar con la usurpación que -considera- ejerce Maduro, instaurar un gobierno de transición y llamar a “elecciones libres”, pero conforme pasaron los meses y nada se concretaba, la confianza de los ciudadanos y de la comunidad internacional comenzó a resquebrajarse.
Ni siquiera un intento de levantamiento contra Maduro en abril de 2019 -que acabó en nada-, ni una ovación brindada en 2020 por la élite política de Washington encabezada por Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos, lograron el efecto que Guaidó esperaba, y el declive siguió su curso.
3.- Estados Unidos
Justamente el cambio en EE.UU., con Joe Biden en el poder desde enero de 2021, restó fuerza a la causa de Guaidó, que dejó de ser una prioridad en la Casa Blanca, lo que abrió la puerta a una flexibilización en el resto de democracias occidentales que empezaron a mirar a Maduro con menos rechazo.
Esa relativización avanzó hasta la normalización de relaciones diplomáticas y comerciales entre la llamada revolución bolivariana y gobiernos que una vez la tildaron de dictadura, y alcanzaron su cénit este año cuando se confirmaron acuerdos directos entre las administraciones de Maduro y Biden.
4.- Corrupción
Mientras Maduro ganaba terreno, Guaidó perdía la confianza de los ciudadanos a medida que aumentaban las denuncias por corrupción a funcionarios designados por el opositor para proteger los activos venezolanos en el extranjero, donde terminaron siendo señalados por sus vidas de lujo y el manejo irregular de dinero público.
Colombia y Estados Unidos, países que brindaron todo el apoyo al “Gobierno interino”, registraron los mayores escándalos de malversación de recursos dentro de empresas venezolanas que estaban bajo la gestión del “presidente encargado”, que salió ileso de todas las investigaciones internas del parlamento paralelo, también liderado por él.
5.- Críticas
Los partidos opositores apoyaron al unísono a Guaidó durante todo 2019, seguido por un 2020 con minúsculas críticas, imperceptibles en el año de la pandemia. Así hasta que en 2021 los cuestionamientos empezaron a sonar más fuerte, mostrando a antiguos aliados como detractores del interinato, que pasó a asociarse con una idea sin éxito y, además, corrupta.
Todo esto desembocó en un 2022 sin tapujos, en el que organizaciones políticas y dirigentes del antichavismo rechazaron la legitimidad, pertinencia y eficacia del “Gobierno interino”, un repudio estridente que alcanzó la nota más alta con la votación de este viernes, que dio por vencida la “presidencia” de Guaidó.
6.- Rechazo
Las voces en contra ya sonaban en las redes sociales, estudios de opinión y manifestaciones callejeras, en las que los ciudadanos expresaron su rechazo a la continuidad de Guaidó, su negativa a apoyarlo en futuros escenarios electorales y dejando de asistir a protestas convocadas por el opositor que pasaron de acumular a cientos de miles de personas a unas cuantas decenas.
El exdiputado, sin embargo, se negó a escuchar a los mismos que antes lo habían llevado a la cima, un error que incrementó las antipatías y el repudio ciudadano.
7.- Giro
Y, como si se tratara de mala suerte, el séquito internacional quedó diezmado por un giro a la izquierda en Latinoamérica y por el hastío de gobiernos que necesitan normalizar relaciones con la nación más petrolera del mundo, al que puede salvar de una crisis energética con un levantamiento de sanciones que ya deja de parecer imposible.
El tiempo terminó dejando al único presidente interino del planeta con las manos vacías, sin apoyos, legitimidad ni gobierno.