A nadie le pasa por alto que Guatemala es un país pobre. Nuestra renta per cápita ajustada por diferencias en precios es menor a 8000 dólares por año mientras que la media mundial supera los 16 000 dólares. Quizá lo peor no es la diferencia absoluta, si no que dicha diferencia, en vez de hacerse más pequeña, con el paso del tiempo se agranda. La renta per cápita mundial duplica actualmente a la renta per cápita guatemalteca. En el año 1990, la diferencia era mucho menor (renta mundial superaba en un 65% a la renta guatemalteca).
¿Qué ocurre para que Guatemala crezca mucho más lento que el resto de países en el mundo? En principio, se supone que los países pobres tienen mucho más espacio para crecer que los países ricos. Al fin y al cabo, los países ricos necesitan de constante innovación para mejorar sus ya pujantes economías. Los países más pobres pueden copiar e importar la tecnología, habilidades y formas organizacionales que ya funcionan en los países desarrollados. Los economistas llaman a esto la teoría de la convergencia. Y la convergencia usualmente se cumple: los países más pobres realmente tienden a crecer más rápido que los ricos. Por desgracia, parece que la teoría de la convergencia esquiva a Guatemala y no se cumple para nuestro país.
Falta de ahorro y falta de capital
En un informe de UFM Market Trends, lanzamos la hipótesis de que Guatemala crece muy por debajo de su potencial por dos grandes motivos que hunden sus raíces en graves problemas institucionales.
Los dos grandes motivos son, por un lado, la bajísima tasa de ahorro nacional y por otro, la pequeña capacidad que tiene la economía de atraer ahorro externo (sobre todo inversión extranjera directa).
El ahorro (ya sea interno o externo) es la base de la acumulación de capital. Por su parte la acumulación de capital es a su vez la base de las revoluciones en productividad (con más máquinas se puede hacer mucho más con menos esfuerzo). Por último, los incrementos de productividad se trasladan de forma rapidísima al crecimiento económico.
Desde 1977 a 2016, Guatemala ocupa el 146 del mundo (de entre 177 países) en porcentaje de la renta ahorrada. En Latinoamérica solo la isla de Barbados y Guayana están por debajo de Guatemala.
En inversión extranjera directa, la situación no es mucho mejor. Guatemala se queda muy atrás en comparación con diversas regiones económicas. Solo el sur de Asia cuenta con una inversión extranjera directa menor que la de Guatemala (y el ahorro de esta zona del planeta duplica ampliamente el de Guatemala).
Esto termina repercutiendo en una formación de capital bruto muy deficiente. Desde el año 1950, la formación de capital en Guatemala como porcentaje del PIB no ha superado ni un solo año la media mundial, un verdadero desastre económico. Guatemala ha acumulado capital a una media de 13 % al año, mientras que la media mundial ha sido de casi el 21 %.
Esto al final ha terminado, tal y como nuestra hipótesis señalaba, en un crecimiento económico mediocre. Como vemos en la gráfica a continuación, la renta per cápita de Guatemala apenas se ha multiplicado por 2,4 entre 1970 y 2014. Los países que más capital acumulan (por encima del 26 % al año), han multiplicado su renta per cápita por más de 4 y renta media mundial se ha multiplicado por 3.
¿Y cuáles son las razones de fondo?
Nuestra hipótesis parece cierta, no se acumula capital y por tanto no se crece económicamente. Pero la pregunta se traslada a otro lugar: ¿por qué no se acumula capital? Hay varias razones por las cuales la acumulación de capital no tiene lugar.
La primera de ellas es que el Estado guatemalteco hace demasiadas cosas y deja de lado la más importante de todas y por la que se supone que un Estado existe: proteger y defender a sus ciudadanos de las potenciales agresiones y abusos de otros ciudadanos.
De la misma manera que le Estado guatemalteco no protege a sus ciudadanos, tampoco protege a las empresas que se podrían instalar en el país y aumentar la capitalización de la economía. Guatemala se encuentra en el puesto 134 de 137 países en costes empresariales derivados de la violencia y el crimen.
Uno de los principales motivos por los que las empresas extranjeras deciden otros destinos en vez de Guatemala es que el Estado no protege de forma efectiva la propiedad de agresiones de terceros. En la región, solo El Salvador y Honduras puntúan peor.
Pero el Estado guatemalteco no solo es incapaz de defender a sus ciudadanos y empresas de agresiones de terceros, tampoco es capaz de defenderlas contra su propia actuación. Aquí entra la tan mencionada (y cierta) falta de seguridad jurídica. En seguridad contra las instituciones del propio Estado, Guatemala se coloca en el puesto 122 de 185 países.
Problemas judiciales
La independencia judicial brilla por su ausencia en Guatemala. Un poder judicial cooptado significa que la posibilidad de un juicio justo es, de facto, inexistente. Esto asusta a las posibles empresas extranjeras que podrían iniciar operaciones en Guatemala.
En independencia judicial en tribunales civiles Guatemala ocupa el puesto 110 de 113 del mundo y en independencia judicial en tribunales penales Guatemala se encuentra en el puesto 104 de 113 países en el mundo. En Latinoamérica, solo Venezuela y Bolivia puntúan por debajo de Guatemala.
Pero la justicia no solo es parcial, sino que también es lenta. Se necesitan de media más de 1400 días para resolver incumplimientos contractuales en Guatemala. La cifra en Latinoamérica es de 767 días y en Estados Unidos, 420.
Por si fuera poco, la justicia guatemalteca además de parcial y lenta, es también ineficiente. Cuando existe un proceso de insolvencia apenas se puede recuperar el 28 % de la deuda como podemos ver en la gráfica a continuación.
Salario mínimo demasiado elevado
Queremos aclarar que no se quiere decir que un salario mínimo dé para vivir a una familia, ni mucho menos. Lo que queremos decir es que el salario mínimo es demasiado elevado para la productividad del país. Las empresas solo contratan, al menos legalmente, si la productividad de un trabajador es superior al coste laboral que el mismo supone. Si la productividad es pequeña y el salario es alto (como sucede en Guatemala), tenemos el cóctel perfecto para la informalidad.
Hemos calculado la productividad media por trabajador y la hemos comparado con el coste laboral mínimo para varios países de Centroamérica. A mayor porcentaje, menos dañino es el salario mínimo. Un bajo porcentaje significa que más trabajadores no podrán ser contratados en el sector formal.
Si estudiamos la gráfica anterior, no es de extrañar que justo Nicaragua y Honduras sean los países de la región que tienen una tasa de informalidad mayor a la guatemalteca. Por el contrario, las menores tasas de informalidad las encontramos en Panamá y Costa Rica que es donde la productividad media cubre de sobra el coste laboral mínimo exigido.
Tenemos que mencionar que es extraño que las empresas extranjeras contraten en el mercado informal. Por lo que este coste laboral mínimo tan elevado evita que las empresas extranjeras se establezcan en Guatemala.
Conclusión
Guatemala es pobre porque sus instituciones están diseñadas para que la pobreza perdure. Las instituciones que fomentan el progreso y el crecimiento económico son aquellas que protegen y fomentan el ahorro y la acumulación de capital.
La atracción de ahorro externo y la acumulación de capital no ocurrirán hasta que tengamos un Estado eficiente en su labor fundamental: proteger la vida y propiedad de sus ciudadanos. La protección puede ser contra otros ciudadanos malintencionados como del propio actuar del Estado. Además, es imprescindible que la justicia deje de ser parcial, lenta e ineficiente. Por último, hay que hacer un esfuerzo por equiparar el salario mínimo a las condiciones productivas del país. Si podemos entender que, por desgracia, no tenemos las condiciones productivas de Chile, ¿por qué tenemos el salario mínimo de Chile?
Querido lector, está en su mano, en la de todos los guatemaltecos, exigir a sus autoridades que se comprometan a defenderles desviando recursos de otras áreas hacia la seguridad y lucha contra el crimen. Está en su mano exigir a las autoridades que se comprometan reformar el poder judicial y hacerlo realmente independiente de la injerencia política. Está en su mano exigir a sus sindicatos que negocien salarios mínimos diferenciados o que al menos vinculen la subida de los mismos con los incrementos de productividad. Está en su mano el futuro de Guatemala.