El 17 de octubre se celebró en Argentina el “Día de la Lealtad Peronista”. Miles de simpatizantes de la Presidenta Cristina Fernández se reunieron en Plaza de Mayo – histórica plaza de la capital del país – a reafirmar su lealtad a la causa peronista. Parece el mundo del revés: a principios del siglo XX, Argentina era una de las primeras economías del mundo; ahora, un siglo después, los argentinos le juran lealtad al hombre que destrozó a su país.
Hace algunos años estuve en Buenos Aires. Mi estadía coincidió con las elecciones legislativas, durante las cuales no pude evitar notar que todos los partidos eran peronistas. No importaba la tendencia: fuesen de izquierda, de centro o de derecha, todos se declaraban herederos de Perón: “Vota por Juan, el peronista”, “Vota por Pedro, el peronista de verdad”, “Vota por José, el más peronista de los peronistas”.
Entonces, me pregunté si luego de cincuenta años sucedería lo mismo con el chavismo en Venezuela.
Hace ya cinco siglos que se dice que “América Latina es el continente de la esperanza”. Llevamos casi el mismo tiempo deshaciendo con los pies lo que hacemos con las manos. Sin embargo, hay países que han logrado superar escollos y parecería – solo parecería – que van por el camino del desarrollo. Otros parecen suspendidos en un limbo – no van “ni para atrás, ni para adelante”. Y, en lo más bajo de esta lista, encontramos a Venezuela retrocediendo a pasos agigantados.
Es que las cosas que pasan en Venezuela no pasan en ningún otro lado. Maduro, que aparentemente es colombiano, jamás hubiera sido presidente en Colombia. ¿Es posible imaginar a alguien con doble nacionalidad (una venezolana) asumiendo el cargo de Presidente de Colombia? La respuesta es un rotundo “no”. Tampoco es posible imaginar que el Congreso, la Corte, la Fiscalía y el Consejo Nacional Electoral de Colombia no hubiesen ya pedido y hecho pública su acta de nacimiento (no de la forma que lo hizo la señora Lucena en Venezuela, por cierto). Solo en Venezuela.
Solo en Venezuela el Presidente garantiza combatir la corrupción de la mano de los militares cuando lo que debe hacer es combatir la corrupción en manos de los militares. Hay militares de todo rango, involucrados en todo tipo de corrupción: cobro ilegal de peajes, permisos, licencias. Hay militares involucrados en el tráfico de drogas, de armas, y quién sabe qué otros tráficos. Sobre todo, aquellos militares que contradictoria e irónicamente tienen el honor como divisa. Al igual que en la época de Pérez Jiménez, cuando la gente habla de ellos lo hace en voz baja: tienen miedo a denunciarlos por las represalias.

Solo en Venezuela el Presidente solicita una Ley Habilitante para luchar contra la corrupción y crea instrumentos “legales” ad hoc para arremeter solo contra empresarios, diputados, alcaldes y gobernadores de la oposición, como denunció Nelson Bocaranda la semana pasada. La consigna parece ser “quien es aliado, no es corrupto”.
Y por estos exabruptos, es que ocurren otros: solo en Venezuela una Ministra se permite declarar públicamente que sabe quiénes son los ladrones pero que “por respeto” no los nombra. Señora, eso no es respeto: eso es complicidad.
Solo en Venezuela pueden embarcarse 1.382 kilos de cocaína en un avión sin que nadie se de cuenta, y no solo: el gobierno osa acusar del delito a “mafias” que no aparecen y hasta insinúa que la DEA está involucrada en el asunto. ¿Por qué no se llega al fondo del asunto? ¿Será porque las autoridades competentes – que para encubrir sí son competentes – conocen el fondo del asunto?
Solo en Venezuela pueden eternizarse en el poder individuos perniciosos, amorales y, como si esto no fuera poco, ineptos.
Sólo en Venezuela se otorgan dólares preferenciales “para importaciones navideñas” – léase whisky – mientras se vive una de las peores crisis de escasez de la historia del país. De más está aclarar que no necesitamos tener imágenes de San Nicolás ni árboles de Navidad en el hogar si no tenemos antes, ni papel higiénico ni pasta dental.
Es que en Venezuela todo se traga con whisky. Sí, solo sucede en Venezuela.
El artículo original se encuentra en la página del El Universal.