EnglishTrabajar como mesero ya es difícil, y más aún cuando el Tío Sam pesa sobre tus espaldas.
El 1º de enero, el Servicio de Impuestos Internos (IRS por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos comenzó a cobrar impuestos sobre las propinas automáticas dirigidas a empleados que trabajan puestos de servicio. Esta regla implica una retención salarial para las propinas que los meseros reciben atendiendo mesas de 6 personas o más en los restaurantes.
El IRS argumenta que estas propinas son “cargos por servicios” y que por lo tanto son “sueldos a fines impositivos”, lo cual sugiere que están sujetos a la seguridad social, seguro médico e impuestos federales sobre las ganancias.
Este reglamento salió en junio de 2012, pero fue retrasado hasta el 2014, porque los restaurantes alegaron no poder adaptarse a la nueva ley a tiempo. Los restaurantes, en vez de aceptar estos trámites, son cada vez más proclives a eliminar por completo la práctica de las propinas, como lo evidencia el caso de Darden Restaurants, la corporación con sede en Orlando que cuenta con más de doscientos mil empleados.
Durante el otoño de 2013, las cadenas de restaurantes Olive Garden, Longhorn Steakhouse y Red Lobster — todas propiedad de Darden — eliminaron la opción de propina automática en sus más de dos mil locales, con el fin de prepararse para esta nueva normativa, según el Wall Street Journal.
Es sólo cuestión de tiempo para que esta idea se difunda a la industria de servicios, lo cual afectará especialmente a los trabajadores que cobran propinas, quienes dependen de ese ingreso adicional automático garantizado para completar su salario diario.
Este último decreto impositivo del IRS vuelve a demostrar que nadie se ve más afectado por estas entidades gubernamentales que los trabajadores, quienes apenas pueden arreglárselas para sobrevivir. De acuerdo con el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, en el 2010 el promedio salarial para trabajadores en el servicio de comida estuvo apenas por encima de US$ 18 mil.
Debido a las exenciones grabadas en las leyes laborales estadounidenses, los empleados que reciben propinas en la mayoría de los estados tienen una base salarial de no más de US$ 2,13 por ahora, y deben compensar el resto solo con las propinas que reciben de sus jefes, en efectivo o tarjeta. Cualquier mesero puede confirmar que ese monto básico es prácticamente simbólico, ya que es consumido por los impuestos, incluso antes de llegar a sus bolsillos.
Cuando fui mesero durante la universidad, recuerdo que los afiches del IRS me perseguían cada vez que fichaba mi horario. Recuerdo las amenazas de la gerencia cuando se acercaban las auditorías financieras realizadas a los empleados que no declaraban el 100% de sus propinas. Y también recuerdo haber tenido que pagar al gobierno federal cientos de dólares en impuestos, a pesar de que una porción considerable de mi salario original ya iba a parar a los bolsillos del Tío Sam.
Mientras más vigile el IRS a los empleados con propinas, más contribuirán a desalentar o perjudicar abiertamente a los trabajadores de bajos ingresos, quienes probablemente dependen más de la ayuda gubernamental — precisamente la razón por la que tal impuesto se recauda en un primer lugar.
Las personas con mínimo nivel educativo o experiencia se sienten atraídas por este tipo de empleos porque, si bien hay mucho trabajo, las habilidades que se requieren son de baja exigencia, y el pago es rápido y conveniente. Una joven madre soltera sin título universitario puede alimentar y vestir a su criatura, y un trabajador de fábrica que es despedido puede ganar suficiente dinero como para pagar las cuentas mientras va a entrevistas. Un adolescente probablemente elija un lugar así para su primera experiencia laboral, donde aprenderá a trabajar y relacionarse con gente, y adquirirá experiencias que serán beneficiosas para el resto de su vida.
Según algunos analistas, la jugada del IRS para gravar las propinas automáticas no solamente perjudicarán a los trabajadores, sino a sus industrias en conjunto.
“Va a afectar la tarifa por hora individual en términos del cálculo de horas extra. Esta es la trampa escondida para los empleadores como resultado del cambio”, dijo Alden Parker, abogado laboral en el estudio californiano Weintraub Tobin, la semana pasada en CNBC.
Parker ha dedicado bastante tiempo a asesorar restaurantes en la evaluación de cómo esta regla del IRS afectará negativamente sus balances.
“Eventualmente, quizás de aquí a 2, 3 o 4 años habrán suficientes horas extras que no se paguen como resultado de este cambio, como para… armar una demanda colectiva contra los empleadores de restaurantes que no se den cuenta de la situación.”
Este escenario ilustra perfectamente la regla de las consecuencias no deseadas de una acción, dado que un cambio de estas características en el IRS puede resultar en el perjuicio no solamente de los trabajadores sino también de los encargados y dueños de restaurantes. Es un llamado a la reflexión para estos dueños, los meseros, patrones y contribuyentes por igual.
El IRS se apropió de esta norma cultural que mide cómo dar propinas por un servicio excelente y la transformó en una práctica susceptible de ser castigada por el agente recaudador.
Si la prioridad del gobierno es gastar una enorme cantidad de recursos intentando apoderarse del dinero extra que meseros y trabajadores que reciben propinas ganan en todo el país, entonces deberíamos preguntarnos si éste es el tipo de gobierno que queremos.
Traducido por Melisa Slep.