
“¿Con una madre así, qué futuro le esperaba a ese niño?” Me dijo una vez una amiga mientras me contaba que su hermana había abortado.
Uno de los más frecuentes argumentos usados por el movimiento proaborto, es aquel según el cual si la madre presume que la vida del bebé está destinada al fracaso y el sufrimiento, tiene la potestad de matarlo. He empezado por este punto para mostrar el descaro al que estos movimientos han llegado.
En un derroche de utilitarismo, quienes defienden el aborto libre llegan incluso a sugerir que si los pobres pudieran interrumpir de manera gratuita el embarazo, habría menos violencia. Es como si le dijésemos al bebé: “te matamos, pero es por tu bien. Tu madre no estaba preparada para cuidarte y probablemente terminarías siendo un delincuente o mendigando en una calle”.
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Muchas personas han nacido rodeadas de condiciones en extremo adversas y, contrario a desear la muerte, lo que han hecho es salir adelante con más fuerza. Por ejemplo, la historia del futbolista Cristiano Ronaldo, quien hace poco agradecía públicamente a su madre por no abortar a pesar de la difícil condición económica que atravesaba, ha conmovido al mundo entero.
Y es que nadie debería tener derecho a asesinarnos porque considera que nuestra vida estará llena de sufrimiento. Ya tendrá cada uno la oportunidad acabar con su vida si así lo desea.
Acudiendo a unas retorcidas “buenas intenciones” muchos proelección olvidan que en medio de su ingeniería social están tomando decisiones que implican quitarle la vida a alguien. Soy liberal y mi principio rector es el de no-agresión.
Sin ninguna consideración utilitarista, y por encima de cualquier cosa, defiendo la vida. Ahora bien, en otro plano del debate, podemos encontrar a los partidarios del aborto que afirman que un cigoto, o incluso ya un embrión, no constituyen vida humana y que, por tal razón, no hay ninguna agresión al realizar un aborto.
Un embrión, un nuevo ser humano, viene a la vida cuando un cigoto es producido en la fertilización por la combinación de un espermatozoide y un óvulo. Afirma el embriólogo Keith Moore.
Para muchos proaborto, el cigoto, con sus 46 cromosomas, no es diferente a cualquier pedazo de piel o unión de células. Para ellos es igual utilizar, por ejemplo, un preservativo que provocar un aborto. Es como si ignoraran que el cigoto, desde el momento primero de la concepción, posee ya sus 46 cromosomas definitorios y tiene la capacidad de autodesarrollarse, no así un espermatozoide o un óvulo no fecundado. No tiene sentido, entonces, comparar el aborto con la utilización de métodos anticonceptivos. Un cigoto no es una masa cualquiera.
Al respecto se pueden encontrar infinidad de discusiones que intentan establecer una línea, por demás inexistente, entre la no-vida y la vida después de la fecundación.
Algunos dicen que antes de los 14 días no se puede hablar de asesinato, otros afirman que solo hasta los tres meses es posible considerar que hay vida humana. ¿En qué se amparan estas discusiones? ¿Acaso se basan en la fisonomía?
Desde luego que un embrión no luce como un bebé, de la misma manera que un niño no se asemeja a un anciano ni está desarrollado físicamente en plenitud, pero esto no le quita su condición de ser humano. Hay bebés que nacen, por ejemplo, con algún órgano aún sin desarrollar completamente y no por eso matarlo deja de ser un asesinato.
La vida de un ser humano tiene su origen cuando el óvulo es fecundado, de ahí en adelante lo que podemos ver son diferentes etapas del desarrollo. Es en ese momento, cuando lo que algunos conciben como cualquier masa sin vida humana, es capaz de autodesarrollarse hasta llegar a ser un bebé que ahora sí sea considerado por los proaborto como una persona. De un espermatozoide o de un óvulo no fecundado no va a salir un bebé, de un cigoto sí.
De otro lado, están también los proaborto a los que la discusión de si hay o no vida les parece secundaria. Basan su defensa en que el embrión o feto no es un individuo en tanto que depende de la madre para vivir; respira y se alimenta a través de ella, ergo es una parte de su cuerpo.
He dicho antes que el cigoto tiene capacidad de autodesarrollarse, y con esto me refiero a que no hay una dependencia genética de la madre, en un ambiente adecuado seguirá su proceso de formación. Un bebé recién nacido es también dependiente, si no es amamantado y cuidado morirá. ¿Habría que decir, entonces, que no es un individuo porque necesita ser asistido por su madre?
La dependencia del feto es solo ambiental, no biológica. Es un individuo con sus 46 cromosomas completos. El profesor Jesús Ballesteros, filósofo reconocido por sus críticas al aborto, cita en una de sus publicaciones la siguiente frase concluyente: “El embrión es un ser viviente completo en devenir. Tiene en sí el poder de pasar de la potencia al acto. El ambiente no le proporciona la forma o la esencia, sino los materiales (el alimento)”
Luego está también la discusión acerca de que el bebé es una especie de intruso que se alimenta de la madre y, en tanto que nadie está obligado a prestar ayuda o asistencia a otro ser humano, no se puede obligar a la embarazada a mantener un bebé en su vientre.
Salvo en casos de violación, es mediante un acto sexual voluntario realizado por los padres que se concibe a un nuevo ser humano y se lo coloca en una situación de dependencia. Es aberrante, entonces, decir que la madre puede matarlo porque tiene el derecho de negarse a alimentarlo y a tenerlo en su vientre. Fue ella la que decidió ponerlo ahí, en una situación de completa vulnerabilidad.
Por lo expuesto aquí a grandes rasgos, y como defensora a ultranza de la vida, tengo claro que el aborto, al menos en los casos en los que el embarazo no implica un peligro inminente a la vida de la madre, no solo es un acto execrable sino también criminal.