El 16 de abril la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) anunció oficialmente que se cambia el nombre a Plataforma Unitaria (PU). Dicen que ahora si será más amplia y que ahora sí tendrá reglas claras. Además, anunciaron que participarán en las elecciones de 2024 controladas por el CNE chavista. Todo esto ocurre en medio del proceso de normalización de las relaciones EEUU-Venezuela, comenzando por el levantamiento de sanciones a un sobrino de Cilia Flores y otras a PDVSA para que, en contrapartida, petroleras norteamericanas vuelvan a Venezuela. Según uno de los voceros de la PU, Henrique Capriles, “Venezuela se está reactivando”.
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En esta nueva etapa, llama la atención que el partido que se proyecta con el mejor posicionamiento ante el régimen chavista es UNT. Recuperó la Gobernación del Zulia con Manuel Rosales, tiene un rector en el CNE con Enrique Márquez, tienen al hijo del vicepresidente del partido como magistrado del TSJ y ahora Omar Barboza es el secretario Ejecutivo de la PU —no olvidemos que fue presidente de la AN antes que Guaidó—, es decir, pudo haber sido el presidente interino. Ahora bien, ¿tenemos alguna pista de lo que sería la agenda de esta PU?
A principios de mayo, Enrique Márquez dijo en una entrevista en la que se le preguntó sobre las primarias de la PU para 2023, que el CNE puede montar en 30 días una elección y tiene la disposición para hacerlo. Si esto ocurre así, ¿acaso no es esto el mayor acto de reconocimiento al CNE a nivel nacional e internacional, o en otras palabras: no sería esta la más explícita asunción de que en Venezuela hay una democracia?
A todas estas, Voluntad Popular agoniza con el interinato y no hay ni la más mínima disposición de rectificación o renuncia, sino más bien la impertinencia de este delirio que solo les permite obtener una entrada alternativa de recursos. Si hacemos un análisis de lo que ha sido el comportamiento de estos actores desde que eran la Coordinadora Democrática (2002), podríamos proyectar la repetición de un patrón: van a funcionar el interinato y la PU de forma simultánea para sacar provecho de todo cuanto sea posible y tener más espacios para repartir y parasitar poder político y económico. Para los venezolanos, ya esto es un comportamiento normal de la clase política, pero para la comunidad internacional es confuso explicar cómo los mismos actores que tienen un gobierno paralelo al chavismo a lo interno, a la vez piden a lo externo que se les quiten las sanciones y participan en sus elecciones no creíbles. ¿Acaso no es esta la conducta canalla fuente de toda desconfianza nacional hacia ellos?
Recientemente la prestigiosa encuestadora Meganálisis midió la popularidad de los políticos en el país. Un 78 % de los venezolanos cree que los partidos de oposición trabajan para el chavismo. Pero además, 82,3 % no confía en los partidos políticos de esa misma oposición. Lo más asombroso es que 4 de cada 10 entrevistados añadían de forma espontánea los nombres de estos políticos. De los 15 políticos más impopulares ¡La grandísima mayoría está en la PU!
Siendo este el desafortunado desarrollo del fenómeno político venezolano, en el extranjero la política hacia Venezuela es menos alentadora.
Hace unas cuantas semanas escribí en PanAm Post sobre el peligro que significa la política exterior de la Administración de Joe Biden, la cual es aplaudida por la PU y los venezolanos con Biden. Es una amenaza porque significa el triunfo del autoritarismo frente al republicanismo. Con Biden, se ha beneficiado la dictadura castrista en Cuba con la apertura de líneas de financiamiento; se han beneficiado grupos terroristas como ETA (España) y las FARC (Colombia) sacándolos de la lista de organizaciones terroristas; se han beneficiado los talibanes al quedarse con Afganistán; y ahora la narcodictadura chavista con el levantamiento de sanciones y la vuelta de empresas petroleras a Venezuela.
Pero enfoquemos nuestra atención sobre la política exterior norteamericana y Venezuela.
Ya oficiales del gobierno americano han confirmado que fue el interinato que solicitó el levantamiento de las sanciones al chavismo. Asimismo, han salido declaraciones de exfuncionarios de la administración Trump que confirman que ha sido este mismo grupo el que dinamitó cualquier posibilidad de intervención en Venezuela para salir del régimen.
La salida de Biden para Venezuela es normalizar a la dictadura para poder comprarle petróleo nuevamente, manteniendo en el poder a un dictador que le garantiza tener un país tranquilo mientras enfoca sus esfuerzos en la guerra proxi contra Rusia en Ucrania. Si bien la MUD no sirvió para salir del chavismo, entonces que la PU sirva para mantenerlo en el poder pero sin mayores contratiempos.
Siendo esto así, los únicos que cuentan con el gobierno de los EEUU son los chavistas. Sin embargo, no olvidemos que hay otros países dispuestos a ayudarnos a ser libres.
En los venezolanos está en potencia la solución al chavismo como el problema de nuestra existencia nacional. No tengo la menor duda de que en ese 80 % que no quiere más a esa clase política, ya está en marcha la iniciativa que romperá el juego que tiene Biden con la PU-PSUV.