La llegada de una nueva planta de autos eléctricos, de la marca Tesla, propiedad del voluble y excéntrico Elon Musk, a Nuevo León, tierra industriosa de gente buena, directa y trabajadora, al norte de México, por supuesto no se debe a las buenas artes diplomáticas ni a la búsqueda de inversionistas para generar empleos, de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el presidente socialista de México.
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Muy al contrario, AMLO, fiel a su estilo de mando unipersonal y autocrático, estuvo a punto de hacer fracasar los acuerdos previos, básicamente porque el estado de Nuevo León está gobernado por la oposición, por el gobierno de Samuel García, quien milita en las filas del muy progresista Movimiento Ciudadano, y eso no le abonaba políticamente al tabasqueño.
Y es lógico. A un confeso admirador de Fidel Castro, y del Che Guevara, un par de asesinos que lo que menos hacían era atraer inversión privada a Cuba, lo que menos le importa es ofrecer fuentes de ingreso a los trabajadores.
AMLO buscó que Tesla se asentara no en Nuevo León, sino en todo caso, a un paso de su feo y fallido Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), que casi no hay aerolínea que quiera usar, por estar bastante más lejos de la Ciudad de México que el actual en uso, el saturado Aeropuerto Internacional Benito Juárez (AICM).
AMLO, el destructor de grandes proyectos, como el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), que se estaba desarrollando en la salida a Texcoco, pero que el socialista se empeñó en dejar en obra negra, alegando que era un negocio de corruptos, y otras muchas necedades que acabaron, por supuesto, perjudicando a los usuarios, y por mucho.
Dicho sea de paso, el AIFA está a cerca de 66 kms de una colonia clasemediera al centro-sur de la Ciudad de México, lo que hace que con tráfico se llegue ahí en más de dos horas. Mientras, el AICM, está a sólo 15 kms y se llega a él, aún con tráfico, en menos de 30 minutos.
El entorno de AMLO también habría ofrecido a Musk instalar Tesla en Michoacán, un estado al sur, lleno de problemas de inseguridad y mafias de narcos y de crimen organizado, pero, eso sí, ahora gobernado por Morena. Traducción: si el aplauso no se lo lleva AMLO, que no se lo lleve nadie.
Pero finalmente tuvo AMLO que ceder para no quedar en ridículo internacional, porque Musk es una figura demasiado conocida -y el más rico del mundo-, y no se iba a quedar callado si por culpa del ego del socialista las negociaciones fallaban, y además se iban a perder cerca de 35 mil empleos directos o indirectos para Nuevo León.
En su momento se filtró a la prensa que Musk se llevaría esta planta de Tesla a Austin, Texas, o a Indonesia, cosa que a la mera no ocurrió porque le queda más cerca la mano de obra barata de México, y porque el equipo internacional de AMLO, con el canciller Marcelo Ebrard a la cabeza, es bastante más racional y pragmático que el dogmático socialista AMLO.
Las negociaciones de una inversión de 5 mil millones de dólares, claro, no duraron un día, sino 14 meses. Tesla estará produciendo en Nuevo León cerca de un millón de autos eléctricos, con lo que se aproximará a su objetivo anual de fabricar 20 millones.
La planta de Tesla estará ubicada en el municipio de Santa Catarina, y se convertirá en la primera en su tipo en toda Hispanoamérica, y la quinta a nivel mundial. Las 4 previas están situadas en: Reno, Nevada y Austin -en Estados Unidos-; Berlín, Alemania; y Shanghai, China.
No es difícil imaginar cuáles razones -además de su ego y sus inspiraciones socialistas- pudieran haber pasado por la cabeza de AMLO para hacerla cansada a Elon Musk, en lugar de brindar facilidades para su llegada. Hay que recordar que el proyecto más emblemático de este gobierno socialista blando, es la Refinería de dos Bocas, en Tabasco.
Imagínense: mientras Musk busca opciones no contaminantes para la movilidad, AMLO está anclado en el pasado, apostándole todo a la gasolina, y con ello, abonando a una gran contaminación.
“Las actividades de la nueva refinería de Dos Bocas, en Tabasco, liberarán más gases contaminantes a la atmósfera que equivalen al exterminio de 183 millones de árboles”, según el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).
De acuerdo con su información, “durante sus primeros 23 años de operación, la refinería emitirá un total de 43.5 millones de toneladas de dióxido de carbono”, y se calcula “que liberará al ambiente hasta 0.25 millones de toneladas de metano”. Eso es AMLO.
Un estudio de Pemex (paraestatal mexicana de petróleo) desde 2019 advirtió que la refinería de Dos Bocas podría causar “un daño severo a la calidad del aire de la zona y las emisiones podrían extenderse a ciudades cercanas”.
Y pensar que el argumento de AMLO para no dejar a Tesla llegar a instalarse era supuestamente que causaría problemas de mayor escasez de agua, en una zona donde la gente ha sufrido mucho este problema en muchas colonias.
Pero al gobernador Samuel García no parece preocuparle en lo más mínimo que se agravara la ausencia de ese líquido, porque, en teoría, Musk habría asegurado que ayudaría a resolver este asunto de alguna forma.
Pero no sólo por eso, sino porque, dijo en una entrevista el joven político: Tesla, “además de llegar con toda esa tecnología y transferencia de conocimiento, no contamina y no usa agua. Estamos hablando de que Tesla le solicitó al estado, como máximo, 80 litros por segundo, de agua tratada. Nuevo León cuenta con tres mil litros de agua tratada, porque tenemos años haciendo plantas tratadoras”, dijo.
Las contradicciones de AMLO, como de todo buen socialista, no se han hecho esperar en el caso de la relación con Musk. Mientras el mexicano rojo ha destacado por despreciar el respeto a la ecología, por causar serios problemas con su Tren Maya, que trasquila la selva del sur mexicano, y por su Refinería Dos Bocas, además de haberse burlado de aerogeneradores (ventiladores) en Baja California, porque “afeaban el paísaje”, a Musk sólo fabrica tecnologías limpias.
Pero viendo AMLO que haría el ridículo si daba la espalda a lo que ofrece Musk para México, tras una llamada por teléfono, ahora se muestra totalmente afable y a su servicio. Le deben haber brillado tanto los ojos por el cash que Musk representa, que AMLO le propuso hasta otros proyectos, como una planta de baterías en el estado de Hidalgo, y -ahora sí- proyectos de energía limpia, en Sonora.
En la conferencia mañanera del 1º de marzo pasado, AMLO dijo: “Y luego, porque lo invité, quiere venir él (Musk); también me mandó a decir que cuándo estimo yo que podríamos hacer un recorrido por el país. Hoy voy a ver la agenda para ver cuándo viene”.
¿Qué tal el socialista mexicano? Primero causando problema a la inversión privada, y ahora hasta le va a dar un paseo por todo el país al multimillonario. “Primero los pobres”, decía en una de sus campañas a la presidencia…
“Y sí estoy pensando -siguió AMLO- si él lo considera y si decide también venir… Bueno, nos mandó a decir que quiere venir, estoy pensando en que vaya a Sonora, que vea lo de la planta de energía solar, que se conozca todo lo que es el Plan Sonora y todo el potencial que hay ahí en cobre, en litio”.
Brotó de su boca al fin, la palabra mágica: LITIO. Esa que vuelve locos a sus camaradas rojos del sur: a Evo, a Boric, a Fernández, cuyos países tienen los depósitos que concentran los mayores volúmenes de ese metal ligero, indispensable para la tecnología actual.
Pero sólo hace unas semanas, AMLO había ya “nacionalizado” el litio. Habría que decir, “estatizado”, porque el señor rojo no permite la inversión privada mexicana tampoco, en nada relacionado con el “oro blanco”.
Pero ahora, sabedor de las necesidades de Musk, ya le va a poner en charola de plata todo el litio que pueda.
Dijo AMLO: “Le aclaré (a Musk) que lo del litio ya se nacionalizó, pero que eso no implica el que podamos ponernos de acuerdo. El litio es de los mexicanos, pero, bueno, si se compra la materia prima, si se pone en las plantas de baterías en Sonora, si se da trabajo a los sonorenses, a los mexicanos, pues se llega a un acuerdo.
Y así es como el socialismo de López Obrador se arrodilla ante el hombre más rico del mundo. Gana el capitalismo, pierde la izquierda. La misma historia de siempre. No se hagan bolas.