La lucha del Partido Comunista de China (PCCh) por construir y consolidar la hegemonía del Dragón Rojo ante Estados Unidos y en general en todo Occidente y el mundo, se expresa mediante miles de formas, y en terrenos como el geopolítico, el financiero, el cultural, el tecnológico, el deportivo y, por supuesto, el económico y el militar.
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Siendo China y Estados Unidos, al mismo tiempo, grandes socios comerciales, entrar en una guerra convencional, que podría ser nuclear también, provocaría gravísimas pérdidas en ambas naciones -millones de muertos, apocalipsis de infraestructuras, caos económico, infierno ecológico-, por lo que tal opción queda descartada por ahora.
Pero todo lo demás queda encartado: a los ojos de la ambición desmedida del régimen comunista de China por convertirse en la cabeza de un nuevo orden mundial, hay que destruir y tomar el control de Estados Unidos y en general a Occidente por todas las vías posibles.
Así las cosas, sólo un análisis hecho a la ligera podría dejar de lado la penetración destructiva del fentanilo en la salud pública estadounidense, sustancia cuyos precursores provienen en su mayoría de las mafias chinas, solapadas por su gobierno; la mega clonación china de millones de productos patentados occidentales; la conquista llamada “Nueva Ruta de la Seda”; los trabajos del Foro China-CELAC; el entreguismo del Foro de Sao Paulo; el desarrollo de la tecnología de punta; los intentos para desdolarizar las economías occidentales; el combate de posiciones sobre todo en Hispanoamérica, y hasta los globos espía, que operan abiertamente, justo con el objetivo de ser vistos.
A todo este conjunto de estrategias del Partido Comunista de China le llamo “guerra blanda”, que de facto lo incluye todo, todo tipo de hostilidades para minar, socavar, hacer menguar, y destruir a su principal enemigo, a su máximo competidor internacional, menos el uso de armas de destrucción masiva.
Ya se ha usado mucho el concepto de “guerra tercerizada”, que significa, en resumen, una guerra que no se libra directamente en el territorio de ninguno de dos países enfrentados, sino en un tercero.
Ejemplos de esto es la guerra de Rusia contra Ucrania, donde este país con un globalista Zelenski a la cabeza representa el territorio en el que a nivel simbólico se bate Rusia (Eurasia, se diría, es decir, Rusia y China juntas), contra Occidente -contra Estados Unidos, Europa y la OTAN-, en un ajedrez por ganar posiciones y definir un nuevo orden geoeconómico mundial.
La próxima guerra tercerizada se librará con bastante seguridad en Taiwán y con los mismos dos bandos enfrentándose. Pero sin duda el territorio de Hispanoamérica es por completo el escenario de una tercerización enorme entre Estados Unidos-Occidente, y China (Eurasia).
China es el principal socio comercial de Brasil, que tiene ahora como cabildero comunista de cabecera a Lula da Silva, quien busca que el Mercosur negocie para todos sus países miembros en bloque un tratado regional de libre comercio con el Dragón Rojo.
Y por supuesto, no tardará en su viaje en marzo de 2023 al gigante oriental, en adherirse a la Ruta de la Seda y vender la soberanía brasileña a cambio de alguna buena suma de dólares que usará para su reelección en 4 años más. Lo mismo que hizo Alberto Fernández en el marco de su visita al mausoleo de Mao en los Juegos Olímpicos de Invierno.
China ha invertido en Hispanoamérica 140.000 millones de dólares, entre 2005 y 2021, y de este monto 64.000 millones corresponden a Brasil, de acuerdo con datos del Inter-American Dialogue.
Según un cuadro comparativo de la financiación de China en América Latina entre 2005 y 2020, el Dragón Rojo ha invertido en Venezuela 62.000 millones de dólares, país cuyo régimen, junto al de Cuba, es el máximo socio estratégico en la región. Son la avanzada china en América. Pero el Brasil de Lula se ha puesto recientemente a la cabeza de este bloque pro chino.
En cuanto al fentanilo, hemos escrito en estas mismas páginas, que está siendo usado por el PCCh como un arma para devastar a Estados Unidos.
Es totalmente incomprensible que un régimen hiper controlador y autoritario como el chino, no pueda detener la exportación de materias precursoras para la producción de tal opiáceo a los cárteles mexicanos, entre otros destinos, que a la postre afectan la salud pública de las barras y las estrellas.
El régimen chino “deja pasar” lo que le conviene: te meten a la cárcel si protestas contra él con una hoja en blanco, sin que aún tenga nada escrito, pero no se dan cuenta supuestamente de la exportación ilegal de químicos para generar fentanilo. Eso es un rostro de la guerra blanda.
Otro, por supuesto, son los globos espías que han sido descubiertos. He leído opiniones respecto a este tema que subestiman la presencia de varios globos chinos sobrevolando el espacio aéreo de los Estados Unidos, bajo el argumento de que no representan peligro alguno.
Tal tipo de análisis es muy ingenuo, y está hecho bajo los esquemas de las guerras convencionales. Pero si leemos estos eventos bajo la óptica de la guerra blanda china, el objetivo es demostrar que el Dragón Rojo no respeta el espacio aéreo norteamericano, que ya no existe un Estados Unidos con la fuerza como para detenerlos, que hacen lo que quieren donde quieren, y que Joe Biden es un incompetente, un débil.
Ese es el objetivo real de los globos espías: hacer evidente la debilidad de Estados Unidos ante China, el nuevo rey mundial que no respeta la soberanía de nadie. Y si esto ocurre al país de las barras y las estrellas, ¿qué podría pasar en cualquier otra nación?
Los globos no son una casualidad, no son para hacer estudios meteorológicos, no son para “espiar” con sus antenas realmente nada que no se pueda espiar desde un satélite: se trata de dejar en claro quién manda ahora en el mundo, de evidenciar el poderío, de tener presencia.
Y podemos preguntarnos en este contexto, ¿qué función desempeña de facto la cultura woke, el progresismo? Claro, es el veneno ideológico que socava los pilares de la cristiandad, elemento clave en una guerra ideológica. Es la avanzada maoísta del PCCh para golpear a Estados Unidos.
Xi Jinping se frota las manos y sonríe mientras la ideología de género opera a su favor hincando a un pueblo y carcomiendo su moral: mutilación de adolescentes, abortos, personas que encarnan sus propios cuentos y el Estado se los legitima, mientras se calientan más y más los conflictos del marxismo posmoderno: mujeres contra varones, homosexuales contra heterosexuales, satánicos contra creyentes.
En los hechos, operan también a favor del PCCh la Teoría Crítica de la Raza, los infiltrados socialistas en la Casa de Representantes y el “Squad”, la industria del entretenimiento, el Big Tech, Hollywood y la cultura de la cancelación. Y ya mejor no hablamos de las pandemias “casuales”. Todo lo que ataca los valores fundamentales de Occidente es veneno funcional al nuevo orden mundial del Dragón Rojo. Por esto el movimiento conservador, cristiano y cristero, necesita solidificarse lo más pronto posible. O lo vamos a lamentar decenas de años.