El rapero negro norteamericano Snoop Dogg –una persona conocida por su frecuente consumo de marihuana que dice representar a los gangsters de todo el mundo- mostró recientemente su apoyo a Francia Márquez, la compañera de fórmula de Gustavo Petro para la vicepresidencia de Colombia, sólo porque se trata de una mujer de raza negra.
Como siempre, el supremacismo negro, esa expresión del marxismo posmoderno, pone el factor racial por encima de la trayectoria, de la experiencia, de la capacidad para ejercer un cargo público.
Esto se explica en mucho a partir de la Teoría Crítica de la Raza (Critical Race Theory, CRT), con poderosa influencia en la revolución woke de los Estados Unidos.
Esta teoría es una reinterpretación de la historia según la cual los negros siempre han sido oprimidos por la raza blanca, algo que como fenómeno sociológico habría penetrado las leyes, las costumbres, el lenguaje. De ahí que se busque “deconstruir” estas bases estructurales de la sociedad.
Por haber sido “oprimidos” hace décadas, los negros merecerían hoy ser compensados sólo por ser de esa raza, lo cual se traduce en privilegios para ellos, ventajas, fondos, programas sociales, un trato preferencial en la política, en el deporte, en el arte, en todos los ámbitos. Esto, dicho sea de paso, se ha convertido en el fundamento de su nuevo supremacismo. Les ha funcionado presionar a los gobiernos para obtener tajadas políticas.
La CRT, pese a estar tan de moda -sobre todo en las universidades y ambientes gubernamentales de izquierda-, es sin embargo muy endeble, ya que es obvio que quienes impusieron la esclavitud contra algunos negros no fueron todos los blancos, sino unos cuantos, por lo que no se puede juzgar a la raza blanca en general como “culpable” de tal práctica. Ni premiar a los negros actuales sólo por su color de piel, ante lo que pudieron haber sufrido algunos antepasados suyos.
Pero detrás de este supremacismo negro, muy explícitamente practicado por Black Lives Matter y por los terroristas domésticos de Antifa -así como por Colin Kaepernick, quien fuera jugador de futbol americano de la NFL y ahora estrella de Nerflix contando su historia personal, y quien abriga ideas del Black Panthers Party-, está el proyecto de imponer un régimen socialista, que ahora extiende su brazo hasta Colombia.
Francia Márquez es la compañera de fórmula del exguerrillero del M-19 Gustavo Petro, quien llevaría a la ruina a la democracia y a la economía a Colombia, al implantar un esquema similar al del chavismo, con el que mantiene cercanía ideológica.
Ella es una feminista y defensora ambiental, aunque, por encima de todo, es una activista del supremacismo negro, que busca conseguir ventajas para los negros colombianos, usando ese victimismo tan común a todas las nuevas izquierdas, cuyo argumento central es que han sido “oprimidos”, por lo que ahora buscan compensaciones que se traduzcan en políticas públicas, cuotas de raza, apoyos políticos y dinero.
Si Joe Biden dijo que propondría para ocupar un asiento en la Suprema Corte a una mujer, y que fuera negra -Ketanji Brown Jackson-, vemos que Petro usó exactamente el mismo criterio para escoger acompañante para la vicepresidencia.
Biden debe también estar tejiendo puentes para apoyar a Petro y a Francia Márquez, porque muy al contrario de hacer algo contra los tiranos socialistas, los ayuda, como ahora hace con Nicolás Maduro al buscar comprarle hasta 500 mil barriles de petróleo ante la escasez dejada por Rusia en el contexto de la invasión a Ucrania.
Las izquierdas se articulan a nivel continental y van solidificando el pensamiento único, el woke, el del marxismo posmoderno, el mismo que ahora esgrimen personajes como Snoop Dogg.
Por cierto, habría que tomar con muchas reservas cualquier cosa que pueda recomendar Snoop Dogg, si tomamos en cuenta que es alguien que no esconde su adicción a la mariguana, práctica que promueve en todo momento, incluso antes de su participación en el medio tiempo de la final del Super Bowl LVI, hace unas semanas, el 13 de febrero.
Fue también juzgado por homicidio en 1993, y es un promotor de la cultura gangster y de cancelar los fondos a las policías, lo mismo que propone Alexandria Ocasio-Cortez, una declarada socialista que cobra en la Casa de Representantes.
Todo esto, por supuesto, dentro de la galaxia del Partido Demócrata, que se ha convertido en un aquelarre socialista que además promueve el supremacismo feminista, el LGBT, la transexualidad y el aborto.
La cosa es que señaladamente en Estados Unidos, el partido de Joe Biden, Kamala Harris, Barack Obama y los Clinton, cada vez suma más problemas al decantarse por una agenda claramente socialista.
Los hispanos, por ejemplo, en una reciente encuesta encargada por Americano Media y realizada por ICR en marzo de 2022, mostraron un rechazo a reconocerse como “Latinx”. Menos del 2%. La mayoría prefiere ser llamado “hispano”, y un tercio emplea el término “latino”.
No pocas voces afines al Partido Demócrata promueven ese “lenguaje incluyente” que molesta a los hispanos, además de impulsar una agenda progresista y socialista que es rechazada, porque los hispanos que somos gente con valores familiares y religiosos, por lo que somos provida y contra todos estos nuevos supremacismos socialistas.
Y ese mismo repudio habría de expresarse en las urnas en Colombia, ya que es exactamente la misma agenda de las nuevas izquierdas la que está siendo promovida por Petro: un comunista que odia a los adinerados y dice estar con los pobres, pero su campaña a la presidencia no inició en los barrios, sino en España, con Pedro Sánchez, en unas oficinas lujosas; el odio a las derechas, en especial al uribismo; y a eso se suman los supremacismos socialistas de Francia Márquez, el de las mujeres contra los hombres, de su feminismo radical; el de los negros contra los blancos, en su línea “supremacista CRT” colombiana; y el del supremacismo ecologista, contra la minería que “envenena nuestros ríos”.
El pensamiento único zurdo gana terreno a nivel continental, un peligro para la pluralidad, para la democracia liberal, para el libre comercio, para la libertad.
“I’m representing for them gangstas all across the world”, repite Snoop Dogg en la canción “Still”, de Dr. Dre. Eso es la izquierda, una coalición que odia los valores tradicionales de Occidente, tal como los encapuchados encabezados por alias “Simona”, que irrumpieron en plena celebración de la misa el 20 de marzo de 2022 en la catedral de Bogotá, gente de la Primera Línea, los porros apoyadores de Petro, el comunista.