La socialista bolivariana Xiomara Castro tomó posesión como presidente de Honduras, donde ya su esposo Manuel Zelaya fue mandatario, y lo primero que hace es nombrar a su hijo como miembro del gabinete, como su secretario privado, y a su sobrino como secretario de Defensa. La familia “revolucionaria” refundando al país.
Esto, pese a que la Constitución nacional dice muy claramente en su artículo 250, que no pueden ser secretarios ni subsecretarios los parientes del presidente, dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad. Pero el respeto a la Constitución es secundario cuando se trata de imponer el socialismo.
La presencia de Kamala Harris, vicepresidente de los Estados Unidos, en la toma de posesión de Xiomara Castro, muestra el respaldo y solidaridad entre gobiernos de izquierda, la alineación de las izquierdas continentales. El Partido Demócrata necesita el voto latino para las elecciones intermedias de noviembre, y sobre todo para las presidenciales de 2024, cuando es posible que Kamala sea la candidata de esas filas.
Kamala Harris fue a la investidura de Xiomara Castro acompañada por otros miembros del Gobierno de Estados Unidos: Samantha Power, administradora de la Agencia para el Desarrollo Internacional, José Fernández, subsecretario de Crecimiento Económico, Energía y Medio ambiente del Departamento de Estado, y Raúl Ruiz, representante de California por el Partido Demócrata.
También estuvieron en el evento Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidente de Argentina, y el hiperactivo canciller mexicano, Marcelo Ebrard, cuya esposa Rosalinda Bueso, es justamente una diplomática hondureña. Fue embajadora de Honduras en México en 2007, y en 2011 se casó con Ebrard. En el 2019, Bueso fue invitada al club de las primeras damas del G-20, que celebró su cumbre en Osaka, Japón, a donde asistió con Ebrard, en representación del gobierno del cabecilla del socialismo blando, Andrés Manuel López Obrador.
Con Xiomara mucho habrá de empeorar para el pueblo hondureño. Nada bueno ha salido jamás de un gobierno socialista, sino miseria, persecución política y violaciones a los derechos humanos. Sobran ejemplos.
Pronto veremos que en Honduras, donde el aborto no está legalizado, las leyes se moverán desde el supremacismo feminista a favor de esta deleznable práctica, bajo el amparo de que es un “derecho de la mujer” y bajo la presión del globalismo rojo expresado en la Agenda 2030 —esa deconstrucción de la vida occidental—.
Xiomara prometió en campaña la despenalización del aborto en las tres famosas causales —pero no por ello menos dañinas— que se han ido popularizando en América Latina: en caso de violación, si la vida de la madre corre riesgos y por malformaciones fetales.
Pero eso sí, antes de jurar como presidenta, la política socialista asistió a una ceremonia religiosa católica, pidiendo el favor de Dios para su mandato. Quiere quedar bien Dios y con el diablo. Y con el clero y con el pueblo, que es realmente conservador, y al mismo tiempo impulsar la agenda del supremacismo feminista. Porque Xiomara se ha definido a sí misma como “feminista, antipatriarcal, revolucionaria e incluyente”.
Pero está casada con Manuel Zelaya, rosaquien fuera depuesto como presidente en 2009, cuando huyó a Costa Rica. Resulta que Xiomara y Zelaya son primos. Tienen 5 hijos. Y uno de ellos —Héctor Manuel Zelaya—, de 40 años de edad, fue nombrado como “secretario privado”.
Secretario Privado: Héctor Manuel Zelaya pic.twitter.com/4PRTfZ1OrG
— Xiomara Castro de Zelaya (@XiomaraCastroZ) January 27, 2022
Eso no es todo. José Manuel Zelaya Rosales, su sobrino, de 33 años, estará al frente de la Secretaría de Defensa.
Secretario de Defensa: José Manuel Zelaya Rosales pic.twitter.com/xmHKFoFV95
— Xiomara Castro de Zelaya (@XiomaraCastroZ) January 27, 2022
El nepotismo no existe para Xiomara, pero tampoco respeta su Constitución.
Tal vez, más bien habría que definirla como “socialista, nepotista, supremacista feminista, y abortista”.
En su primer discurso, del 28 de noviembre pasado, al final de la jornada electoral, soltó la frase: “Hasta la victoria siempre”, acuñada por el Che Guevara y replicada ampliamente por el oficialismo castrista. Esa es la ideología de Xiomara, una castrochavista, bolivariana, y además con agenda progresista. Un gran ejemplo del marxismo posmoderno, donde todas las taras de las izquierdas, las clásicas y las nuevas, coinciden en una misma propuesta política.
Manuel Zelaya siempre fue cercano a Fidel Castro y a Hugo Chávez, tanto como ahora lo es de Nicolás Maduro y de Daniel Ortega. Todo su círculo tiene base en el Foro de Sao Paulo, por lo que el mandato de Xiomara es muy previsible.
También Zelaya mantuvo una cercanía con Lula da Silva, uno de los fundadores del Foro de Sao Paulo —que ahora quiere volver a ser presidente en Brasil—, y con la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton. Ya el globalismo iba tejiendo fino hacia el sur del continente.
Roberto Micheletti, quien fungió como gobernante durante 7 meses en 2009, tras el derrocamiento de Zelaya el 28 de junio de ese año, señaló al diario hondureño La Prensa que el socialista “Mel” quería imitar a Hugo Chávez y a Fidel Castro.
Micheletti consideró, como muchos, que Zelaya fue derrocado por buscar perpetuarse en el poder, promoviendo una consulta popular para reformar la Constitución. “No entendió que su mandato duraba cuatro años, no entendió que debía respetar la ley y la Constitución”. La misma Constitución que hoy no respetó Xiomara al nombrar a sus familiares como parte del gabinete. El matrimonio pisotea las leyes.
Porque eso es justo lo que hacen la mayoría de los pillos socialistas en América Latina: llegan al poder por las urnas, con los votos, pero cuando ven cerca el final de su mandato, quieren reformar las leyes, torciéndolas de una manera u otra, para quedarse por siempre.
Ese ha sido el caso de la Venezuela de Chávez y Maduro, el Ecuador de Rafael Correa, la Nicaragua de Daniel Ortega, la Bolivia de Evo Morales, y a esta lista puede muy pronto sumarse el México de López Obrador, y en 4 años más, el Honduras de Xiomara Castro.
Carlos Zelaya, en una entrevista concedida a los 10 años de la salida de “Mel” de la presidencia de Honduras, reconoció que éste fue derrocado por una alianza cívico-militar “por unirse al Socialismo del siglo XXI que entonces promovía el presidente venezolano Hugo Chávez”.
Más claro ni el agua. Y ahora tenemos el “retorno de los brujos”, versión feminista, nepotista, y chavista: es la llegada del marxismo posmoderno. Honduras de luto.