En México actualmente existen diferentes partidos políticos, pero no diferentes ofertas políticas. Sin importar la ideología o los valores que como organizaciones se jacten de abrazar, la realidad es que en la práctica todos se mueven bajo las mismas directrices basadas en el oportunismo y la arrogancia política.
El discurso asistencialista del PRI, el conservador del PAN, el progresista del PRD y el populista de MORENA parecieran quedar en segundo plano cuando de definir sus agendas políticas y sus estrategias electorales se trata.
El común denominador es que al final todos conciben el Estado como un ente con tintes paternalistas y proteccionistas para con los ciudadanos y se conciben a ellos mismos como una especie de superhéroes y salvadores del afligido “pueblo”. A esta doctrina basada en la concepción de un Estado fuerte y protector se le conoce como “estatismo”.
Su contraparte natural seria el liberalismo, que lejos de buscar el empoderamiento del Estado, pretende su disminución y su limitación para poder dar paso a fortalecer la sociedad civil, y de este modo empoderar a los ciudadanos como individuos.
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Las consecuencias naturales del estatismo son en su gran mayoría negativas e incluyen situaciones indeseables como corrupción, desvió de fondos, dependencia gubernamental, adoctrinamiento estatal, mayor carga tributaria, servicios públicos deficientes, des-incentivación de la inversión y el emprendedurismo y, sobre todo, la perdida y la limitación de libertades individuales.
El debate político en México necesita tomar otras dimensiones si queremos generar cambios reales en nuestro país. No podemos seguir fijándonos en colores o en el carisma de los políticos a votar, porque ya hemos visto que al final eso no representa mayor diferencia. Necesitamos, como votantes, consultar y verificar que tanto los candidatos creen en el empoderamiento ciudadano y en el poder de la libertad como eje central de una sociedad.
Recientemente las ideas de la libertad en México han ido tomado relevancia y fuerza a comparación de años anteriores y esto se debe en parte al hastió ciudadano y también al esfuerzo y la dedicación de think tanks y fundaciones liberales comprometidas con la causa que se han encargado de mover la ventana de Overton y centrar la discusión en los temas que resultan verdaderamente fundamentales.
La participación política de aquellos que creemos en la libertad siempre ha sido un tema de controversia y división entre liberales; mientras que algunos creen que sería traicionar al puritanismo de las ideas y pecar de hipocresía política, algunos otros creemos que no solo es necesario, sino que es urgente que entendamos que es necesario involucrarse, participar e incluso, a veces, negociar con nuestras contrapartes estatistas si realmente queremos tener impacto en la vida política de nuestro país.
Ejemplos de partidos y movimientos liberales/libertarios alrededor del mundo sobran; algunos con mayor impacto y coherencia que otros, pero sin duda todos son esfuerzos dignos de reconocimiento y que han aportado su granito de arena a la causa liberal a nivel global.
En México existen algunos políticos como el senador Pancho Burquez o el diputado Jorge Triana que se identifican a sí mismos como políticos liberales, pero que al formar parte de un partido político y de una estructura jerárquica muy definida no pueden moverse ni realizar cambios con la soltura que un político independiente de asuntos partidistas tendría.
También existen proyectos que van empezando y que entre sus metas tienen contemplado consolidarse como un partido liberal / libertario formalmente constituido. Valdría la pena al menos estar monitoreando su desarrollo y eventualmente participar según las convicciones personales de cada quien.
Es un momento crucial para el liberalismo en México y en primer lugar tenemos que entender que los egos personales y de grupo no tienen cabida en este momento; de la seriedad con la que se abarquen los temas que interesan a la mayoría de la sociedad y sobre todo de nuestra congruencia e integridad como individuos dependerá que el liberalismo se convierta en la primera opción política realmente diferente al resto o pasar tan solo como un esfuerzo y una plataforma con tintes más bien chuscos y anecdóticos, como ha pasado con el partido libertario en Estados Unidos.
México está habido de gente comprometida con cambiar el clima de ideas y posicionar las ideas de la libertad y la corresponsabilidad como la única solución real a los problemas que a todos nos atañen, pero también gente con oficio político serio y que sea capaz de sentarse con gente que no comparte sus ideales para negociar y pactar acuerdos en pro de la libertad y el desarrollo del país.
Nos urge un partido político serio de corte liberal y el surgimiento de liderazgos auténticos y genuinos que lideren la causa, el tiempo es ahora y no actuar puede costarnos muy caro en los próximos años.
Como decía el famoso político y pensador norteamericano Thomas Jefferson, “el precio de la libertad es la eterna vigilancia”, y en tiempos como estos es nuestra responsabilidad estar con los ojos más abiertos que nunca para identificar y poder erradicar el cáncer social que representa el estatismo como forma de organización.