Cada elemento en la fórmula acentúa la tragedia del venezolano. Es una crisis ardua y amplia que afecta cada aspecto de la vida. Además de los altos precios; el grave deterioro de los servicios y las persecuciones de un régimen autoritario; el ciudadano en Venezuela ha sido abandonado. O, al menos, padece la falta de alguien. En casi el 60% de los hogares, hay, aunque sea, una silla vacía en la mesa.
La información la ofrece la empresa DatinCorp, cuya última encuesta concluyó que 59% de las familias tiene un familiar directo en el exterior; que ha huido de la inseguridad, el hambre, las faltas de oportunidades o el acoso de la dictadura.
Es al menos un familiar; sin embargo, de ese 59 %, la cifra de los que han padecido la ausencia de un solo pariente, es reducida y se comparte con otros hogares cuyo impacto ha sido mucho más sustancial: del 16% de las familias, un solo integrante emigró en los últimos cinco años; del 14%, dos de sus miembros abandonaron Venezuela. 13% de los hogares entrevistador por DatinCorp, ha soportado un abandono mucho más fuerte: seis o más familiares. Y el 8%, 5% y 4% de los hogares, tienen tres, cuatro o cinco parientes que se han marchado, respectivamente.
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De todas las tragedias esta podría ser la mayor. Se trata de familias enteras que se han desmoronados. Grietas irreparables. Hijos que se separan de sus padres sin la esperanza de repetir pronto el abrazo. Y es una situación que afecta a la mayoría de los venezolanos. Una cifra descomunal que, incluso, no excluye al pueblo chavista que sigue apoyando al régimen de Maduro, el responsable del éxodo venezolano. De acuerdo con DatinCorp, 46% de la población chavista que continúa apoyando a Nicolás Maduro tiene al menos un familiar en el exterior.
El presidente de la compañía de encuestas, Jesús Seguías, contó al medio El Nuevo Herald que la principal razón por la cual los venezolanos huyen de su país “es por la inseguridad y en segundo lugar por el deterioro de la calidad de vida y la poca expectativa que tienen sobre su futuro, especialmente los jóvenes”.
En 2016 al menos 28.000 venezolanos murieron a manos del hampa. Un número dantesco, al que hay que agregarle un 98% de impunidad. Son miles los que han sido afectados por la delincuencia. Quizá no directamente; pero es difícil encontrar algún ciudadano al que no le hayan asesinado a alguien.
Y, por otro lado, con una inflación de más de 1.000%; el venezolano tiene pocas expectativas sobre el futuro. Con un sueldo básico, estable, e incluso superior al mínimo, es extremadamente difícil poder establecerse e independizarse para un joven; independientemente de qué tan profesional sea. Para comprar un boleto de avión, el venezolano debe trabajar más de quince años. Para un hogar, un carro; o incluso, para gozar de la compañía de un perro —un Golden Retriever te puede salir hasta 9 millones de bolívares; que son 18 meses de sueldo mínimo—; el esfuerzo debe ser descomunal.
Pero existe otro elemento. El venezolano jamás había tenido que salir de su tierra. Nunca existió la necesidad. No es un país de emigrantes; sino de inmigrantes. Preferiría quedarse; pero el problema es que no hay esperanza. La incertidumbre es inmensa y a eso hace referencia al presidente de DatinCorp, Seguías.
Y esa desesperanza está estrictamente relacionada con el comportamiento de la dirigencia opositora. Para muchos esta no ha estado a la altura de confrontar al régimen de Nicolás Maduro, y jamás lo estará. “La oposición venezolana no ha sabido lidiar con estrategias correctas para derrotar a un Gobierno que ha cometido mucho errores y el Gobierno sigue allí, no tanto por sus propios errores, sino por la incapacidad opositora de hilvanar una estrategia correcta para poder derrotar al Gobierno”, dijo Seguías al medio estadounidense.
El presidente de DatinCorp sugiere que el éxodo empeorará con el tiempo. Este año fue terrible, según señala. Ciertamente, durante los meses de protestas en Venezuela, una pequeña grieta en el statu quo permitió que se generara una esperanza entre la población; pero una vez el régimen logró imponer la Asamblea Nacional Constituyente, ese sentimiento se desmoronó, y el venezolano que estaba aguantando su huída, la aceleró.