La reciente elección del presidente electo de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump, de nombrar a Rex Tillerson, CEO de ExxonMobil, como secretario de Estado generó diferentes reacciones y, sobretodo, preocupaciones. Grupos de derechos humanos, adversarios políticos, demócratas y escépticos del Gobierno de Rusia están alarmados; no obstante, no son los únicos que se deben preocupar.
“Las experiencias de Tillerson como ejecutivo petrolero de alto nivel, junto con el enfoque de Trump a la política exterior de Estados Unidos, podría generar problemas para Venezuela, el petroestado latinoamericano que atraviesa una intensa crisis política y social”, se lee en Business Insider.
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En el artículo titulado La elección de Trump del secretario de Estado podía traer problemas al productor de petróleo más grande de Latinoamérica, se señala que el Gobierno de Venezuela ha mantenido relaciones turbias con el de Estados Unidos desde que el expresidente Hugo Chávez arribó al Palacio de Miraflores en 1999.
En los 2000 el Gobierno de Chávez trató de renegociar los acuerdos con las empresas petroleras extranjeras que estaban en Venezuela; sin embargo, dos no colaboraron con la administración chavista: ExxonMobil y ConocoPhillips, las cuales bloquearon los cambios deseados por la Revolución Bolivariana.
“Mientras otras corporaciones negociaron con el Gobierno venezolano, para que Venezuela pudiese obtener participación mayoritaria en empresas petroleras en todo el país; solo ExxonMobil y ConocoPhillips rechazaron los acuerdos y buscaron arbitraje internacional”, señala a Business Insider el miembro del Centro Tulane de investigación, Tim Gill.
Por esa razón, Venezuela expropió los activos de las dos compañías; pero ExxonMobill no se quedó ahí y recurrió a un recurso legal.
“Siete años más tarde el tribunal arbitral internacional del Banco Mundial dictaminó a favor de ExxonMobi, pero otorgó a la empresa una suma mucho menor de la que esperaba: US$ mil 600 millones; en vez de los US% 16.600 millones” que había solicitado la petrolera.
De esta manera, Tillerson había perdido. ExxonMobil había sido derrotada por el Gobierno chavista y, dice el consultor venezolano de la industria petrolera Ghassan Dagher al New York Times: “Tillerson cayó en la trampa por completo (…) En mi opinión, lo tomó muy personal en contra de Chávez”.
No obstante, la situación no culminó ahí; sino que Tillerson y el Gobierno de Venezuela se volvieron a encontrar, pero esta vez no con Chávez, sino su sucesor: Nicolás Maduro.
El CEO de la petrolera “volvió a enredarse con Venezuela en 2015 (…) cuando ExxonMobil inició los esfuerzos de exploración petrolera frente a la costa de Guayana, vecina oriental de Venezuela”.
“Incluso más que el rechazo de ExxonMobil de negociar [hace varios años], sus esfuerzos en 2015 para aprovechar el petróleo de la costa de la región del Esequibo enfureció al presidente Maduro y al gobierno venezolano, incluso a la oposición”, dice Tim Gill al diario de negocios.
El Esequibo es un territorio que, desde hace años, es disputado por los Gobiernos de Venezuela y de Guyana: “Tanto Venezuela como Guyana han reclamado esta área y, como resultado, las compañías petroleras han decidido no enturbiar las relaciones entre los dos países”, apunta Gill; a pesar de que la zona es una fuente importante de petróleo.
Pero ExxonMobil no hizo caso a la delicada situación del Esequibo y, en cambio, decidió llegar a acuerdos con la novel administración de Guyana para explotar los recursos de la zona.
De esta manera se deduce que, luego de una tensa relación entre ExxonMobil y la administración de Venezuela, el exCEO de la petrolera y, ahora, secretario de Estado de Estados Unidos podría significar un dolor de cabeza para la dictadura de Nicolás Maduro.
Con información de Business Insider