Una reciente filtración de documentos, sobre unas compañías de hackers a sueldo que sirven a autoridades chinas, deja ver cómo funciona el oscuro mundo cibernético del gigante asiático. Los directivos de la empresa no solo buscaban dinero pagando favores dentro de la política, sino que confabulaban con competidores para manipular licitaciones de contratos gubernamentales.
Aunque los informes solo describen el funcionamiento de I-Soon, fundada en el 2010, esta práctica de hackers a sueldo se volvió algo común en China. Y es que empresas de este nicho se multiplicaron ante la alta demanda del régimen por datos de inteligencia del extranjero, pero en este caso en particular, la filtración demuestra cómo esa compañía ejecutó ciberataques en Hong Kong y en Taiwán.
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Cortejar a funcionarios durante cenas lujosas y borracheras nocturnas se volvió habitual para los directivos según los chats que salieron a la luz. También discutieron la compra de regalos “y a qué funcionarios les gustaba el vino tinto”, cita la reseña de Associated Press. Los “honorarios de presentación” fueron otra herramienta importante para conseguir “proyectos”, como uno 40000 dólares pagados a un intermediario que consiguió un contrato con la policía de la provincia de Hebei. Muchos de los clientes de I-Soon “eran policías en ciudades de toda China”.
El fundador de I-Soon, un “hacker rojo”
Así, entre cenas, pagos bajo cuerda e incluso karaokes con mujeres se tejen relaciones que terminan con ciberataques contra enemigos a miles de kilómetros. No es casualidad que hace poco Christopher Wray, director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), hablara del aumento del espionaje chino contra Estados Unidos “a una escala mayor a la que habíamos visto antes”.
Solamente el personal de I-Soon supera en número al personal de ciberseguridad del FBI en “al menos 50 a uno”, dicho por él mismo. La historia continúa ya que el fundador de esa empresa de hackers a sueldo milita para el Partido Comunista Chino (PCCh). Se llama Wu Haibo y llegó a definirse como un “hacker rojo”. Por lo tanto, I-Soon es “parte de un ecosistema de contratistas que tiene vínculos con la escena patriótica de piratería china”, asegura John Hultquist, analista jefe de la unidad de ciberseguridad Mandiant de Google.
Pero las labores de los informáticos también incluyen el suelo chino. Las víctimas serían grupos étnicos y disidentes que luego son vigilados y perseguidos por la policía gracias a esa información. El tema se vuelve más siniestro si se mencionan las torturas que sufren minorías religiosas, como los uigures en la región de Xinjiang, y quienes terminan en campos de “reeducación” donde los obligan a hacer trabajos forzados y renunciar a su fe. Todo funciona como un violento ecosistema que comienza con las órdenes de persecución de Xi Jinping, pasa por los laboratorios informáticos y termina con los crudos testimonios de las víctimas.
China contra EEUU en elecciones
Gobiernos, empresas de telecomunicaciones en el extranjero y empresas de juegos de azar en línea dentro de China también forman parte de la lista de objetivos. Como muestra, un botón: Washington teme un ataque masivo en esta época electoral en Estados Unidos que afecte desde plantas de tratamiento de agua hasta las redes eléctricas.
“La República Popular China tiene un programa de piratería más grande que el de todas las naciones importantes juntas”, dijo Wray al Comité Selecto de la Cámara de Representantes en enero pasado. Las redes sociales no serían la excepción, ante la pregunta de que el régimen chino pueda censurar a uno de los candidatos en TikTok, el titular del FBI admitió que, según la ley china, “eso sería algo que se les permitiría hacer”.