En medio de un contexto de guerra por la invasión contra Ucrania y de tensiones geopolíticas de Oriente a Occidente, un barco militar ruso llamado “Perekop” atracará en puerto cubano. Su visita inicia este 11 y se extenderá al 14 de julio y, según información oficial, llegará con “cientos de cadetes” en el marco de “actividades culturales”.
Sin embargo, la amistad del régimen cubano con el gobierno de Vladímir Putin es de larga data y hay quienes observan más allá de supuestas actividades recreacionales. Este año se supo que el Kremlin recluta ciudadanos cubanos para enviarlos al frente de la guerra, convirtiéndose en otra señal de un plan oscuro y profundo.
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Es un juego donde se tejan alianzas para arrebatarle a Estados Unidos su papel como mayor potencia mundial, o como afirma el exgeneral cubano Rafael del Pino, el fin de enviar barcos de entrenamiento como el “Perekop” es nada menos que “establecer un flujo constante de viajes a Cuba por parte de navíos aéreos y navales con capacidad de golpe convencional y nuclear”. Con eso, Putin conseguiría concesiones “en un teatral juego de chantaje político en el que asume el papel de ‘actor irracional'”.
🇷🇺⚓🇨🇺 | ATENCIÓN: La Marina Rusa ha anunciado que el buque de formación Perekop, de la Flota del Báltico, visitará La Habana por primera vez el 11 de julio, y permanecerá en la isla durante tres días. pic.twitter.com/pizcBrWTUx
— UHN PLUS (@UHN_Plus) June 19, 2023
Espionaje como “producto de exportación”
Hay más cabos para atar en esta historia. Casualidad o no, el dictador cubano Miguel Díaz-Canel y su primer ministro, Manuel Marrero Cruz, han estado viajando por países de Europa e incluso Rusia. El exgeneral, autor de un reciente dossier difundido de la mano con la organización Cuba Siglo 21, asegura que dichas giras son “para apaciguar a la población cubana al crear la imagen y expectativa de que ‘pronto todo se va a resolver’ en la economía y la vida cotidiana del país”.
Sin embargo, durante dichos viajes se estarían pactando acuerdos que poco y nada benefician a la población cubana, víctima de una histórica represión que empeora con cada muestra de descontento contra las precarias condiciones de vida provocadas por el régimen comunista. Este 11 de julio se cumplen dos años de las históricas protestas y continúan los testimonios de hombres y mujeres presos, sentenciados a años de cárcel, solo por haberse manifestado contra el castrismo.
El oscurantismo parte del Grupo de Administración Empresarial (Gaesa), manejado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y que abarca desde el mercado hotelero hasta la llegada de productos a los puertos y su venta en dólares. Las alianzas con Putin les servirían a los dueños de Gaesa para “acelerar el fortalecimiento de la Brigada de Exploración Radio Electrónica (BERE) de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM)”, explica del Pino. ¿Cómo? A través “del mejoramiento de sus equipos y la colaboración de asesores rusos y chinos”.
Acá es donde EE. UU. entra en la historia, en su texto, el exgeneral exiliado detalla que “la inteligencia que recolectan es —además de valiosa para esos dos países [Cuba y Rusia], al igual que para Irán y Corea del Norte— un producto de exportación que los oligarcas cubanos venden a otros países autocráticos”.
Un “acto de guerra”
Si por un lado, el régimen cubano tiene turbias amistades con Rusia desde la Unión Soviética, por el otro tiende la alfombra roja al régimen chino. Hace poco se supo de la base de espionaje contra EE. UU. instalada en la isla, sumado a que el ejército de Xi Jinping tiene diseñado el Proyecto 141 para aumentar el apoyo logístico de regímenes aliados en asuntos de inteligencia.
Antes de la polémica con la base de espionaje china, el régimen cubano, el venezolano y el nicaragüense se pusieron de acuerdo para recibir con honores al tirano de Irán en una gira de este por la región. Entonces, son piezas de un rompecabezas que se mueven continuamente para alcanzar el nuevo imperialismo que una vez confesó el dictador Nicolás Maduro.
Volviendo a los lazos con Rusia, el exgeneral Rafael del Pino asegura que los nexos ahora son diferentes en medio de la guerra iniciada por Putin. “La oligarquía de La Habana está exponiendo la seguridad nacional cubana de forma irresponsable al fortalecer la capacidad de interceptar directamente en EE. UU. las comunicaciones de ese país y las que tenga con sus aliados, para compartirlas con Rusia, Irán y otros enemigos de Washington y la OTAN. Eso hoy es un acto de guerra”.