Por primera vez desde que asumió, el presidente estadounidense Joe Biden y su par chino, Xi Jinping, se reunieron en persona. El lugar de encuentro fue la isla indonesia de Bali, en víspera de la cumbre del G20 y si bien conversaron temas álgidos, hubo muchos otros que quedaron por fuera.
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Entre EE. UU. y China no ha habido más que hostilidades desde que Biden gobierna, las cuales llegaron a su punto máximo cuando la actual presidente de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi, viajó a la isla en un arriesgado gesto a favor de su independencia, mientras Pekín respondía con ejercicios militares.
Con este escenario previo y las relaciones en su punto más bajo, Joe Biden y Xi Jinping se reunieron. Por supuesto, la situación de Taiwán no podía faltar. “Esta es la primera línea roja que no se debe cruzar”, aseveró el mandatario chino según el comunicado del Ministerio Exteriores. Asimismo, advirtió que cualquiera que busque separar a la isla “violando los intereses fundamentales, estará violando los intereses fundamentales de China”. Por eso, su exigencia es la de “ver paz y estabilidad en el estrecho de Taiwán”. Una paz que según dijo Xi, es “irreconciliable”.
Si bien la Casa Blanca aseguró que Biden habló sobre los abusos de derechos humanos en Xinjiang contra la minoría musulmana uigur, en el discurso de apertura frente a las cámaras, el presidente de EE. UU. pronunció más elogios que llamados de atención.
Xi Jinping y Joe Biden se reunieron por primera vez como presidentes en el marco de la cumbre del G20 en Bali, Indonesia. La reunión duró tres horas y media y se trataron temas como Taiwán y la guerra de Ucrania./1 🧵 pic.twitter.com/1BeYzQs3g6
— Dongsheng en Español (@DongshengNewsES) November 14, 2022
“Resolver lo de Taiwán es asunto chino”
Luego de la reunión, Biden descartó ante la prensa que “haya algún intento inminente por parte de China de invadir Taiwán”. Lo dijo a pesar de la amenaza de invasión y los repetidos ejercicios militares alrededor de la isla. Agregó que no pretende cambiar el status quo sobre Taiwán y que, por ende, su posición sigue siendo la misma. Es decir, apoya la premisa “una sola China”, pero no acepta que el régimen de Xi Jinping la invada. Es una política conocida como “ambigüedad estratégica”.
Hasta mediados de septiembre pasado medios como The New York Times citaban la similitud de la relación entre EE. UU. y China con una “Guerra Fría”, por la escasa comunicación entre sus presidentes y la desconfianza. Parece que tanto Joe Biden como Xi Jinping quisieron acallar esa versión con su reunión. Pero mientras eso ocurre, Pekín sigue teniendo alianzas con Rusia, sigue expandiendo su arsenal militar y amenazando a Taiwán.
No se avizoraron posibles soluciones a este tema en el encuentro en Bali. Aún así el mandatario estadounidense dejó saber sus comentarios a su par chino por acciones “coercitivas y cada vez más agresivas” hacia el estrecho de Taiwán y la isla. Sin embargo, Xi respondió: “Resolver la cuestión taiwanesa es un asunto de los chinos y un asunto interno de China”.
Según China, lo de Ucrania es una “crisis”
El siguiente tema fue la guerra en Ucrania que China tildó como “crisis” en su comunicado. Como es bien conocido, Xi es aliado cercano del presidente ruso Vladímir Putin al punto que ambos lideran junto a Irán su expansión autoritaria en América Latina. Biden y el mandatario asiático intercambiaron puntos de vista, además Pekín pidió por retomar las conversaciones entre Rusia y Ucrania. Fuera de eso, el comunismo chino evitó hacer alguna condena debido a su amistad con Moscú.
En cuanto a temas comerciales, Xi advirtió a Biden sobre la intención de iniciar una guerra comercial tecnológica. Y es que en octubre pasado EE. UU. impuso restricciones a la exportación de semiconductores fabricados en la nación asiática. Eso fue un duro golpe sobre el cual el comunismo chino advierte a Washington. Pero de parte de la Casa Blanca, no hubo mención explícita a ese tema.
En resumen, el encuentro fue cordial mas no conciliador. Lo que demuestra que entre Joe Biden y Xi Jinping quedan grandes temas por resolver y que una reunión de tres horas no es suficiente.