Una de las propuestas de la oposición venezolana para el próximo año es realizar unas primarias para elegir el adversario de Nicolás Maduro en las presidenciales del año 2024. Con bombos y platillos se ha venido anunciado el retorno a la vía electoral, pese a que las garantías siguen siendo las mismas de hace cuatro años, cuando Maduro se declaró reelecto en unos comicios sin la participación de los partidos opositores, salvo dos candidatos que decidieron competir por su cuenta y hacerle comparsa al régimen.
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El sector político que se autodefine como oposición se encuentra en una situación comprometedora. El reconocimiento de su líder, Juan Guaidó, se vino abajo con el giro que dio el gobierno demócrata de Joe Biden al respaldo incondicional que tuvo de Estados Unidos durante el mandato de Donald Trump. Pero no se trata solo de la pérdida del mayor aliado que tuvo el otrora interinato y que ahora prefiere negociar con el régimen. También sobran los escándalos de corrupción por el presunto manejo irregular de los activos del Estado venezolano en el exterior que quedaron bajo la administración de Guaidó.
Adicionalmente han salido a la luz episodios que evidencian la fractura interna dentro de la coalición opositora que ha cambiado su nombre en reiteradas oportunidades y recientemente se conocía como Mesa de Unidad Democrática (MUD). Hay un serio problema de agotamiento en la credibilidad que no se resuelve solo con hacerse llamar ahora Plataforma Unitaria.
Pese a este panorama, ya se habla de 18 candidaturas para esta contienda interna en la que tienen la intención de participar al menos 10 partidos políticos, algunos por fuera de esa coalición. Pero antes de llegar a la escogencia de un candidato único, hay un largo camino por recorrer. No hay acuerdos ni estrategias entre los partidos, no se han superado los conflictos antes mencionados, el órgano electoral sigue siendo el mismo al servicio del régimen y, además, la desmotivación en los electores opositores es enorme.
¿Podrá articularse la oposición?
El escenario político venezolano ya no es el mismo de 2010, cuando la entonces oposición hizo pasar al chavismo un trago amargo al hacerle perder la ventaja de dos tercios en la Asamblea Nacional y dejarlo solo con mayoría simple. Tampoco como en 2015, cuando la MUD se aseguró 112 escaños –aunque tres fueron impugnados para quebrar la mayoría calificada alcanzada– frente a 55 de la coalición chavista conocida como Gran Polo Patriótico. Muchas agua ha corrido desde entonces.
Actualmente hay “muchísimas dificultades de articulación”, incluso remitiéndose al hecho de que hoy se habla de “oposiciones”, dadas las fracturas internas, remarcó Jesús Delgado Valery, coordinador de la organización DemoAmlat, licenciado en Relaciones Internacionales y coautor del libro Así se vota en Venezuela, en declaraciones ofrecidas a PanAm Post.
Y es que el ecosistema no oficialista actual también es mucho más complejo de lo que se conoce como G-4 (coalición de los partidos Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular). Hay más organizaciones políticas con sus intereses particulares. Y eso se evidencia en la casi veintena de candidaturas surgidas hasta el momento. Por eso, para el experto, “el desafío más importante tiene que ver con una plataforma que articule a todas esas fuerzas opositoras”. Por ahora, no hay garantía de que se vayan a respetar resultados o si los candidatos derrotados van a acompañar al ganador.
Delgado lo explica de la siguiente manera: organizar unas primarias no es lo mismo que organizar a todo el campo no oficialista en una estrategia unitaria. Son dos cosas distintas.
“Una elección primaria la puede organizar un grupo como Súmate, por ejemplo. No necesariamente el Consejo Nacional Electoral (CNE). Eso es un desafío logístico. Ahora, el desafío político es articular todo el campo no oficialista, con algunos partidos que incluso cohabitan con el oficialismo, dándoles espacios que ellos no quieren perder”.
Muchas preguntas, pocas respuestas
En cualquier proceso electoral hay preguntas válidas que deben plantearse. Una de estas es: ¿De dónde saldrá el dinero para el financiamiento de cada candidato? El experto en materia electoral plantea otras más:
- ¿Qué papel tendrán los candidatos que son apoyados por partidos con alguna cuota de poder (como una gobernación), con respecto a aquellos que no tienen?
- En un contexto de falta de libertad de expresión, con un sistema de medios cooptado por el oficialismo, ¿cuáles son los medios que se van a usar para hacer campaña?
- Si será por redes sociales, ¿cómo se va a regular esa presencia cuando es una campaña opositora que no corresponde regular al CNE?
- ¿Habrá boleta única? ¿Voto electrónico o manual?
- ¿Van a votar venezolanos en el exterior? De ese grupo, ¿podrán votar aquellos que no estén legales en sus países de recepción?
- ¿Cómo será el proceso de auditoría? ¿Habrá observación electoral? ¿Cómo se van a acreditar?
“Si uno notara hoy que hay alguna voluntad de articulación, legitimidad de alguna organización, alguna plataforma o liderazgo que pueda hacer valer estas normas y los candidatos las aceptan, uno se queda más tranquilo. Pero no es el escenario de hoy”, sentencia.
El electorado no está motivado
No menos importante es el hecho de que la agenda que hoy esboza la oposición con las primarias en Venezuela está divorciada de la situación del país. Se habla de unas elecciones internas con una crisis humanitaria, presos políticos y otros temas urgentes que el liderazgo opositor no está abordando. “Más bien lo que se está trabajando es alguna forma de continuar con esas mínimas cuotas de poder que algunos tienen”, agrega Delgado.
El electorado tampoco está motivado y lo dejó claro cuando hubo más de 58 % de abstención en las elecciones regionales del año pasado. El venezolano de a pie dejó de lado el apoyo a una oposición improductiva para centrarse en sobrevivir. El coautor del libro Así se vota en Venezuela tampoco cree que las primarias opositoras vayan a ser un proceso masivo.
Pero hay algo que sí podría “hacer un cambio en el juego” y tiene que ver con una de las exigencias que recientemente hizo la dirigente María Corina Machado para sumarse como precandidata: los votos en el exterior.
“Ese tipo de venezolano está quizás más movilizado, tiene más incentivos y menos amenazas por votar en una elección opositora que las que pueden tener las personas que viven en Venezuela”, explica el coordinador de DemoAmlat.
Así está el escenario hoy para la oposición venezolana. Con la posibilidad de hacer de las primarias un proceso importante para presionar la celebración de unas elecciones libres y transparentes, pero con muchas preguntas y retos por resolver.