El Gobierno de Joe Biden tiene alarmado a medio planeta con la invasión de Rusia a Ucrania que no ha ocurrido. Mientras tales advertencias llegan a un desenlace —o un inicio, en caso de que se detone la guerra— el mandatario demócrata también está planificando aumentar el presupuesto de defensa a un monto que incluso sobrepasa el que el expresidente Donald Trump firmó en su último año de gestión por 738.000 millones de dólares.
El presupuesto de defensa total de Biden superaría los 770.000 millones de dólares para el año fiscal 2023 que inicia el próximo 1 de octubre y tiene contemplado incluir gastos en salarios, tanques y aviones furtivos F-35 fabricados por Lockheed Martin Corp (LMT.N), así como fondos para los programas de armas nucleares del Departamento de Energía y actividades en otras agencias relacionadas con la defensa, de acuerdo con fuentes que declararon a Reuters.
La palabra “guerra” cobró especial importancia para la Casa Blanca desde que inició el año 2022 con Rusia desplegando tropas en la frontera con Ucrania, las cuales ya superarían los 150.000 soldados, según Joe Biden. Las dudas en torno al protagonismo que ha tomado este tema dentro de la administración estadounidense abarcan si realmente se trata de una preocupación auténtica o está sirviendo como cortina de humo en medio de una inflación récord, baja popularidad o el escándalo que hace pocos días salió a la luz sobre el financiamiento del Partido Demócrata para espiar a Trump en beneficio de su candidata presidencial en 2016, Hillary Clinton.
En medio de todo el tumulto, se dio a conocer este trámite que está llevando adelante la Administración Biden junto al secretario de Defensa, Lloyd Austin, y sobre el cual podrían haber modificaciones antes de que se realice la solicitud de presupuesto en los próximos meses.
La urgencia de una “guerra inminente”
El Comando Indo-Pacífico, la división estadounidense encargada de supervisar las operaciones militares en Asia, aseveró en marzo de 2021 que EE. UU. tenía un plazo de cinco años para evitar que China se apodere de Taiwán. Dicha amenaza aún prevalece, ya que el régimen de Xi Jinping tiene como objetivo apropiarse de lo que llama una “provincia rebelde”.
Mientras el reloj va en cuenta regresiva, el Dragón Rojo ha venido consolidando su arsenal militar para limitar las capacidades de EE. UU. y el mismo Pentágono reconoció que para el año 2030 la nación asiática contará con 1000 ojivas nucleares y no 200 como había estimado en 2020.
No es un escenario sencillo para Biden, quien comenzó su mandato apelando a la diplomacia en lugar de fijar una posición más firme ante este país, Rusia u otras amenazas. El resultado más recordado hasta ahora fue la toma de Afganistán por parte de los talibanes. Sin embargo, la urgencia tan elevada por una “guerra inminente” contra Moscú ha desatado el escrutinio entre expertos. Es tanta la insistencia de su administración que surgieron diferencias con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. Este asevera que Biden junto a otros líderes occidentales están exagerando la situación, lo que estaba desencadenando el pánico y la inestabilidad económica.
El costo político de la guerra
Hay otro análisis válido dentro del tema referido a Ucrania y es el costo que va a significar para Biden y el Partido Demócrata en términos electorales entrar en guerra con Rusia. Un conflicto armado probablemente haría subir los precios de la gasolina en medio de la inflación más alta en décadas, así como la eliminación de ganancias significativas en el mercado de valores, explicó una nota de NBC News.
“Esta nueva política internacional de apaciguamiento con dictadores y matones, más que una demostración de fuerza, se ha convertido en una licencia para personas como Vladimir Putin, Xi Jinping, los talibanes y el régimen de Irán. Hay mucho que decir sobre la culpabilidad de Joe Biden en lo que sucedió”, declaró el senador republicano Kevin Cramer.
El legislador no duda del precio que a partir de esta decisión pesa sobre la bancada demócrata y las próximas elecciones intermedias. “Parece que no solo la economía va mal, sino que todo en el extranjero va mal” y agregó que el problema comenzó con la debacle de Afganistán. “La confianza en Biden realmente se desplomó desde allí”.