
Los talibanes tomaron Kabul, capital de Afganistán y el presidente, Ashraf Ghani, huyó del país. Las cartas parecen estar echadas para la nación asiática con consecuencias lamentables a corto y largo plazo. Hay cientos de heridos y el país prácticamente está tomado por los extremistas. La decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de retirar las tropas dictó sentencia a una disputa latente desde hace 20 años, que no se había decantado a favor de los talibanes gracias a la presencia del ejército estadounidense.
Los defensores de la rígida ley de la sharía fueron tomando ciudad por ciudad mientras miles de ciudadanos trataban de huir de la violencia. Medios internacionales reseñan la instalación de campamentos a las afueras de la capital afgana. Otros duermen en almacenes abandonados. Incluso el aeropuerto de Kabul se llenó de personas desesperadas buscando huir del país.
¿Fue la decisión correcta retirar las tropas estadounidenses, que junto al ejército afgano frenaban el avance de los talibanes? La salida de las tropas ya era un plan trazado desde hace años, antes del Gobierno de Joe Biden. El problema fue cómo finalmente se hizo. En esto coinciden Guillermo Cueto, exfuncionario de Seguridad Nacional del Gobierno de EE. UU. y Joseph Humire, experto en seguridad global y director ejecutivo del Centro de Estudios para una Sociedad Libre y Segura (SFS, en inglés). Ambos analizaron el escenario en entrevista con PanAm Post, alertando sobre las consecuencias de esta escalada en el terreno geopolítico internacional.
El expresidente Donald Trump tildó el avance como “inaceptable”. El año pasado, bajo su Presidencia, Estados Unidos había iniciado conversaciones con los talibanes, que dieron lugar al Acuerdo de Doha. Este planteaba condiciones que garantizaban una retirada pacífica sin arremetidas del grupo terrorista. Pero Biden desestimó dichas condiciones y estableció el regreso de las tropas para antes del 31 de agosto de este año. El resultado es una ofensiva brutal de los terroristas.
KABUL. La desesperación se apodera de la gente y se lanzan a la pista tratando de abordar algún vuelo que los lleve fuera de Afganistán pic.twitter.com/pURoBlcP9U
— Liliana Franco (@lilianaf523) August 15, 2021
El error de Biden
El acuerdo de Doha incluía no atacar a EE. UU. ni a sus intereses, mantener conversaciones de paz con el Gobierno afgano y no apoyar actividades de grupos como Al Qaeda, el ejecutor de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
“El retiro de tropas bajo la presidencia de Trump se estaba haciendo con muchísimo más monitoreo y con más resguardo de una serie de pasos para garantizar que se cumplieran”, explica Guillermo Cueto, quien recordó también la dificultad para que grupos extremistas de este tipo cumplan los compromisos de cualquier acuerdo, por diferencia de valores y de culturas.
El exfuncionario de Seguridad Nacional de EE. UU. lanza un razonamiento producto de sus años de experiencia. Una retirada de tropas no puede hacerse sin supervisión. “Hay una serie de precedentes culturales, pero sobre todo la base principal es que no puedes tratar de implementar acuerdos que has hecho en negociaciones, si ves que el oponente está violando esos acuerdos”.
“De facto, sí. Biden entregó Afganistán a los talibanes. Ese es el resultado y estamos viendo cómo están avanzando”.
Joseph Humire coincide. El problema no era salir de ese país, sino cómo hacerlo. “Ahí es donde el presidente Biden cometió un error”. El experto citó la línea de acción que hubiera sido adecuada tener en cuenta.
Primero, reconocer el nivel de amenaza y cuánto capital humano es necesario tener en Afganistán, la retirada debe ser por grupos y mantener un núcleo de defensa, tropas esenciales para mantener la paz durante la transición. Segundo, asegurar que todo lo que EE. UU. tiene en el país, como instalaciones o fuentes confidenciales, debe estar protegido, esto es un trabajo de meses. Tercero, tener un plan diplomático. “La idea es retirar las tropas, no la presencia. Por ejemplo, la idea es mantener una embajada en Afganistán. Entonces, es preservar la diplomacia”.
“No estaban poniendo atención y recursos para entender que Afganistán estaba en este proceso y que los talibanes se iban a mover tan rápido. Es un fracaso de inteligencia de cierta forma”.
Otra guerra perdida para EEUU
La guerra con Afganistán inició en el año 2001 cuando el grupo aliado Al Qaeda derribó las Torres Gemelas en Nueva York. La respuesta fue inmediata. En octubre de ese año, EE. UU. inició ataques militares en Afganistán hasta diciembre, cuando los talibanes fueron derrotados.
Fueron dos década de conflicto que ahora terminan de manera lamentable. El exfuncionario de Seguridad Nacional de EE. UU. no duda del impacto geopolítico que está teniendo el avance de los talibanes.
“El impacto es mucho. En síntesis, es la imagen mundial de que Estados Unidos, después de 20 años, ha perdido otra guerra. Porque ya han habido otras. Esto es muy semejante a la debacle y salida de Vietnam”.
En la guerra de Vietnam iniciada en 1955, EE. UU. sufrió más de 58000 bajas para finalmente salir derrotado en 1975 frente al ejército vietnamita, apoyado por China y la Unión Soviética, donde también hubo evacuaciones de soldados y funcionarios. “En este momento fue lo mismo. Están empezando a evacuar y por eso están creando un perímetro con 5000 marines”.
Sin duda, la situación es preocupante en lo inmediato. Pero hay otra arista. Lo que va a pasar en el terreno geopolítico. Acá sale a relucir el interés que Rusia, China e Irán tienen en un gobierno talibán para crear un “axis” o sinergia que les sirva para “solidificarse en la región y planificar acciones contra EE. UU”.
A propósito de este razonamiento, autoridades afganas confirmaron este domingo la creación de un Consejo de Coordinación que se encargará de hacer “una transferencia pacífica de poder” tras la llegada de los talibanes a la capital de Afganistán. Precisamente el régimen de China recibió dos semanas atrás una delegación talibán para estrechar lazos y aparentar legitimidad internacional.
“A nivel práctico estamos hablando de un espacio de poder que EE. UU. no va a ocupar. En su lugar estarán Rusia, China e Irán. El talibán está muy consciente, sabe que tiene diferencias con esas potencias pero sabe bien que son sus mejores aliados en este momento”, agrega Humire para referirse al dominio del corredor de Asia Central.
A 20 años del 11S
Una alerta surgió desde el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, en inglés) a propósito del próximo aniversario del 11S. El encargado del organismo, Alejandro Mayorkas declaró que la conmemoración podría «servir como catalizador de actos de violencia selectiva» por parte de terroristas locales, individuos y grupos involucrados en violencia. EE. UU. también está en alerta por la primera publicación en inglés de la revista de Al Qaeda.
Humire no desestima que pueda ocurrir un escenario similar. Sin embargo, recalca que las probabilidades son bajas. “La principal amenaza que el talibán tiene es en su terreno, contra los afganos, quienes son los que sufren. Y el 11S no era solamente una amenaza afgana. Irán también estaba involucrado. Fue una operación muy grande. Esto es difícil de repetir”. Lo que sí veremos, según el experto, es un resurgimiento de Al Qaeda.
Por su parte, Cueto advierte que podría haber implicaciones para la seguridad nacional estadounidense frente a elementos terroristas. “Esto es mucho más complejo que una conmemoración”, reitera a la vez que hace énfasis en los nexos que se establecerían con Rusia, China e Irán y las relaciones que estos a su vez tienen con regímenes de América Latina y el Caribe, como los de Venezuela y Cuba. Es todo un juego geopolítico que podrían verse impulsado por la próxima fecha conmemorativa.
¿Hay solución?
La comunidad internacional también está alarmada. Países como Italia, Suecia, Alemania, Canadá, el propio Estados Unidos y hasta la OTAN buscan evacuar a personas de las embajadas. Lo que viene para los afganos no será fácil. Los talibanes defienden duras reglas sociales y religiosas. Está prohibida la educación para niñas de 10 años en adelante, son comunes las ejecuciones públicas para ladrones y “adulteras” con pedradas hasta la muerte, y las mujeres deben cubrirse enteramente con burkas. No se permite el cine, el maquillaje, la música o la televisión.
Hasta el 13 de agosto había cerca de 72000 niños entre las personas que huían hacia la capital, según la organización Save the Children, citada por la BBC. El Pentágono envió 1000 soldados adicionales a Kabul, el Consejo de Seguridad Nacional de la ONU acordó abordar la crisis. Turquía y Albania acogerán refugiados aunque temen por la gran oleada.
¿Existe una manera de revertir lo que está ocurriendo retomando las conversaciones? El exfuncionario de Seguridad Nacional de EE. UU., Guillermo Cueto, señala que es muy tarde para eso. “Es el momento de frenar bélicamente y recortar las pérdidas a la mínima expresión de lo que está pasando y de lo que va a pasar. Pero no creo en conversaciones con los talibanes”.
Por su parte, el experto en seguridad global y director ejecutivo del Centro de Estudios para una Sociedad Libre y Segura, Joseph Humire, indica que tras 20 años de guerra, el espacio de poder de los talibanes es algo que Estados Unidos “no va a poder reemplazar”. Esa parte del mundo va a liberarse “cuando ellos quieran hacerlo”. Luego, según el director ejecutivo del SFS, es cuando pedirán apoyo externo. “Estados Unidos no va a poder revertir la situación en Afganistán sin que haya un cambio drástico en las condiciones internas de ese país”.