Las últimas horas han sido tensas para Estados Unidos y Rusia. El presidente Joe Biden impuso nuevas sanciones a 32 personas y empresas y expulsó a 10 diplomáticos por supuesto ciberespionaje. El gobierno de Vladimir Putin respondió al instante, tildando sus decisiones como “contradictorias”.
El punto más polémico ocurrió a mediados de marzo cuando el mandatario estadounidense se refirió a su homólogo ruso como “asesino”. Con tan solo dos meses en el cargo, aseguró que Putin pagaría un precio por ese motivo.
Hubo varios factores que llevaron a esta decisión: la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones de 2020, el ciberataque a la empresa de tecnología SolarWinds y la anexión de Crimea desde 2014. Este último tema ha merecido la atención inclusive de los países del G7 por el reciente envío de tropas rusas a ese territorio.
Las contradicciones que menciona Rusia se deben a que paralelo al nuevo paquete de sanciones, Biden exhortó al presidente ruso a iniciar un «diálogo estratégico de estabilidad». Según el gobierno ruso, este rumbo “no responde a los intereses de los pueblos de dos importantes potencias nucleares”.
Ante este escenario, es imprescindible analizar qué tan determinantes son las nuevas decisiones de Estados Unidos y si tales diferencias pueden llevar a un conflicto aún mayor. Para ello, PanAm Post entrevistó a los especialistas de nacionalidad rusa, Victor Jeifets, director del Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad Estatal de San Petersburgo y a Vladimir Rouvinski, profesor de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad ICESI en Cali, Colombia.
Cruzar líneas rojas
Biden envió un “mensaje de advertencia” a Rusia, según el análisis de ambos especialistas. Aseguran que si bien fueron sanciones a distintas empresas y personas, estas aún no cruzan “las líneas rojas” diplomáticas o económicas.
“Estas sanciones son una muestra de que Biden no piensa cambiar por ahora el tipo de relaciones que tiene Estados Unidos con Rusia. Que la política de sanciones sigue en pie”, indicó Victor Jeifets. Sin embargo, a su parecer estas nuevas sanciones no serían tan graves como para atentar en gran medida contra Rusia, aunque sí destacan un “enojo” de parte de Estados Unidos.
Jeifets menciona uno a uno los rubros sancionados. Allí hace mención a la prohibición a instituciones financieras estadounidenses de participar en el mercado principal de bonos emitidos a partir del próximo 14 de junio por el banco central ruso.
“Los bonos afectados serán a partir de cierta fecha, no los que fueron emitidos antes y tampoco por el momento. Si hubiera llegado a un nivel más amplio, hubiera sido mucho más fuerte porque afectaría a la gente de EE. UU., o América Latina. Por ahora me parece más una advertencia”, señala.
La tolerancia de Putin
Hay otro punto a tomar en cuenta en las continuas disputas entre los dos países: la demanda de atención que Putin exige a EE. UU. La afirmación viene de Vladimir Rouvinski, profesor de Política y Relaciones Internacionales.
“Lo que hace Vladimir Putin no lo hace por primera vez, es algo muy parecido a lo que hizo cuando Rusia mandó las tropas a Siria porque en ese entonces, después del anexo de Crimea, básicamente Vladimir Putin estaba ignorado por la mayoría de líderes internacionales y buscaba la posibilidad de obligar a EE. UU. a hablar con él en 2014. Básicamente lo que hizo fue mandar las tropas a Siria y a Obama le tocó hablar con él en la ONU”, recuerda.
Hace poco trascendió que el mandatario ruso desplegó artillería pesada y tropas rusas hacia la región del Dombás, en el área fronteriza en el este de Ucrania. El problema data de 2014 cuando Rusia se anexó la República de Crimea. Ucrania tilda esta acción como “ilegal”, asegurando que el territorio sigue conformando la República Autónoma de Crimea y la ciudad especial de Sebastopol.
El especialista lanza una afirmación sobre la manera de actuar de Putin y qué podría pasar con la propuesta de reunión que le hizo Biden.
“A Putin no le gusta jugar bajo las reglas de otro, esto puede causar una respuesta sorpresiva y es conocido por hacer eso, pero por ahora ellos van a entrar a negociar, a tratar de ver qué ventajas y desventajas tiene cada uno y creo que la Cumbre sí puede ejecutarse”.
Por su parte, Victor Jeifets, indica que la respuesta de Putin de entrar o no en diálogo, no va a depender directamente estas nuevas sanciones.
“Seguramente Moscú va a responder porque ese tipo de sanciones siempre encuentra alguna respuesta. Puede que también expulsen a 10 diplomáticos. No sé si Rusia va a imponer algún tipo de sanciones a bonos emitidos por EE. UU., lo dudo. Pero algún tipo de respuesta va a haber. De que Rusia usaría eso como pretexto, para romper algún tipo de diálogo, estoy seguro que no”.
¿Dialogar o no dialogar?
Ambos expertos, de nacionalidad rusa, descartan que las relaciones se degraden al punto de llegar a un conflicto armado.
“Los dos países, que tienen arsenal nuclear, saben muy bien que solo se usaría una vez. No va a haber segunda para nadie y eso es lo que asegura la paz, aunque es paradójico que las armas de destrucción aseguren la paz”, es la frase del académico de la Universidad Estatal de San Petersburgo.
Al tocar este punto, también es inevitable contrastar la actuación de la nueva administración de EE. UU. con el anterior gobierno de Donald Trump.
Para Victor Jeifets, el nuevo presidente de EE. UU. es más predecible que su antecesor. Por esos sus decisiones se pueden pronosticar más “y es más fácil encontrar posibilidad de llegar a un acuerdo”.
Un análisis similar hacer Vladimir Rouvinsk. La nueva administración estadounidense entiende que “los intereses de Putin van primero, y los intereses como Estado van después”.
“Creo que por esta razón es una obligación sentarse y negociar con Putin. Las tensiones están, no han desaparecido y son convenientes para él. Cuando su popularidad estaba bajando en 2014, Rusia hizo anexar la península de Ucrania. El discurso nacionalista que estaba usando Putin le ayudó realmente a llegar a una popularidad de más de 80 %”, concluye.