Corea del Norte continúa sufriendo los estragos de la peor crisis alimentaria que ha enfrentado desde la década de 1990. Las inundaciones de cultivos en 2020 y el cierre de las fronteras con China por el COVID-19 no han hecho más que agravar la escasez. El panorama tampoco se muestra muy prometedor.
Este martes las autoridades norcoreanas instaron a los ciudadanos a reducir el consumo de alimentos hasta el 2025, al menos. Esto ha despertado la indignación de los lugareños, quienes afirman que esto es insostenible.
«La situación alimentaria en este momento es ya claramente una emergencia y la gente está luchando contra la escasez. Cuando las autoridades les dicen que tienen que conservar y consumir menos alimentos hasta 2025… no pueden hacer otra cosa que sentir una gran desesperación», señaló una fuente anónima a RFA.
«Algunos de los residentes dicen que la situación actual es tan grave que no saben si podrán sobrevivir al próximo invierno. Afirman que decirnos que aguantemos las penurias hasta 2025 es lo mismo que decirnos que nos muramos de hambre» agregó.
Un oscuro porvenir
Desde antes de la pandemia que Corea del Norte registraba preocupantes índices alimenticios. Un 40 % de sus habitantes sufría de desnutrición (10,5 millones de personas), según un informe de las Naciones Unidas. Mientras que un 70 % dependía de ayuda alimentaria, de acuerdo con la misma entidad.
El déficit de importaciones chinas y las erráticas políticas económicas de Kim Jong-un vuelven a agudizar la crisis. Tanto es así, que la Organización de Comida y Agricultura de la ONU proyectó que este año el país asiático contará con 860.000 toneladas menos de alimentos. Esto equivale al consumo de dos meses enteros.
La reanudación de las relaciones comerciales con China sería clave para la recuperación económica de Pyongyang. No obstante, las autoridades declararon que esto estaría lejos de concretarse debido al COVID-19. Según afirmaron, abrir la frontera con Pekín sería más peligroso que ordenar el racionamiento de alimentos en la población.
En abril de este año ya habían alertado de una eventual emergencia alimentaria peor que la vivida entre 1994 y 1998. Esta histórica hambruna mató a millones de personas en Corea del Norte.
El silencio de Kim Jong-un
Frente a esto, los habitantes del país asiático acusan la inacción del régimen de Kim Jong-un. Tal es la pasividad del dirigente norcoreano, que algunos ciudadanos aseguran que este parece no comprender la gravedad del asunto.
«Se está criticando que el énfasis del gobierno en el ahorro de alimentos podría deberse a que el líder supremo no es consciente de la gravedad de la situación alimentaria», declaró otra fuente no identificada a RFA. «Los residentes ya están luchando por salir adelante y ya se han apretado el cinturón todo lo posible. Les molestan las exigencias poco realistas de las autoridades y se preguntan cuánto más podrían apretarse el cinturón», sentenció.
Hasta el momento, Kim Jong-un ha culpado a las sanciones económicas de EE. UU. como detonantes de la hambruna. También ha señalado a los catastróficos efectos de los desastres naturales y a la crisis sanitaria y financiera mundial.