Sobre “Appetite for destruction” se hablará hoy, mañana y siempre. Este disco es un “must” en el playlist de cualquier rockero o simplemente de algún amante de la buena música. Es la esencia de Guns N’ Roses encapsulada en 12 temas. Es… En realidad, es muchos adjetivos juntos y todos a la vez. También, fue en su momento un elíxir para los jovenzuelos nacidos en los 70 que buscaban una melodía que encajara con esas rebeldías propias de la edad. Aunque, en honor a la verdad, quienes nacimos en los 90 también sentimos el mismo efecto cuando esos acordes se inyectaron en nuestros oídos. Todos recuerdan cuando germinó esa sed, ese apetito.
Este mes, cuando “Appetite for destruction” cumple 36 años y mientras Guns N’ Roses anda en su tour mundial We’re F’N’ Back!, es válido repasar ―porque sobre este álbum ya se ha escrito todo y más― lo que lo hace tan grande, tan clásico, tan querido entre los “gunners” y quienes no lo son también. Es una ocasión propicia para acercarse nuevamente a revisar el resultado de ese coctel de sonidos que inmortalizaron Axl Rose, Slash, Izzy Stradlin, Duff McKagan y Steven Adler.
Abuso vs. crucifixión
El lanzamiento de “Appetite for Destruction” fue controversial desde su génesis. Al inicio, en 1987, no obtuvo la receptividad astronómica que tendrían posteriormente ‘Use You Illusion I & II’. Las conjeturas sobre el porqué son muchas y van desde el marketing hasta los escándalos que estuvieron presentes con la irrupción de la portada del LP, que era un diseño del artista estadounidense Robert Williams.
Este arte muestra a un robot que aparentemente acaba de abusar sexualmente de una vendedora de unos pequeños robots de color rosa llamados Mr. Mini-Mites, segundos antes de que un monstruo rojo “ejecute justicia” sobre el atacante. ¿El título de la pintura?, pues, “Appetite for Destruction”.
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A pesar de que el ocaso de los 80 se consideró como una época de lo políticamente incorrecto, el mencionado arte tocó incluso más fibras de lo que se tenía previsto y causó disgustos. La portada se consideró ofensiva, lo que llevó a la discográfica a reemplazarla por una versión, digamos que menos gráfica, la cual mostraba la imagen de una crucifixión con calaveras de los cinco integrantes de la banda. Esta también fue una obra de Billy White Jr. por encargo de Axl para uno de sus tatuajes. Sin embargo, pasada la estridencia provocada por estos enfants terribles el éxito en las listas Billboard llegó en septiembre de 1988 y desde allí no ha parado.
Sweet child o’ mine: un himno del rock que nació “por accidente”
La mayoría de los temas de “Appetite for Destruction” tienen este guiño a la vida de algún integrante de la banda. Lo demuestran por ejemplo “Welcome to the Jungle”, que se relaciona con el encuentro que tuvo Axl Rose con un hombre en su llegada a Los Angeles desde Indiana. Este hito en su vida, que le permite palpar la vorágine de adrenalina en esta ciudad, dio luz a la creación de este tema.
De la misma manera se encuentra en el disco a “Sweet child o’ mine”. Lanzado como tercer single de la formación, se creó “por accidente”, gracias a Slash, quien estaba improvisando y probando su guitarra durante un ensayo. Al escuchar un riff con el que estaba calentando, la banda quedó prendada del sonido y Axl Rose sugirió convertirla en una canción completa. La lírica que la enmarcaría es una oda a Erin Everly, su pareja en aquel momento. Por lo tanto, las musas hicieron su trabajo con relativa rapidez.
En cuanto a otros temas, prácticamente igual de memorables, figura “Rocket Queen”, que, realmente, era una canción que aún no estaba terminada y surgió del mix entre Slash, Duff McKagan y Steven Adler, cuando se econtraban en su anterior banda Road Crew. De la misma forma, en lo que respecta al tema de los excesos en la vida de la agrupación, también este disco tiene su dosis que se condensa en “Mr. Brownstone”, la cual que trata sobre los problemas de la banda con la heroína. “Paradise City” y “Nightrain” también tuvieron su lugar como que sencillos alcanzaron altas posiciones en las listas de éxitos y contribuyeron a robustecer la carrera de Guns N’ Roses.
“Hell Tour”, el inicio de un espiral indetenible
La gira que marca el inicio de la promoción de “Appetite for Destruction” se denominó Hell Tour. Allí Guns N’ Roses ganó una reputación por ser la banda cuya fuerza e histrionismo eran imparables en el escenario. La suma de sus giras, en concordancia con la primera línea de temas que trajeron consigo, permitieron que este álbum y los posteriores, atraparan a una fanaticada que hoy se encuentra hasta en los sitios más recónditos del globo terráqueo.
Otra prueba de ello también es que aún hoy “Appetite for Destruction” sigue siendo aplaudida por la crítica. Se considera de igual forma uno de los mejores álbumes de rock de todos los tiempos. Ha vendido más de 30 millones de copias en todo el mundo y ha dejado un legado duradero en la música rock. Así de revitalizante es Guns N’ Roses.