Guns N’ Roses es vida. Es claramente un elixir cargado de rock. Cada disco, cada letra nos lo recuerda, aunque algunas de ellas se hayan convertido en una completa condena para toda la banda. El álbum doble “Use Your Illusion” es el perfecto ejemplo de ello. Treinta años no bastan para hablar de un lanzamiento que rompió esquemas. Quizá se queden cortos también para rendir honores a treinta temas que son imprescindibles en la historia del rock. Para repasar esas melodías que los llevaron a la gloria en muchos sentidos y también los rompieron… en todas las maneras que un grupo puede romperse.
“Use Your Illusion” es un álbum malditamente maravilloso. Es la verdad. Es una pieza que no dudaríamos ni un segundo en volver a tener, así se pagara el precio con un distanciamiento de la banda que duró más de dos décadas, para reencontrarse con su público —tal como lo hicieron Axl Rose como front man, Slash en la guitarra y Duff McKagan en el bajo— algo añejados, acompañados de caras nuevas, con la piel más gruesa, otros sonidos y egos… un poco más ¿domados? Sí, al menos por ahora.
Y es que “Use Your Illusion” acabó con todo. Quebró todo. Tanto como se destruyó aquel festejo en el clip de November Rain, justo después de la boda de Axl Rose. Curiosamente, su entonces pareja y coprotagonista en el video, la modelo Stephanie Seymour, años después se encargó de hacer realidad al pie de la letra ese caos que se proliferaba en el audiovisual. Para ello rebatió con una denuncia las acusaciones que le hacía el vocalista alegando infidelidad, así como malos tratos. Sin embargo, esta disputa fue solo la punta del iceberg.
La anarquía a lo interno que trajo consigo “Use Your Illusion” solo se equipara con el éxito que tuvo en el mercado. El 17 de septiembre de 1991 este álbum doble tuvo un estreno magnánimo en las listas de éxitos de los Estados Unidos. “Use Your Illusion II” debutó como número uno, en su primera semana, al vender 770.000 copias. Mientras tanto, “Use Your Illusion I” se llevó el segundo sitio, al vender 685.000 copias en una semana. Esta fue una hazaña parecida a la alcanzada por The Beatles con su White Album, en 1968.
Los excesos que dinamitaron al Guns N’ Roses que una vez existió
A pesar de tener este éxito y contar con colaboraciones como la del gran pintor Mark Kostabi, para hacer el diseño de su portada, ya la banda en aquel momento empezaba a resquebrajarse. No es para menos. Tras cuatro de años de espera, luego de haber sacado “Appetite for Destruction”, llegó este huracán que cobró su primera víctima: el guitarrista Izzy Stradlin.
Con la gira “Use Your Illusion”, Stradlin se despide de la banda. Se retiró a pesar de haber coescrito “You Could Be Mine” —elegida por el propio Arnold Schwarzenegger para formar parte de la banda sonora de Terminator II—, así como “Don’t Cry” e interpretar las voces principales en “Dust N’ Bones”, “You Ain’t the First”, “Double Talkin’ Jive” y “14 Years”.
El músico alegaba un cambio en sus paradigmas: quería mantenerse sobrio. Del mismo modo, se evidenció también algo contundente en sus declaraciones y fueron las diferencias con Axl Rose, algo que se haría mucho más palpable con la marcha posterior del baterista Matt Sorum, Slash y Duff McKagan luego del fracaso del álbum de covers, “The Spaguetti Incident” en 1993.
De este modo, el vocalista quedó como el único miembro original de Guns N ‘Roses hasta el 2016. En este “break” de la banda, Axl Rose se ocupó de lanzar Chinese Democracy, con una alineación completamente distinta y una crítica mixta con respecto a ese álbum. Sin embargo, afortunadamente, unos años después, en ocasión del festival Coachella de 2016 Axl, Slash y Duff entraron en sus cabales y se volvieron a reunir para regalarnos el tour Not in This Lifetime. Siguen juntos hasta hoy.
No hay que olvidar que, a pesar de que estuvieron separados, Guns N’ Roses tiene miles de anécdotas en más de tres décadas “on and off”. Sobre ellos —tanto en los escenarios como fuera de allí— se pueden escribir miles de historias y emborracharse con otras mil más. Esa es la clave de cada uno de sus éxitos. No es Velvet Revolver, no es Axl y amigos, solo por dejar un nombre. No, no funciona de ese modo. Es una simbiosis que se logra solo cuando artistas de ese calibre están juntos, bueno, la mayoría de ellos.
Por lo pronto, para festejar estas tres décadas de un álbum revitalizante, melancólico, histriónico y muy querido… hay que volver a escucharlo y hacerlo bien. Escucharlo, donde sea que estés, en soledad o acompañado, pero hacerlo con la certeza de que encontrarás allí melodías que te trasladarán a esa época adolescente, infantil o adulta, cuando hallaste una propuesta musical que encajara con todo lo que pudiste sentir o expresar, y que esté incrustada alguna de esas canciones de tres, ocho y hasta diez minutos. Yo lo hago. Los celebro a diario. Porque la buena música, en tiempos de caos, es absolutamente mucha, mucha vida.