EnglishSi realizamos una comparación con otros países de Centroamérica, la situación económica del gobierno sandinista de Daniel Ortega en Nicaragua no es negativa. Este gobierno cerrará el 2013 con 4,4% de crecimiento económico. Un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) –organismo con el cual el gobierno que dice seguir las ideas del Socialismo del siglo XXI acaba de firmar un acuerdo para convertir al organismo en “asesor de confianza” del Estado en asuntos macroeconómicos -, califica la economía de ese país como “favorable” en el mediano y corto plazo.
No obstante, ese y otros informes también aseguran que ese crecimiento es menor al del año pasado y Nicaragua está sufriendo un proceso de desaceleración económica con mayor inflación, además de poseer todavía uno de los índices de desigualdad más altos de en Latinoamérica. Los motivos de esta crisis incipiente son varios y de naturaleza tanto interna como global, pero los expertos le dan mucha importancia a la caída de la cooperación venezolana hacia el país.
La importante cooperación de Venezuela con Nicaragua ha incluido préstamos y donaciones bilaterales y multilaterales, y fue creciendo significativamente desde la llegada de Ortega al poder en 2007. Constituyó una de las mayores ayudas venezolanas después de la otorgada a Cuba – de hecho, ambas fueron fuertemente cuestionadas por las fuerzas democráticas de ambos partes, dada la falta de transparencia que las caracterizó. Según cifras oficiales del país centroamericano, “los fondos de la cooperación venezolana entre 2007 y 2011 sumaron 1.599,9 millones de dólares”. Los opositores nicaragüenses aseguran que estos fondos fueron administrados “en forma discrecional y al margen del presupuesto general del país que es controlado por la Asamblea Nacional”. Según la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), entre 2010 y 2012, la ayuda venezolana alcanzó el 41% del total de la cooperación oficial externa de Nicaragua. Si bien la cooperación venezolana no está reflejada en el presupuesto, la misma representa el 2% del PIB anual, calculado en US$ 10.500 millones.
La cooperación petrolera se ha canalizado a través de la empresa mixta ALBA de Nicaragua S.A. (Albanisa), integrada por PDV Caribe – filial de Petróleos de Venezuela (PDVSA) – y la estatal Petróleos de Nicaragua (PETRONIC), dirigida por el tesorero del partido gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Francisco López. También mediante la cooperativa ALBA-CARUNA, de igual forma ligada al Frente Sandinista.
Especialistas sostienen que Nicaragua dispuso hasta el 2012 de un millonario fondo económico de aproximadamente US$ 400 millones anuales como resultado de la compra en condiciones preferenciales de petróleo venezolano. Venezuela cobraba el 50% de la factura petrolera nicaragüense a 90 días, y el 50% restante en términos concesionales, es decir, a 25 años y una baja tasa de interés. Por ser miembro de Petrocaribe, Nicaragua podía cancelar con alimentos el 10% de la factura petrolera venezolana. Según el Instituto Nicaragüense de Energía (INE), aproximadamente un 80% del consumo de electricidad en Nicaragua dependía del petróleo venezolano.
Por otra parte, Venezuela se convirtió en el segundo país que más importaba a esa nación centroamericana. Cifras del Centro de Trámites de las Exportaciones (Cetrex) de ese país indicaban a inicios de 2013 que “Nicaragua exportó un total de US$ 2.778,3 millones durante el 2012, una cifra récord en su historia”. El Ejecutivo nicaragüense maneja las exportaciones a Venezuela a través de Alba Alimentos de Nicaragua (Albalinisa), una filial de la empresa mixta Albanisa.
Sin duda, la invalorable ayuda venezolana ha sido fundamental en la estabilidad macroeconómica lograda por Nicaragua en el período 2010-2012, la cual, como señalamos antes, ha sido elogiada hasta por el Fondo Monetario Internacional. Pero a medida que se profundiza la crisis económica venezolana, el gobierno de Nicolás Maduro se vio obligado a reducir esa ayuda económica y petrolera, e incluso las importaciones –aún importantes sobre todo en alimentos.
Según la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) durante el primer semestre del 2013 Nicaragua recibió US$ 314,3 millones de parte de Venezuela, entre préstamos e inversión extranjera directa – un 4,3% menos que en el mismo período del año anterior, cuando fue de US$ 328,4 millones. A la vez, Venezuela importó un total de US$ 288 millones en productos nicaragüenses durante primeros nueve meses de 2013, un 6% menos que los US$ 306,7 millones registrados en el mismo período de 2012. También Nicaragua dejó de recibir el financiamiento venezolano para el llamado bono solidario, el cual tuvo que incorporar al presupuesto nacional.
Y seguramente esa reducción se acentuará en el 2014. El nivel de gastos interno y externo del gobierno venezolano ya es insostenible, por lo tanto, la política de cooperación y solidaridad chavista prácticamente se paralizará. En consecuencia, Nicaragua, su gobierno y su empresa privada deberían tomar decisiones y políticas más drásticas que las asumidas hasta ahora.
Además de empezar a trabajar seriamente en temas como la seguridad jurídica y la institucionalidad política y económica que frenan la inversión extranjera y en problemas como por ejemplo el tráfico de influencias, las concesiones sin licitación, la falta de reglas claras de competencia y la escasa transparencia en el manejo de los fondos públicos, el gobierno y la sociedad nicaragüense deben acercarse aún más a Estados Unidos, su socio histórico y más confiable, así como a Europa y a iniciativas regionales y extra regionales de integración distintas al ALBA, tales como la Alianza del Pacífico y la Unión Europea.
También deberían modificar la empresa ALBA de Nicaragua y su relación económico-comercial con el gobierno venezolano. Es cierto que la mayor inflación que hoy vive Nicaragua se debe fundamentalmente al aumento del precio mundial del petróleo, pero es también producto del monopolio por parte de la familia de Daniel Ortega del gran negocio que significa la compra y venta del petróleo venezolano y sus derivados por medio del ALBA.
Este cambio en sus relaciones con Venezuela debería ir más allá del tema económico y comercial. El chavismo y el orteguismo formaron a través del tiempo una alianza política natural ya que compartían además de una amistad, la misma visión ideológica antes que el sandinista llegara al poder en 2006 a través de elecciones democráticas. A través de esta relación apoyaron mutuamente pasos estratégicos claves dentro y fuera de sus países, e incluso extendieron la cooperación al campo de la cooperación militar.
El acuerdo militar firmado entre ambos países en 2012, permite al gobierno chavista no solo estrechar relaciones con el ejército nicaragüense, sino ayudar a Nicaragua en defensa de su soberanía; situación que fue planteada luego que en noviembre de ese año la Corte Internacional de La Haya le otorgara una vasta extensión marítima que tradicionalmente pertenecía a Colombia. Esta nación suramericana se negó a reconocer la sentencia y ello planteó la necesidad de una mayor defensa por parte de Nicaragua, la cual el gobierno venezolano dijo estar dispuesto a ofrecer.
Toda esta alianza político-estratégica también debe reformularse, si es que el actual gobierno sandinista quiere sobrevivir a futuro.