EnglishLa agenda de la primera visita oficial del Presidente venezolano Nicolás Maduro a la República Cooperativa de Guyana a finales de este agosto de 2013, no contempla los temas que más interesa a los venezolanos: el reclamo limítrofe sobre el Esequibo y las concesiones que el gobierno guyanés supuestamente ha otorgado en áreas que corresponden a la fachada atlántica de Venezuela. Al contrario de todos los gobiernos venezolanos de los siglos XIX y XX, para el gobierno chavista-madurista ese tema de soberanía nacional simplemente no existe.
La excepción ocurrió en dos ocasiones: durante la campaña electoral de Hugo Chávez en 1998 y al llegar a la Presidencia de la República en 1999. Sólo en esos momentos el comandante mostró gran interés en activar la histórica reclamación venezolana sobre el territorio en cuestión y rechazó con firmeza la actividad de transnacionales petroleras –en particular de las estadounidenses Exxon Mobil y Shell– en el bloque Stabroek, que no sólo ocupa parte del área marítima correspondiente a la zona en reclamación, sino también la fachada atlántica de Venezuela, frente a las costas de Delta Amacuro. De hecho, las actividades de esas compañías supuestamente se paralizaron en el 2000, a raíz de la protesta del Estado venezolano –aunque fuentes confidenciales aseguran lo contrario.
No obstante, a partir de entonces el gobierno de Chávez, y ahora el de Maduro, optó por el silencio y se propuso alcanzar una relación bilateral preferencial con el vecino guyanés. La cooperación comercial y la lucha antidrogas son los únicos temas que hablan los vecinos, al tiempo que ostentan mejor entendimiento político con respecto al Caribe y Estados Unidos.
Enmarcado en esta línea de conducta, el gobierno chavista se pronunció tarde, débil e insuficientemente, y sólo después de una gran presión de la oposición y la mayoría de la sociedad venezolana, cuando en el 2011 Guyana solicitó formalmente a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de la Organización de Naciones Unidas (ONU) extender su plataforma continental hasta 350 millas, lo cual hizo sin tomar en cuenta los derechos venezolanos sobre ese espacio marítimo y la existencia de la reclamación del territorio Esequibo.
El gobierno venezolano rechazó la solicitud guyanesa al año siguiente, en marzo del 2012, y sólo con una nota de prensa a la ONU, en que también señalaba la existencia de la reclamación territorial regida por el Acuerdo de Ginebra de 1966. Pero el gabinete del entonces presidente Chávez faltó al procedimiento y no envió a Guyana una nota diplomática, con copia al Secretario General de la ONU y a todos los países vecinos, en la cual el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela hiciera formal reserva de todos los derechos que le corresponden respecto de la zona marítima exclusiva y la plataforma continental de la costa de la zona en reclamación y del Delta del Orinoco.
Tampoco la Cancillería venezolana aprovechó la coyuntura para inducir a Guyana a negociar, finalmente, una solución mutuamente satisfactoria para el arreglo práctico de la controversia sobre el Esequibo, como bien dispone el Acuerdo de Ginebra. Esta es la única forma que ambos países tienen para ampliar y delimitar sin problemas las respectivas plataformas continentales.
En realidad, pareciera que para el gobierno chavista nunca estarán dadas las condiciones favorables para reactivar la negociación con Guyana. Se observa que, por encima de todo, no desea conflictos con Guyana, sino mantener el entendimiento diplomático y las buenas relaciones bilaterales. Esto no es simplemente por razones económicas, ya que el intercambio comercial, si bien ha aumentado en los últimos años, no tiene un impacto importante para Venezuela. Sino que favorece especialmente a Guyana, que recibe petróleo venezolano a precios preferenciales a través de Petrocaribe y exporta arroz al vecino.
El mayor interés venezolano es lo que pueda servir con respecto a la “nueva” política exterior bolivariana, socialista del siglo XXI y, en particular, a los planes estratégicos de Venezuela y Cuba (ALBA) en el Caribe. Guyana es la sede principal de la Comunidad del Caribe (Caricom) e históricamente ha tenido gran influencia en el toda el área. Los países caribeños siempre han defendido las posiciones de Guyana con respecto a varios asuntos, entre los que se cuenta la controversia con Venezuela sobre el territorio Esequibo.
En las reuniones del Caricom, siempre se manifiesta un apoyo unánime y automático al mantenimiento de la integridad territorial y la soberanía de Guyana. En la reunión del Consejo para las Relaciones Exteriores y Comunitarias de esa organización, celebrada en mayo de 2012, Guyana logró que se mencionara que no existe una disputa territorial entre Guyana y Venezuela, desconociendo de esta forma el Acuerdo de Ginebra de 1966, que es el marco jurídico que regula la controversia venezolano-guyanesa.
Desde que llegó Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela hasta la actualidad, con su pupilo Nicolás Maduro en el poder, el castro-chavismo se ha fijado un plan de penetración y alianzas en el Caribe que, entre otros beneficios, le sirve como plataforma tanto para ganar votos en organizaciones multilaterales –empezando por la ONU y la OEA–, como para desestabilizar gobiernos democráticos latinoamericanos y socavar el poder de Estados Unidos en la zona.