Los amantes de los tintos complejos y de peso atravesamos en el verano la temporada más abstemia. No del vino, claro… de las cepas que solemos elegir con más regularidad. Es que, además del maridaje con los platos, las altas temperaturas no se prestan demasiado para nuestras usuales preferencias. Sin embargo, hay grandes alternativas para disfrutar a pleno la temporada, hasta que vuelva el momento del Malbec o del Cabernet Sauvignon. Repasamos cinco vinos blancos argentinos para acompañar los días de sol, las tardes de brisa templada y las noches de verano.
Luigi Bosca Gewürztraminer
Si empezaste a tomar vinos blancos con los dulces tardíos tradicionales (y considerás que necesitás pasar al siguiente nivel en el mismo estilo, invirtiendo unos billetes más), este es un vino que te va a pasar a tu lista de preferidos. Es meloso pero fresco, de atractivos tonos dorados y con un excelente balance entre las frutas tropicales blancas y las notas cítricas. Tiene la untuosidad característica de un vino blanco muy bien logrado.
Para acompañar las versiones argentinizadas del sushi, que nada tiene que ver con la originalidad japonesa, combina muy bien. Sobre todo, por los quesos tipo Filadelfia, el mango y algunos elementos caramelizados.
Piatelli Torrontés
Al igual que con el universo tinto, no todo lo bueno viene de Mendoza. Esta variante de la cepa riojana proviene de la altura de Salta, donde los 1975 metros de elevación le aportan características notables. Sus notas de durazno y ananá (piña) combinadas con toques anaranjados lo convierten en un excelente aperitivo mientras se cocina o se prepara una picada veraniega. Un excelente Torrontés que se puede tomar solo, sin compañía de nada más. Consejo: si se abre, se deja respirar, se devuelve a la heladera y se toma en la noche o al otro día, despierta como los grandes vinos tintos.
Albariño de Las Perdices
Un vino que quise probar luego de ver todos los capítulos de la serie española, Vivir sin permiso. Aunque la variedad es característica de aquellos rincones de Galicia, los gallegos discuten su procedencia con los portugueses, los italianos y los franceses, en un debate que se retrotrae hasta los tiempos del Imperio romano. Se trata de una opción ideal para los que quieren un punto intermedio entre los vinos blancos dulces y secos. Su equilibro entre las notas frutales con las herbáceas lo convierten en el compañero ideal para acompañar los platos de pescados y mariscos, tan típicos de temporada.
Lindaflor Chardonnay
Esta creación de la bodega Monteviejo tiene la calidad y las características de todas sus versiones en todas sus líneas. No encontrarán un vino de la empresa que los desilusione. Recomendado para los que buscan la untuosidad de algunos tintos con guarda. Es que el Chardonnay es una de las pocas variantes blancas que se llevan bien con los largos procesos de barrica. Y el Lindaflor tiene 12 meses como cualquier otro “reserva”. Esto le brinda un horizonte más amplio de guarda, pero es tan rico que no vale la pena guardarlo para el próximo verano.
Cualquier maridaje de los tradicionales blancos le va, pero recuerden dos cosas: que tiene que ser algo que le haga justicia a este vino especial, pero también que la estrella de la mesa es lo que está dentro de la copa.
Montchenot Extra Brut
No podíamos cerrar la lista sin alguna opción para los amantes de las burbujas. Este espumoso de Bodegas López es otro de los tantos casos excepcionales de ofertas que promedian bárbaro la relación precio-calidad de la empresa. Se trata de un blend de Chardonnay, Semillón y Pinot Noir, lo que le da una complejidad muy interesante, superior a mucho de sus competidores en góndola.
Aunque parezca una herejía, algunos amantes del vino no encontramos en el prestigioso champagne francés el tope de nuestras preferencias subjetivas. Esto no tiene que ver con la calidad del producto, lógicamente, sino con el proceso de reposo en sus levaduras. Para los que estamos acostumbrados a otros estilos, aquello nos puede resultar demasiado intrusivo en copa. Pero el Monchenot de López cuenta con tres meses de crianza en sus lías, por lo que consigue las míticas notas de pan tostado y untuosidad, pero en un punto ideal. ¿Con qué va? Con todo. Ideal para brindar por un feliz año hasta marzo.