
En un país normal, el ministro de Seguridad debería abocarse a la cuestión, valga la redundancia, de la “seguridad”. En Argentina, lamentablemente, el próximo gobierno deberá revertir una situación de inseguridad extrema, pero también defenderse de las patotas que buscarán amedrentar en la calle para que nada cambie. En este sentido, una mujer con la decisión de Patricia Bullrich, parece ser el nombramiento acertado.
El mismo Mauricio Macri advirtió recientemente que cuando “los orcos” intenten salir a generar desmanes, serán los jóvenes los que salgan a la calle a defender el proceso de cambio. Para darse una idea de los desafíos que tendrá el próximo gobierno, el titular del sindicato de Aerolíneas Argentinas ya dijo que los van a tener que sacar “muertos” de la empresa. Imaginen el rojo de la “aerolínea de bandera”, que Milei propuso directamente entregársela a los trabajadores, que la mantengan ellos y que compitan en el mercado. Pablo Biró dice que prefiere la muerte.
Además de las condiciones técnicas que Bullrich mostró entre 2015 y 2019, la ministra de Seguridad, que retomará el puesto el 10 de diciembre, ha demostrado decisión y compromiso. Sin lugar a dudas, ha sido la funcionaria que menos ha especulado y más ha defendido a la gestión de Macri, en sus horas más complicadas.
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La campaña del presidente electo y de su exrival y ahora aliada tuvo un fuerte denominador común: “el que las hace las paga”. De esta manera, la próxima gestión volverá a respaldar a las fuerzas de seguridad, que durante los años del kirchnerismo fueron descuidadas y dejadas sin poder. El día del balotaje, la alegría y las sonrisas de los oficiales de policía que estaban en la calle era evidente. Muchos celebraban incluso con la gente que había salido con banderas argentinas a la calle, al grito de “¡Viva la libertad, carajo!” y “Argentina, sin Cristina”.
Bullrich sabe muy bien que, además de devolverle la tranquilidad a los argentinos que padecen índices de inseguridad extrema, tendrá que desarticular las violentas manifestaciones de todos los grupos que se niegan a perder sus privilegios y los sindicatos que no le hicieron ni un solo paro a Alberto Fernández, a pesar de la situación paupérrima de los trabajadores.
La decisión del presidente electo y su flamante ministra está. Sin embargo, para que el plan pueda ponerse en marcha, es necesario que se mantenga sólida la imagen de Milei en la opinión pública. Las primeras mediciones, luego del 56 % que sacó en las urnas, indican que el futuro mandatario ya tiene un 60 % de aprobación.